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Mujeres bajo sospecha

Hace casi una década, en el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía, se programó el Seminario Internacional 'Memoria y sexualidad de las mujeres bajo el franquismo' dirigido por Raquel Osborne, profesora titular de Sociología de la UNED. El núcleo central del proyecto, iniciado en 2008, abordaba el tema de la memoria histórica desde la óptica de las sexualidades femeninas no normativas en la dictadura, con un especial énfasis en las relaciones entre mujeres.

Como resultado del seminario surge, por una parte, el libro 'Mujeres bajo sospecha. Memoria y sexualidad (1930 – 1980)', un amplio estudio donde, bajo la coordinación de Raquel Osborne, participa un nutrido grupo de investigadores e investigadoras y, por otro, la directora Cecilia Montagut (Buenos Aires, 1964) se encarga de la documentación, producción, realización y edición del documental 'Memoria y Sexualidad de las mujeres bajo el franquismo'. Hablamos con ella con motivo de su presentación en Murcia invitada por la asociación AMMA.

¿Cómo se organizó este estudio colectivo?

La existencia de una sexualidad activa de la mujer más allá de la procreación y del papel de madre y esposa asignado por el nacional-catolicismo en la dictadura franquista fue el eje sobre el que giró el proyecto de I+D+I coordinado por Osborne.

Al haber sido invisibilizada la mujer más allá de su papel de madre, esposa y “solaz del varón”, no se podía ni se pretendía hacer una historia lineal de la A a la Z, sino que había que buscar en investigaciones retazos de esa historia para intentar armar un puzzle o collage. Al agrupar diferentes trabajos que estaban dispersos y verlos con una mirada diferente, se ha podido lograr una visión de conjunto para poder hacernos una idea de cómo desde las instituciones del régimen se intentaba adoctrinar a las mujeres y, al mismo tiempo, cómo había estrategias para burlar el control al que estaban sometidas.

En las catorce horas de material que grabé es palpable tanto la sumisión buscada con ahínco por el régimen como la ausencia de autonomía sexual de las mujeres. Así nos encontramos con las esposas, madres, solteras y monjas. Si decidían vivir su sexualidad con plenitud es porque eran putas simbólicas o reales, al servicio del placer masculino. Las mujeres era las depositarias de la moral, encargadas de la regeneración de la patria.

¿En qué parte del proyecto se decide hacer un documental?

Para Raquel Osborne era fundamental que los resultados del proyecto de investigación salieran fuera del ámbito académico y llegaran al público. Es por esto que logró un primer convenio de este tipo entre el Reina Sofía y la UNED.

En el transcurso del seminario fui dándome cuenta de lo interesante de la temática que se estaba tratando, pero los testimonios de personas que participaban quedarían solo en la memoria de los asistentes, en su mayoría estudiantes universitarios y personas cercanas a la Sociología y al movimiento feminista. Fue por esto que, a raíz de una propuesta de Raquel Osborne, me embarqué en la tarea de intentar hacer, a partir de las grabaciones del Seminario, un discurso audiovisual que sirviera para hacer llegar a todo tipo de público esta parte de la realidad vivida por las mujeres bajo la dictadura franquista.

El objetivo no era sólo transmitir los resultados de la investigación sino que se conociera lo que había pasado con las mujeres durante el franquismo, ya que las nuevas generaciones poco saben más allá de que la gran mayoría era ama de casa y se dedicaban a la crianza de los niños. Si no conocemos nuestro pasado estamos más expuestos a cometer los mismos errores. Sin ir más lejos, ahora estamos escuchando discursos de los partidos políticos del ámbito de la derecha que nada se diferencian a ciertos planteamientos de la dictadura franquista. Para ilustrar las tesis también utilice imágenes de diversos archivos audiovisuales. Pagamos los derechos de autor con un micromecenazgo que lanzamos.

¿Qué es común a todas las mujeres del documental?

Creo que si pudiéramos hablar de un denominador común es, por un lado, el intento del régimen franquista y su nacional-catolicismo de anular la individualidad de las mujeres sometiéndola a la figura del varón, como una forma de perpetuar dicho régimen. Por otro lado, las estrategias que encontraban algunas para burlar este adoctrinamiento y poder vivir como mujeres independientes. Son estos aspectos de la memoria histórica que aún no han sido estudiados ni visibilizados con la rigurosidad que se merecen.

¿En el estudio, además de modelo mujer doméstica y el contramodelo mujer puta, se vislumbran otros?

Cuando hablas del contramodelo de la mujer “puta” creo que haces referencia a cómo se denominaba a las mujeres que vivían su sexualidad como sujetos activos, cosa muy mal vista y que no ha variado mucho en la actualidad. Como decía el médico de familia Serrano Vicéns que entrevistó a cientos de mujeres en el franquismo, a un hombre sexualmente activo se le denomina como muy macho mientras que de una mujer se dice que es muy puta.

En la investigación se recogen testimonios de mujeres con sexualidades no normativas que pudieron vivir dicha sexualidad escapando al control del régimen franquista. Para esto una condición fundamental era que fueran independientes económicamente.

Acaba de estrenar otro documental, ‘Cárceles Bolleras’. ¿Cómo ha vivido la experiencia?

En el proyecto de investigación de Raquel confirmamos que el espacio donde se podía encontrar sexualidades no normativas, homoeróticas, era en prisión. Algo que confirmamos al leer las memorias de algunas de ellas publicadas en los años ochenta. Este era un tema que siempre quedaba aparcado, pero en el World Pride de 2017 Fefa Vila hizo un llamamiento para convocar no solo la fiesta y la diversión sino hacer también un ejercicio de memoria. Se celebraban cuarenta años de la manifestación de Orgullo en Barcelona y Madrid en el 77 y se buscaba hacer una revisión histórica del proceso. Le ofrecieron a Raquel participar y se nos ocurrió que era un buen momento para hacer una revisión sobre qué pasa en las prisiones en el momento actual. A partir de ahí contactamos con Estíbaliz de Miguel, que acababa de publicar un libro (‘Relaciones amorosas de la mujeres presas’), y así empezamos el documental.

¿Cómo ha sido recibido un documental que expone un tema tabú?

Me he encontrado que las mujeres en prisión tienen una doble condena: por mujeres y presas. Sé que hay muy poca empatía por ellas porque la sociedad supone que han hecho algo mal y por eso están presas, con lo cual he trabajado con un colectivo estigmatizado y silenciado. En el documental no solo hablamos de relaciones homoeróticas. También abordamos la situación de la mujer en prisión: un tema tan invisibilizado y tan fuera de nuestro imaginario que es más fácil pensar si hay vida en Júpiter que cuestionarse sobre qué pasa tras los muros de una cárcel. Yo misma no me imaginaba el mundo que hay en ellas. Son ciudades autónomas. De hecho en las cárceles mixtas pueden tener vis a vis, hay noviazgos, nacimientos, incluso niños frutos de esas relaciones. Se proyecta toda una vida. Al verlo, la gente que trabaja en prisión o ha estado en ellas me felicita porque se cuenta lo que realmente está pasado y no solamente en España. Su estructura de comportamiento es internacional dependiendo, eso sí, de las dotaciones económicas. En una cárcel de Argentina o Perú están más hacinadas y tienen otros problemas, pero las relaciones entre hombres y mujeres o relaciones homoeróticas son similares. De hecho, está plasmado en series como ‘Orange is the New Black’ o ‘Vis a Vis’, la serie española que ha comprado los derechos a la americana. En ‘Cárceles bolleras’, al tratarse de un documental, lo filmado sorprende a los espectadores.

¿Dónde se está proyectando?

Se ha proyectado en doce festivales como el ‘Festival de Cine Internacional LGTB de Madrid’, el ‘London Feminist Film’, ‘Zine Goak de Bilbao’ o el ‘Porn Film Festival Berlin’, y todavía quedan más en la Complutense de Madrid, en Zaragoza, Barcelona. Nos gustaría, con ambos documentales, crear un circuito de memoria histórica que nos pusiera en alerta porque cualquier derecho adquirido en el pasado se puede perder.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Temas complejos como la prostitución, el posicionamiento de las feministas, incluso el posicionamiento de las prostitutas feministas que también las hay en el sindicato ‘Otras’. Temas espinosos como la abolición o la regulación a los que El diario ha dado voz y no solo a las intelectuales que son las que más hablan. Hay que oír a las protagonistas que son las que saben lo que están padeciendo. Tenemos que cuestionarnos cómo se comercia con el negocio de la prostitución. Un negocio permitido por la estructura del estado en el que las únicas damnificadas son las trabajadoras. Los prostíbulos de carretera están abiertos, tienen sus licencias, sus asociaciones y sus sindicatos, pero las personas que trabajan no pueden tener un contrato de trabajo. O prohibimos todo e intentamos que las mujeres tengan trabajos alternativos o lo regulamos todo. Un mundo muy pendular que me gustaría abordar.

Acabamos de pasar un 8M histórico con una participación multitudinaria en la manifestaciones. ¿Cree que estas movilizaciones pacíficas lograrán cambios sociales para la mujeres? Dígame, ¿cómo ve el futuro?

Se dice vulgarmente: ‘La revolución será feminista o no será’. La gran disrupción del XXI la provoca la lucha de las mujeres, aunque hay mucho por hacer. Cuando yo llegué a Madrid, a principios de los noventa, siempre eran iguales: pequeñas marchas desde la plaza de Jacinto Benavente a Atocha. Nos conocíamos todas. Sin embargo, las manifestaciones del Orgullo nunca han parado de crecer. En el feminismo el gran cambio se produjo cuando Gallardón pretendió cambiar la Ley del Aborto. Ahí fue cuando las mujeres dijimos: ‘hasta aquí hemos llegado’. En este punto empezaron las grandes movilizaciones, sin olvidarnos de las concentraciones por la violencia y agresiones machistas. Estos dos últimos años el 8M en Madrid ha sido el acabose, pero nunca debemos bajar la guardia.