La científica Francisca Giménez Casalduero se arrepiente de haber llamado 'Chucky', como la protagonista de la película de terror, a la muñeca cubierta del gusano marino 'Hydroides' aparecida en la orilla del Mar Menor en el municipio murciano de Los Alcázares. Isabel Rubio, cofundadora de la plataforma Pacto por el Mar Menor, la encontró frente al balneario de La Encarnación de esta localidad tras haber participado en la manifestación de protesta por la situación de la laguna el pasado 26 de enero. Seguidamente la llevó al departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada de la Universidad de Alicante, donde Giménez Casalduero y su doctoranda Jessica Sandonnini identificaron la especie y bautizaron a la muñeca.
“Estaba buscando un molusco y me encontré con esta imagen que me sobrecogió”, dijo a eldiario.es Rubio, quien lleva diez años haciendo fotografías subacuáticas del Mar Menor y recoge sus descubrimientos en una página web. Los 'Hydroides' son una especie de anélidos o gusanos marinos que fabrican y viven en estos tubos calcáreos que se aprecian en las piernas y una de las manos de la muñeca.
“Es un bioindicador que vive en zonas contaminadas. Nos está diciendo que el Mar Menor está en peligro de muerte”, apuntó Rubio. “Para mí es una metáfora de cómo está de afectada la laguna”, añadió la profesora jubilada y una de las fundadoras del Pacto por el Mar Menor, plataforma que agrupa a 34 asociaciones y 1.300 personas preocupadas por la situación de la laguna salada.
Las científicas calcularon que la muñeca no podía llevar más de dos meses en el agua. “Esta especie junto con otras similares se observan en el Mar Menor desde 2016, pero es la primera que vez que se ven estas agregaciones tan masivas”, señaló Giménez Casalduero por teléfono. “Se considera invasora en muchas localidades porque crece de forma muy rápida y masiva en los ambientes con concentración alta de bacterias, es decir, las condiciones que tenía el Mar Menor en las semanas tras el episodio de los peces muertos. Es otra cara más del proceso de eutrofización (generado por la entrada de nutrientes) y como consecuencia del desequilibrio que está teniendo la laguna”, añadió la profesora.
Después del episodio de la aparición de miles de peces muertos el pasado mes de octubre en la localidad marmenorense de San Pedro del Pinatar, creció una costra blanca en algunos cascos de los barcos de esta localidad: era la misma especie de gusano marino.
“Esta especie empieza a crecer de forma exponencial en estas condiciones sobre cualquier sustrato duro en las zonas más superficiales del agua”, explicó Giménez Casalduero. El anélido se considera 'invasor' porque obstruye tuberías, genera inscrustaciones masivas en barcos y puede ocasionar importantes perjuicios económicos.
A pesar de todo, en el departamento de Ciencias del Mar de la Universidad de Alicante consideran que la aparición de esta especie de gusano marino puede tener consecuencias positivas para la laguna puesto que funciona como “filtrador” ya que se alimenta de bacterias, contribuye a retirar microorganismos en suspensión y a fijar el CO2 en esa especie de arrecifes de carbonato cálcico.
Giménez considera que el Mar Menor vivió un cambio de estado pasando “el punto de no retorno” como ecosistema en el verano de 2016, cuando la laguna se convirtió en “la sopa verde”, como fue bautizada por la presencia masiva de algas, y la muerte del 85% del fondo marino. Junto con la aparición masiva de medusas en otros momentos, el crecimiento de formaciones arrecifales de este gusano marino sería otro de los “picos” de este proceso de eutrofización provocado por los nutrientes procedentes de la agricultura.
Además de interpretar que el ecosistema del Mar Menor está en una fase de desequilibrio medioambiental y está cambiando día a día, la científica también busca la cara positiva del descubrimiento de esta 'muñeca diabólica' con las piernas y una mano cubiertas por el anélido y, por ejemplo, le ha llevado a pensar que el plástico se ha “inmovilizado” y se ha recubierto por “una carcasa de roca”.
“Ha disminuido la resiliencia de la laguna y, aunque paren los vertidos, no sabemos dónde va a ir a parar el Mar Menor. A lo mejor esto nos puede ayudar a predecir por dónde podrían tirar las primeras fases de restauración de la laguna”, apuntó Giménez Casalduero. “Si dejamos de hacer barbaridades, lo mismo el Mar Menor termina llegando a una condición parecida a la que añoramos”, añadió.