Nos lo advirtió por tierra, mar y algún que otro medio de comunicación. Los actuales dirigentes del Partido Popular son un grupo de niñatos que no han hecho otra cosa que ir de coche oficial en coche oficial. No saben lo que cuesta levantar una persiana.
La respuesta que se envió entonces desde San Esteban, a través de su portavoz Noelia Arroyo -la futura alcaldesa de Cartagena y la misma que achacó el problema del color del Mar Menor al viento de lebeche en una frase que la perseguirá toda su vida política-, fue tan poco elegante como mentirosa: acusaba al expresidente Garre de llevar toda la vida en política.
Ya lo dice el dicho popular: algunos son capaces de ver el grano en el ojo ajeno y no la viga en el suyo. Si hay políticos que llevan toda su corta pero intensa vida política viviendo de lo público no hay que dirigir la mirada a quien puso luz en San Esteban, sino mirarse en un espejo.
El resultado final de la aventura de Alberto Garre ya la conocen, el tsunami Vox lo convirtió en un barco a la deriva. Él podría haberse apeado y subirse en un barco más seguro, con camarote propio, pero decidió quedarse con sus principios y su proyecto. Por cierto, en Vox ya han comenzado su particular guerra de guerrillas y está claro que los Abascal, Monasterio, Espinosa de los Monteros y Smith no se andan con tonterías. ¿Cómo estará el nivel en el partido ultra para que el exjugador Antelo termine siendo su referencia? De momento, la extrema derecha ya tiene dos grupos en la Asamblea: el portavoz oficial de los terratenientes agrícolas, por un lado, y los ‘tres sudamericanos’, por otro.
Pero el expresidente no solo nos advirtió de lo que se nos venía encima, sino que también dijo que algunos están engañando a los agricultores del Campo de Cartagena. Y no se refería ni a la Confederación Hidrogáfica del Segura (CHS) ni a la ministra de Transición Energética, ni a los socialistas, sino a quienes saben que el futuro agrícola en esa zona se trasladará a otras tierras más temprano que tarde, y que solo hace falta ver quien está comprando fincas por Lorca y Almería -como diría Aznar: ‘Los autores intelectuales no andan en montañas perdidas’-.
Estamos viendo paso a paso cómo siguen cumpliéndose los malos augurios del expresidente Garre: la influencia de la CROEM, el todopoderoso empresariado agrícola, más pendiente de las subvenciones de la Unión Europea que de otra cosa y, sobre todo, que el oscurantismo le ha dado con la puerta en las narices a la transparencia y el buen gobierno.
Alguien debería recoger todas y cada una de las advertencias que Alberto Garre lanzó a la sociedad, sobre todo, para saber qué pasará mañana.
“López Miras está haciendo un curso acelerado de liderazgo y como Diego Conesa no ande listo, el PSOE debería ir pensando en otro candidato, y entonces habría PP y Vox para rato”.
Nos lo advirtió por tierra, mar y algún que otro medio de comunicación. Los actuales dirigentes del Partido Popular son un grupo de niñatos que no han hecho otra cosa que ir de coche oficial en coche oficial. No saben lo que cuesta levantar una persiana.
La respuesta que se envió entonces desde San Esteban, a través de su portavoz Noelia Arroyo -la futura alcaldesa de Cartagena y la misma que achacó el problema del color del Mar Menor al viento de lebeche en una frase que la perseguirá toda su vida política-, fue tan poco elegante como mentirosa: acusaba al expresidente Garre de llevar toda la vida en política.