'Leer el presente' es un espacio que dedicamos a libros desde eldiario.es/murcia. Del mundo a la página y viceversa. Coordina José Daniel Espejo.
La literatura en la época de las redes sociales
¿Puede haber literatura en Facebook? Ante una pregunta tan directa y absoluta como esta se me ocurren dos respuestas opuestas, extremos en un debate que admite muchos más matices intermedios. La primera defendería no sólo la posibilidad de que ello ocurra, sino el hecho de que la web creada por Mark Zuckerberg (o por aquellos gemelos piragüistas que tan mal quedaban en la película sobre el origen de Facebook) es, al igual que el resto de redes sociales, el verdadero vehículo de la nueva literatura.
La respuesta contraria argumentaría la vigencia del libro como el único formato actual en el que el lector se acerca a la experiencia estética literaria, denostando las redes sociales como un patio de vecinos más propicio para el chamullo que para la creación artística. Dos opiniones contrapuestas que Umberto Eco definió ya hace unas décadas como integrada y apocalíptica en relación a los medios de comunicación de masas.
'Null Island', la nueva novela de Javier Moreno, se nos ofrece en parte como una respuesta afirmativa a esa pregunta sobre la posibilidad de que Facebook albergue textos de entidad literaria. Puede parecer paradójico que este autor tenga que usar el viejo invento de Gutenberg para pontificar sobre las bondades del de Zuckerberg. Sin embargo, se trata de algo lógico al encontrarnos en una etapa que podríamos llamar de transición entre el papel y lo digital.
Moreno (o el narrador del libro, para ser más exacto) teoriza sobre cómo la forma de escribir que muchos autores tienen en la red social acaba trasladándose hacia su obra literaria: “Quizás buena parte de las novelas que aparecen en la actualidad deban mucho de su contenido a las anotaciones (propias o ajenas) de Facebook” (pág. 172).
La novela responde a esta tendencia, ya que está repleta de una serie de agudas reflexiones sobre diversos temas (científicos y literarios en su mayoría) y que se parecen mucho a las entradas del propio perfil de Javier Moreno en Facebook. No queremos aquí caer en la tentación de identificar al narrador con el autor, el libro no pertenece al género de la autoficción (más allá de la coincidencia de que el personaje es también un escritor de mediana edad), pero creo que esta inclusión en 'Null Island' de numerosos “microensayos” (como son definidos en la novela) de naturaleza similar a las entradas en la red social responde a una estrategia de cuestionamiento del presente y del futuro de la literatura.
Y es que es este y no otro el tema fundamental del libro: la indagación por medio de una obra de ficción de los límites actuales y de los posibles derroteros por los que transitará la literatura en el futuro. Es por ello por lo que son tan frecuentes las referencias a las redes sociales, la principal amenaza para algunos, o el mejor aliado para sus contrarios que posee el escritor en la actualidad. Junto a las frecuentes reflexiones y a la presencia de Facebook, Google Earth, o de las aplicaciones para ligar en la trama, el autor emplea varias fotografías como paratexto: un recurso mucho más habitual en la escritura digital que en la novela tradicional.
Además, la última parte del libro, la breve 'Null Island', se presenta como una especie de fábula sobre cómo nos influyen las nuevas formas de comunicación; Moreno nos presenta la historia de una pareja cuya relación se establece, se desarrolla y finaliza casi exclusivamente a través de Whatsapp.
La teorización sobre la literatura se concreta en la historia del narrador y protagonista de 'Null Island', que representa el papel del escritor ante esta nueva realidad. Se trata de un arquetipo bastante frecuente en la actualidad: el del autor cuya obra ha merecido los elogios de la crítica sin lograr el éxito comercial y que decide pedir una excedencia en su trabajo para tratar de convertirse en un “escritor profesional”.
Una vez conseguida la tranquilidad para escribir cuando quiera, el protagonista se enfrenta a varios problemas: su tendencia a la procrastinación, las llamadas de su agente literaria y las dificultades de su empresa: escribir un libro sin personajes donde los objetos adquieran protagonismo. No faltan situaciones habituales a las que se tienen que enfrentar los escritores, como la difícil relación con los actores que han adaptado una obra suya o los recelos ante su propuesta teórica en ese peculiar microcosmos que es un congreso literario.
Aparte de la literatura, el libro tiene en las relaciones amorosas del autor su otro tema estructurador. Tras un episodio de impotencia, el protagonista se cuestiona su relación con su pareja, Marta, en la que además comienza a detectar cierta falta de confianza hacia él; por ejemplo, en el hecho de que no le haya comunicado que se ha apuntado a un taller de escritura autobiográfica.
Frente al decaimiento, tanto sexual como amoroso, de la relación con Marta, Elvira aparecerá como un objeto de deseo nuevo y excitante. Se trata de una chica mucho más joven que el narrador y que se acercó a él tras leer todos sus libros. En la segunda sección del libro, “Soria” (lugar donde se celebra el congreso al que el protagonista es invitado y en el que vive Elvira), se desarrollará esta parte más personal de la historia sin que por ello la literatura pierda importancia.
Tras establecerse como uno de los narradores españoles más interesantes de la actualidad con novelas tan diferentes como la experimental 'Alma' (2011), la distópica '2020' (2013) o la ácida 'Acontecimiento' (2016), Moreno se confirma como un autor imprescindible con 'Null Island'. En ella conjuga con maestría una serie de reflexiones de enorme profundidad sobre la literatura en la época de las redes sociales con una trama de gran interés sobre los dilemas de un escritor de mediana edad y nos ofrece una novela que se encuentra entre las mejores del año.
¿Puede haber literatura en Facebook? Ante una pregunta tan directa y absoluta como esta se me ocurren dos respuestas opuestas, extremos en un debate que admite muchos más matices intermedios. La primera defendería no sólo la posibilidad de que ello ocurra, sino el hecho de que la web creada por Mark Zuckerberg (o por aquellos gemelos piragüistas que tan mal quedaban en la película sobre el origen de Facebook) es, al igual que el resto de redes sociales, el verdadero vehículo de la nueva literatura.
La respuesta contraria argumentaría la vigencia del libro como el único formato actual en el que el lector se acerca a la experiencia estética literaria, denostando las redes sociales como un patio de vecinos más propicio para el chamullo que para la creación artística. Dos opiniones contrapuestas que Umberto Eco definió ya hace unas décadas como integrada y apocalíptica en relación a los medios de comunicación de masas.