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Adiós al tranvía al sur

23 de noviembre de 2023 06:01 h

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En las penúltimas elecciones José Ballesta iba a pedanías en su tranvibús, prometía cambiar el transporte público, mejorar la ciudad con un plan de movilidad, luego cambió de opinión en la oposición y pasó de decir que el proyecto era suyo a que había que boicotearlo. Aseguraba también a todo aquel que quería oírle que iba a parar las obras de movilidad, pero las máquinas no han parado, no porque no quisieran, sino porque no pueden y tampoco saben qué es lo peor.

Ahora mismo se están jugando con su cabezonería de no cerrar el Puente Viejo a todo el tráfico privado, dejándolo solo para autobuses, eliminando las adaptaciones al final de la Gran Vía. Se están jugando la denuncia en Europa, aunque él espera que como no ha hecho lo que prometió a los que antes se quejaban se les olvide. No va a ser así y jugar con el dinero de los murcianos no es lo más lógico para un Ayuntamiento endeudado por la gestión de los convenios urbanísticos.

Entre tanto, el alcalde filtra que va a empezar a desarrollar el tranvibús hacia el Palmar. Nos quedamos sin tranvía hacia el sur, sin conexión con la estación de trenes y sin saber cómo va a construir la estación de autobuses regional con dinero municipal, resultado de su incapacidad de negociar el soterramiento que nunca quiso. Una de puntillas para el sur, aunque a él le da igual. Incapaz de pasar por sus barrios, se monta en coche cuando llega a ellos para la Romería de la Virgen de la Fuensanta, pero luego es perfectamente capaz de ir a Valladolid a hablar de un soterramiento que nunca quiso y, al no quererlo, tampoco pensó jamás en el tranvía. Ahora que tenemos soterramiento y es factible hacerlo pasar por la losa se niega a mentar, en parte porque la CARM no está dispuesta a poner su parte, por mucho dinero que vaya a venir del Estado.

El resultado es una ciudad cortada, que deja sin transporte de alta capacidad y de futuro a El Carmen, Barriomar, San Pio X, Ronda Sur, Aljucer, El Palmar, La Arrixaca y Polígono Industrial Oeste. Barrios que sentirán en su costado esa puñalada trapera que bien describe la letra de Vetusta Morla, otra más y son muchas.

Los vecinos del sur votan a veces como si estuviesen viviendo en la Gran Vía, cuando a nosotros no nos llegan ni árboles, ni luces, ni podemos llegar a ellas con un transporte público decente. Nos dejó su gestión sin transporte público, nos obliga a transitar en coche, y nos hace desiguales y, además, nos empobrece. ¿Qué es más caro: coger el transporte público o llenar el depósito para ir a Murcia?

Dejarnos sin futuro parece ser que es la función de un alcalde que engañó a todos. La “idiosincrasia”, palabra que le encanta decir cada que ve un micrófono, hace que se tenga pedanías y barrios poblados lejos del centro de la ciudad. Todos ellos están muertos sin un transporte público de calidad, pero para construirlo, para llegar al tranvía, para eliminar los atascos, hace falta pensar más lejos y articular una Entidad de Transporte Regional, algo que piense la comunicación no solo para los habitantes de esta Región.

Lo mismo es hora de despertar otra vez para construir un proyecto para la ciudad, pero también para la Región, volver a pedir como ciudadanos de Murcia lo que nos corresponde, aunque ya sabemos que luego él es capaz de ponerse la medalla. Nos da lo mismo, los vecinos del sur podremos ser carne de reemplazo, pero durante un tiempo fue imborrable nuestro canto. Quizás es necesario repetirlo.

En las penúltimas elecciones José Ballesta iba a pedanías en su tranvibús, prometía cambiar el transporte público, mejorar la ciudad con un plan de movilidad, luego cambió de opinión en la oposición y pasó de decir que el proyecto era suyo a que había que boicotearlo. Aseguraba también a todo aquel que quería oírle que iba a parar las obras de movilidad, pero las máquinas no han parado, no porque no quisieran, sino porque no pueden y tampoco saben qué es lo peor.

Ahora mismo se están jugando con su cabezonería de no cerrar el Puente Viejo a todo el tráfico privado, dejándolo solo para autobuses, eliminando las adaptaciones al final de la Gran Vía. Se están jugando la denuncia en Europa, aunque él espera que como no ha hecho lo que prometió a los que antes se quejaban se les olvide. No va a ser así y jugar con el dinero de los murcianos no es lo más lógico para un Ayuntamiento endeudado por la gestión de los convenios urbanísticos.