'Leer el presente' es un espacio que dedicamos a libros desde eldiario.es/murcia. Del mundo a la página y viceversa. Coordina José Daniel Espejo.
Escribir un presente: Insurrección, de José Ovejero
Con las enésimas elecciones en el horizonte, entramos en la espiral de las campañas (pre/post)electorales y, con ellas, en el eterno retorno de la crisis económica: quien avisa (amenazante), no es traidor, dirán algunos economistas, como si realmente esa crisis no hubiera llegado para quedarse.
Con la de hace una década aproximadamente algunos críticos literarios en España llegaron a hablar de “la literatura de la crisis” (ya se sabe, con defensores y detractores). Se trataría de aquella que, aun a través de géneros y estilos dispares, buscaría plantear en la ficción cuestiones que se encontrarían entonces a pie de calle. La calle en la que se cruzan, por ejemplo, quienes han perdido el trabajo o la casa, pero también quienes siguen en su trabajo en condiciones cada vez más precarias (y no al revés) o quienes se encuentran en otros espacios (por ejemplo, un CSO, un Centro Social Okupado). Esa situación hoy no es un espejismo del pasado sino que está porque se ha quedado, y es la elegida por José Ovejero para escribir el/un presente en su última novela, Insurrección, publicada en septiembre de este año en Galaxia Gutenberg.
Ovejero es el escritor de ensayos como La ética de la crueldad (Premio Anagrama de Ensayo en 2012), de novelas como Las vidas ajenas (Premio Primavera de Novela en 2005), pero también de teatro y poesía. Y es que este escritor no ha permanecido ajeno al cruel teatro del sistema político-económico imperante, en el que la ética no tiene valor porque no tiene precio.
En esta reciente novela plasma principalmente la vida de una familia, el padre (Aitor) y la madre (Isabel), que se han separado, y los dos hijos (Luis, de poco más de veinte años, y Ana, de apenas diecisiete), que a su manera quieren salir de la casa del padre. Pero los treinta y seis capítulos de la novela alternan estructuralmente entre aquellos en los que prima la perspectiva de Aitor, que trabaja bajo unas condiciones inestables en la radio, con aquellos en los que destaca la de Ana, que ha decidido escaparse y vivir en “El Agujero” (la radio y una casa okupada, lugares poco transitados literariamente, por otro lado). Será Ana la “escritora” o el trasunto de poeta en esta novela, convirtiendo sus poemas en particulares llamadas de atención al padre (poemas que enriquecen la deliberada alternancia formal y sirven de suave contrapunto introspectivo): “Siento bajo mis pies la arena húmeda / que a la vez me sostiene / y me engulle. / Papá, aún estás a tiempo:”.
El “sistema” se sostiene sobre arenas movedizas y los tiempos arrastran pues, como se puede leer en Insurrección, el turismo mata/alimenta los barrios (véase la portada), “sólo los mejores conseguirán un empleo digno” y “la universidad sirve a la empresa” (página 198). Por eso, Ana, insurrecta, querrá formar parte de una acción contra turistas en un barrio madrileño y el padre intentará a través de un detective saber de esa hija tan querida. Mientras tanto, la madre se dedica a los bolsos reciclados dando escasas señales de vida y el hijo quiere acabar con el sistema dentro del sistema yéndose a estudiar a Estados Unidos. Así, intentando esquivar el fácil maniqueísmo, también con una oscilación de voces y un ausente diálogo tradicional, en Insurrección su autor logra mostrar algunas de las infinitas y contradictorias aristas de las que ninguno podemos salvarnos y desde las que estamos obligados a observar y leer el presente.
Con las enésimas elecciones en el horizonte, entramos en la espiral de las campañas (pre/post)electorales y, con ellas, en el eterno retorno de la crisis económica: quien avisa (amenazante), no es traidor, dirán algunos economistas, como si realmente esa crisis no hubiera llegado para quedarse.
Con la de hace una década aproximadamente algunos críticos literarios en España llegaron a hablar de “la literatura de la crisis” (ya se sabe, con defensores y detractores). Se trataría de aquella que, aun a través de géneros y estilos dispares, buscaría plantear en la ficción cuestiones que se encontrarían entonces a pie de calle. La calle en la que se cruzan, por ejemplo, quienes han perdido el trabajo o la casa, pero también quienes siguen en su trabajo en condiciones cada vez más precarias (y no al revés) o quienes se encuentran en otros espacios (por ejemplo, un CSO, un Centro Social Okupado). Esa situación hoy no es un espejismo del pasado sino que está porque se ha quedado, y es la elegida por José Ovejero para escribir el/un presente en su última novela, Insurrección, publicada en septiembre de este año en Galaxia Gutenberg.