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IU-Verdes Lorca pide que el Ayuntamiento lidere un proyecto de I+D+i sobre la trufa del desierto

La concejala de Izquierda Unida-Verdes en el Ayuntamiento de Lorca, Gloria Martín, ha pedido que el Ayuntamiento impulse el cultivo de la turma o trufa del desierto (Terfezia claveryi) en el municipio. Se trata de un hongo que crece en zonas con escasez de precipitaciones, en terrenos semiáridos -improductivos hasta la fecha-, y que tiene un prometedor futuro, tanto a nivel económico como medioambiental. Su potencial es “enorme”, ha dicho Martín, quien ha señalado que, por sus apreciadas cualidades gastronómicas, ya se pagan entre 20 y 50 euros por kilo de turma en el mercado, aunque en países del Golfo Pérsico, la principal área consumidora del mundo, llega hasta los 220 euros.

Martín ha explicado que gracias al trabajo coordinado del lorquino Francisco González Palacios, conocido como el primer turmicultor del mundo, y del laboratorio de Micología y Micorrizas de la Universidad de Murcia (UMU), se ha conseguido “domesticar” esta especie silvestre en un terreno de secano de la diputación de Zarzadilla de Totana.

Hace años se llevaron a cabo trabajos de experimentación en unos terrenos propiedad del Estado, donde estaba previsto establecer una brigada del Ejército, lo que finalmente no se materializó. Por ello, la edil de IU-Verdes ha pedido que el Ayuntamiento convenie con el Ministerio de Defensa la cesión de dichos terrenos, de modo que en esta pedanía pueda desarrollarse un proyecto científico dedicado a la investigación, desarrollo y transferencia tecnológica de la trufa del desierto. “Sabemos que hay otros municipios de la Región interesados, y creemos que el Ayuntamiento de Lorca debe liderarlo, de modo que nos sitúe como referente nacional e incluso internacional de este cultivo alternativo”, dijo Martín.

Para la edil de IU-Verdes, este sería un buen punto de partida para revalorizar también socio-económicamente entornos rurales desfavorecidos, como las Tierras Altas de Lorca.

Un alimento muy apreciado

El interés por las trufas del desierto radica, principalmente, en que no son un condimento -como es la trufa negra-, sino que se trata de un alimento en sí mismo. Las turmas tienen una alta concentración de antioxidantes (incluso más que la trufa negra), contienen una proteína altísima –según los expertos, en un futuro, el sustituto de la proteína animal será la proteína fúngica–, tienen fibra y una alta concentración de ácidos grasos poliinsalturados –como el Omega 3 y el Omega 6, esenciales para el ser humano–. Todo esto lo hace un producto muy completo y con una importante proyección en el mundo de la gastronomía y la nutrición.

Martín ha recordado que se trata de un cultivo “innovador y con un mercado en expansión por delante” ya que “actualmente, no se cubre ni el 1% de la demanda”. Además, la trufa del desierto es “un fruto totalmente respetuoso y beneficioso para el medio ambiente”, en especial en lo que se refiere a la lucha contra la desertización, porque beneficia a las abejas y los polinizadores silvestres y está 100% libre de fertilizantes, fitosanitarios y herbicidas. También tiene un bajo requerimiento hídrico y costes de mantenimiento reducidos.