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Raúl Flores (Cáritas): “Un 11% de las personas que trabajan sufren de exclusión social en la Región de Murcia”

Raúl Flores es un analista e investigador social, coordinador de estudios de Cáritas y secretario técnico de la Fundación de Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada (FOESSA). El organismo se constituyó en 1965, con el impulso de Cáritas Española para conocer de forma objetiva la situación social de España.

FOESSA fue pionera en la introducción de la investigación empírica a través de los 'Informes sobre la situación y el cambio social de España' que señalan la importancia de conocer la situación de nuestro país a través del análisis de los procesos, las estructuras y las tendencias que marcan la evolución social. Desde el año 1995 se enfoca en el desarrollo y la exclusión social en España y en las comunidades autónomas.

El 'Informe Foessa sobre Exclusión y Desarrollo Social en la Región de Murcia' revela que la exclusión social se ha enquistado en la estructura social de Murcia. La desigualdad se ha incrementado tanto en el periodo de crisis como en el de recuperación económica. Se ha registrado, además, una tendencia fuerte a la precarización del empleo y el acceso a la vivienda se ha consolidado como motor clave de las dinámicas de exclusión social. 

¿Cuáles son los datos más destacables del 'Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en la Región de Murcia'? ¿Qué valoración podría hacer de esta situación?

Después de cinco años de recuperación económica o incluso después de que las tasas de paro se hayan reducido, todavía tenemos a una parte importante de la sociedad que conforman a lo que llamamos ‘la sociedad estancada’. Las personas de esta parte de la sociedad no ven mejoras en las oportunidades y a su situación económica. Tienen problemas para encontrar un empleo y cuando lo encuentran es tan precario que no llega a ser lo suficientemente integrador en términos económicos. Eso sin hablar de los problemas que tienen para acceder a unas viviendas adecuadas. 

Hay familias que sufren otro tipo de exclusión social más allá de la cuestión económica: estamos hablando de que hay 10.000 personas en la Región de Murcia que están solas y no tienen a nadie a quién acudir en caso de enfermedad o cualquier otra necesidad. Hablamos de que hay unas 2.000 familias que tienen a su cargo a una persona dependiente que necesita cuidados en su vida diaria.  Estas familias no tienen ningún tipo de ayuda.  

Junto a todo esto, conviene señalar una idea: la desigualdad y la distancia entre las diferentes capas sociales que se incrementó durante la etapa de crisis, no ha dejado de crecer en la época de bonanza.

¿Cuáles son los colectivos más vulnerables?

Los colectivos más vulnerables con más riesgo social son las familias numerosas, las familias monoparentales, las personas que no han nacido en España. Hay una especial vulnerabilidad en que o bien, tienen empleo, o bien las personas en las que están atrapadas en la “trampa de la precariedad”.

¿A qué denominas “la trampa de la precariedad”?

Hace unos años algunas personas sufrían unas condiciones laborales más precarias como una etapa transitoria hasta llegar a un empleo estable, mejor remunerado, que de alguna forma podía desarrollarse personalmente y profesionalmente. Sin embargo, esto ha cambiado: la precariedad es una etapa permanente para muchos trabajadores. Cuatro de cada diez trabajadores están atrapados en la trampa de la precariedad. Esta gente están atrapados en procesos de reiterativas entradas y salidas en el mercado laboral, en procesos de estar trabajando dos meses y parar diez. Están atrapados la parcialidad de sus jornadas, es decir, trabajan menos de ocho horas diarias pero están todo el día en el trabajo porque su horario es parcial. Todos estos elementos hacen que las personas no trabajen todo el año, que no estén contratadas 40 horas a la semana, ni tienen los ingresos suficientes para cubrir las necesidades de todo el año.

¿Incluiría a los menores extranjeros no acompañados en esa lista de los colectivos más vulnerables a la exclusión social?

Hay una cantidad muy pequeñita de menores extranjeros no acompañados (MENAS) en Murcia. Ahora este tema está institucionalizado, es decir, si nosotros hacemos nuestro trabajo de manera correcta, estas personas no deberían estar en una situación de exclusión social. Deberían estar protegidas y adecuadamente bien atendidas. El problema viene cuando estos menores cumplen la mayoría de edad. Cuando estos chicos cumple 18 años, ya sí están muy expuestos a la exclusión social. 

¿Podrías explicarme los diferentes estadios de pobreza que existe?

La sociedad de las oportunidades son las personas que viven bien, que no tienen ningún riesgo especialmente importante en su vida: son personas acomodadas.

La sociedad insegura son personas que están integradas, que no están en exclusión social. Sin embargo, estas 180.000 personas que conforman la sociedad insegura están en el filo de la navaja. Son personas que un cambio radical en sus condiciones familiares o personales puede hacer que cayeran en la exclusión social. Esta sociedad insegura es frágil y vulnerable porque el colchón de protección que tenía se ha reducido muchísimo por los años de la crisis.

Por otro lado, está la sociedad estancada, que esta sí está en situación de exclusión social: son personas que llevan mucho tiempo ahí, incluso desde antes de la crisis, otras muchas entraron con la crisis, incluso algunas han entrado en los últimos años con la bonanza económica. Es una parte de la sociedad que lleva tiempo pidiendo abrigo y ayuda política para salir de esa situación. Incluso que han empezado a desconfiar de las instituciones porque ven que no les dan protección.

Por último, en la cola de la sociedad estancada, acumulando los mayores niveles de exclusión social, estaría lo que denominamos la sociedad expulsada. Esta última son las personas que ya han roto los vínculos con la sociedad. Ya sienten que no se les tienen en cuenta y acumulan tantas dificultades y problemas de empleo, de vivienda, de salud, de relaciones sociales, de aislamiento y viven de la supervivencia pura y dura. El sobrevivir cada día es su objetivo cotidiano. 

Háblanos de la desestructuración social, ¿a qué se refiere cuando dice que “vivimos en una sociedad desvinculada en la que cada vez es más difícil hacernos cargo de los que se quedan atrás, y por ello necesitamos revincularnos”? ¿El individualismo es una de las causas que refuerzan el auge de la exclusión social?

Totalmente. La crisis que estamos viviendo como sociedad, el incremento de la desigualdad, el aumento de la exclusión social tienen que ver con una serie de valores que están en la base de nuestra sociedad. Uno de los valores que están sustentando este modelo social al que estamos yendo es el valor del individualismo, sin lugar a duda. El pensar que solo me interesa lo mío, mi familia, mi barrio, mi gente, mi clase… y que de alguna forma, no miro a quien está en mi distinta posición. Esta desvinculación, esa falta de conciencia de que somo interdependientes y de que nos necesitamos los unos a los otros, esa falta de conciencia está sirviendo de caldo de cultivo y de abono para esta sociedad que avanza a esta desvinculación. Esta separación se aprecia en lo económico. Podemos hablar de trabajadores en buenas condiciones y de trabajos precarios. Ambas clases se separan. También hay personas que tienen la vida resuelta y otras que están pensando en cómo llegar a fin de mes porque tiene muchas dificultades en el día a día. 

¿Hay mucha dificultad subir de un escalafón a otro? Es decir, el hijo de un obrero que estuda derecho y que llega a convertirse en un juez ¿es complicado que suceda en sociedades estancadas o expulsada que antes mencionaba?

Nuestra sociedad es una sociedad con movilidad social y no una sociedad de castas como la hindú. Es decir, nosotros podemos nacer en un lugar con una situación de pobreza y podemos mejorar nuestras condiciones.  Sin embargo, esa movilidad social es imperfecta porque se produce una falta de movilidad social en la capa más alta y en la capa más baja. A eso le denominamos ‘suelos pegajosos y techos pegajosos’. Es decir, en el suelo de la sociedad  (la base de la sociedad) tenemos algo que hace que las personas lo tengan muy difícil que salgan de ahí.

Otra imagen: el ascensor social que nos permite movernos y hay personas que no escapan de la primera planta. Hay muchas personas que llaman y pulsan al botón, que esperan de alguna forma tener la oportunidad de mejorar sus condiciones de vida pero el ascensor no para. Y esto se debe, entre otras cuestiones, a las faltas de oportunidades en el mercado laboral; se debe a un sistema educativo que no está saliendo, en general, con una igualdad de mercado laboral real. Eso sin contar la influencia del barrio en que nazcas: una de cada dos personas que nacen y viven en un barrio degradado se encuentra en exclusión social. Es decir, el entorno puede determinar más o menos posibilidades al mercado laboral. Por lo tanto, sí que existe una movilidad social en las capas más bajas y una dificultad enorme para subirse en ese ascensor social.

A pesar de que haya bajado el paro, las condiciones laborales de los nuevos empleos que se han recuperado son precarias. Es decir, hay personas que trabajan y aún así están en exclusión social. Esto hace unos años no se contemplaba. ¿Qué está ocurriendo?

Tenemos que ser conscientes que en los últimos años el paro ha bajado considerablemente, pero aún así tenemos el doble de parados que antes de la crisis. Teníamos una tasa de paro del 7,5% en la Región de Murcia antes de que llegara la crisis y actualmente tenemos un 14%.

Así que la primera idea que quiero lanzar es que, afortunadamente, sí se ha reducido el paro, pero todavía no hemos bajado ni de cerca a cómo estábamos. Es más, todavía hay muchas personas que no han tenido posibilidad de encontrar un trabajo.

Dicho esto, que tenemos una tasa de paro mucho más alta de cuando empezó la crisis, la siguiente idea que consiguen un trabajo, no se encuentran bien. Es decir,  un 11% de las personas que trabajan sufren de exclusión social; un 13% de trabajadores se encuentran en la pobreza. Esto se debe a que el empleo ha perdido la capacidad de la integración económica y social que tenía el trabajo. El cómo se está desarrollando el mercado laboral que antes daba la oportunidad de tener un empleo para integrarse económicamente. Lo que falla es el marco regulador: la precariedad laboral es legal en este país.Este marco normativo no está siendo capaz de aminorar la fuerte precariedad.