Joaquín Sánchez: “Nadie ve a los inmigrantes en Lampedusa”
Lampedusa es una isla mediterránea marcada por un doble destino: por un lado, el de paraíso turístico y, por otro, lugar de llegada de inmigrantes subsaharianos que han realizado una dura travesía en la que muchas veces pierden la vida. Joaquín Sánchez, el cura de la PAH,y activista de los derechos humanos, relata lo que allí vio.
El sacerdote volvió de Lampedusa, una isla que se encuentra a poco más de 200 kilómetros de Sicilia y a 113 de Túnez, visiblemente conmocionado.
La isla obvia a los inmigrantes subharianos que allí llegan para que el turismo no desaparezca, los centros de internamiento están cerrados a cal y canto, mientras que a los africanos les espera un futuro de clandestinidad o deportación después de una dura travesía, sobre todo al atravesar Libia, en la que muchos pierden la vida.
¿Por qué fuisteis un grupo de activistas murcianos a Lampedusa?
Es la gran entrada de inmigrantes subsaharianos a Europa porque está más cerca de Libia y Túnez que de Sicilia. Y, de hecho, allí nos contaron que la isla tiene 6.000 habitantes y llegaron a haber 11.000 refugiados e inmigrantes.
La gente en un principio acogía y cuando se enteraban de que llegaba un barco llevaban mantas e incluso abrían las puertas de sus casas. La antigua alcaldesa de Lampedusa, Guiseppina Nicolini, fue ejemplar con eso. El problema fue la falta de ayuda de Italia y Europa, además de que es una ciudad que vive del turismo y la gente al final ha invisibilizado el problema porque es incompatible con el turismo. El turista si sabe que hay 11.000 refugiados por las calles, sencillamente no va. Ese es uno de los dramas importantes de Lampedusa.
Por ejemplo, el taxista que nos recogió del aeropuerto nos dijo que allí ya no llegaban refugiados, que iban a otros puertos. Y cuando llegamos, claro que están allí, pero nadie los ve. De hecho, a la exalcaldesa se le acusa de que se dedicó mucho a los refugiados e inmigrantes.
¿Cuál es la situación de los africanos?
Finalmente vimos a subsaharianos sentados en las escaleras de la iglesia porque el cura había puesto wifi y así podían conectar con sus familias en Somalia, Chad, Nigeria, Sierra Leona, Eritrea, entre otros. El Centro de Acogimiento en realidad es de internamiento y allí, de hecho lo llaman presidios. Los custodia el Ejército y la Policía y está cerrado a cal y canto.
Las ONG que están dentro –Save the Children, Cruz Roja y la Misericordia-, dan información cero. Se ha escuchado mucho últimamente que detrás de muchos campos gestionados por ONG o fundaciones con nuevos nombres está la mafia. Incluso salió en los medios de comunicación que el anterior cura que estaba en el campo con la Misericordia ganaba más de 100.000 € al mes y lo quitaron. La mafia ha puesto sus garras en estos centros. Hay mucho dinero de la Unión Europea para estos centros y la mafia les ha echado el guante.
¿Cómo reaccionaron los inmigrantes?
Cuando empezamos a dirigirnos a los subsaharianos nos mostraron sorpresa, recelo y desconfianza. Vimos la invisibilización que sufren. Muchas veces el wifi de la parroquia estaba apagado y funcionaba de forma muy irregular, en la hora de misa no había conexión y la gente de la parroquia y el sacerdote no tenían relación con ellos. En realidad, fuimos nosotros mismos con el paso de los días quienes establecimos relación con ellos.
Y, de hecho, el personal que está dentro del centro es distinto a quienes están fuera y no se relacionan entre sí. De modo que hay un total aislamiento informativo de las condiciones en las que están. Cuando intentamos ir al centro lo primero que nos preguntaron los militares fue si éramos periodistas. Curiosamente, los inmigrantes salen porque se saltan la valla y vuelven. Y cuando les preguntamos por ese sistema absurdo nos respondieron que si no, explotarían.
¿Quienes llegan a las costas europeas?
Quienes están ahí encerrados son gente joven que tiene posibilidad física de llegar y con familias que han podido reunir dinero para dárselo a ellos y eso les motiva mucho, ya que si fracasan o mueren en el intento, fracasa la familia. El futuro de su familia depende de ellos, así que eso les da mucha fuerza para llegar a su destino, pero mucha gente ha quedado en el camino por naufragio de la embarcación, falta de alimentos, maltrato, asalto de bandas o a causa de los gobiernos corruptos.
¿Cómo es la travesía hasta alcanzar Lampedusa?
Están intentando impedir que lleguen a Libia y crucen el país. Cuando llegan a El Cairo, la única ruta posible es a través de Libia por el caos que hay. Pero desde Egipto a Libia hay minas. Muchas veces al buscar otros caminos alternativos, los vuelven a minar.
Cuando llegan a Libia es el terror porque a los hombre con un tono de piel más oscuro los maltratan más, les quitan los zapatos y el móvil y obligan a llamar a sus familias para pedirles rescate. Hay un negocio con los refugiados e inmigrantes. Quienes vienen de África automáticamente se les considera inmigrante económico, pero en realidad también vienen de conflictos como Sudán y Nigeria. Muchos de ellos dicen que pasan de una muerte segura a la posibilidad de vivir. Salen de los lugares de conflicto y pobreza.
En Libia quienes no pagan rescate, los meten en las cárceles y muchas veces los matan. Todos vienen heridos y con cicatrices por todas partes. Los llevan a lugares inhóspitos y los alimentan solo una vez al día para que no tengan fuerza para escaparse y les pegan por hablar entre ellos. Hay un mercado de esclavos en Libia organizado por las mafias libias, de Arabia Saudí y de Italia. Los compran y se los llevan a los campos para trabajar. Allí es cuando escapan y salen corriendo. Muchos de ellos mueres porque los guardias los matan. Las mujeres no hablan del viaje por la vergüenza de las violaciones.
Libia es un país sin gobierno y sin ley, destruido porque a Sarkozy le interesaba el petróleo, pero es su única vía de escape porque el resto de las fronteras del Mediterráneo están cerradas. Una vez que llegan a Lampedusa, un barco se los lleva a Italia a otros campos de acogida. El futuro para ellos puede ser la deportación, lo cual es un enorme fracaso para ellos o la clandestinidad porque los campos están a tope en Italia. No tienen ningún futuro. De hecho, las ONG piden corredores humanitarios y que los Gobiernos españoles y franceses acojan a estas personas y hay una negación absoluta.
No se sabe hasta qué punto hay un rechazo en los países europeos a la llegada de un mayor número de refugiados e inmigrantes.
Aquí hay mucho miedo y el miedo genera egoísmo. De hecho, hay barcos promovidos por organizaciones de extrema derecha cuyo objetivo es impedir los rescates.
La Unión Europea (EU) está acusando a las ONG que tienen barcos en aguas internacionales como Médicos sin Fronteras o Proactiva de que son cómplices con las mafias. Con los nuevos protocolos de rescate, es mucho más difícil proceder a un rescate. Se está generando un lenguaje manipulador como llamar taxis a las ONG que rescatan barcos en aguas libias que se están hundiendo. Lo que se pretende es cerrar Libia para que haya un cierre de fronteras total. Europa destruyó Libia y se ha dado cuenta de que fue un error. El país está dividido y el Daesh está también allí. Buscan el petróleo y los recursos naturales y multiplican el problema. Y ahora quieren estabilizar el país cuando lo han partido en dos.
¿Cómo fue finalmente el encuentro con los subsaharianos que llegastéis a conocer?
Y la relación con ellos ha sido muy bonica porque ha sido de acogida y amistad. Al principio nos miraban con mirada rara, pero luego establecimos puentes de amistad y comunicación. Era muy impresionante que en las calles principales de Lampedusa no se les ve y la gente cuando nos veía con ellos nos fusilaba con la mirada.
En un mirador al mar, cantan canciones que dicen que su tierra va con ellos. Para ellos, volver a su tierra es fundamental. No quieren quedarse aquí. Y tienen esa mirada perdida y abatida. Manifiestan mucha angustia cuando piensan en la travesía en Libia. Es un viaje entre la muerte y la esperanza. Ellos tienen la experiencia de la muerte muy integrada y sólo lo más fuertes sobreviven. Y lo que dicen es que no van a defraudar a Europa y quieren una oportunidad para sobrevivir.
El mensaje que está mandando Europa es que el futuro al salir de sus países sea la muerte y que eso sea disuasorio y, como mucho, como están en Grecia, viviendo en un campo de refugiados. El futuro es la muerte, la clandestinidad, el campo de internamiento o la explotación.
¿Qué solución encuentras a esta situación?
La única solución es el respeto a los recursos naturales y soberanía alimentaria de África. Las guerras que suceden allí están afectadas por Europa o las multinacionales. Mientras que, por otra parte, en Europa hace falta mano de obra.
Es muy importante crear corredores humanitarios. Y hay que tener en cuenta que de África salen cantidades muy pequeñas, pero nosotros magnificamos el problema. Si se fueran los subsaharianos de España, el país estaría colapsado. Sobre todo, exigimos el estatuto del refugiado para que puedan tener futuro. Hay que cambiar el estado de opinión.
Por otro lado, el terrorismo en Europa es la cara de una cruz que es la guerra en Siria y en otros tantos países. La guerra y el terrorismo es la expresión de un mismo conflicto. Cuando allí tiran una bomba, aquí no nos enteramos. Mueren víctimas inocentes en un sitio y en otro. La guerra en Siria es la Tercera Guerra Mundial.