El pasado 3 de noviembre, en el ultraderechista Diario La Razón, el ínclito Alfonso Ussía, heredero vivo de la España más rancia y cavernaria, con su distorsionada y morbosa visión de la realidad, acusaba, una vez más, de mil disparates al presidente Sánchez. En esta ocasión le acusaba de cometer un delito. Voy a tener que contestarle.
Todo el asunto viene a vueltas de si los independentistas catalanes cometieron sedición o rebelión. Ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo, aunque hay una clara mayoría que opina que no hubo rebelión. Además, el entonces todavía no presidente Pedro Sánchez dijo hace unos meses que para él había rebelión de forma clara. Obviamente se equivocó, y ahora ha rectificado, a tenor del análisis mayoritario de los expertos y después de haber profundizado en el análisis del problema. La cuestión es que la rebelión exige un uso de la fuerza, coercitiva más allá de las amenazas, un control de los elementos clave del sistema (aeropuertos, trenes, telefonía, hospitales, correos, policía, ejército…), y un grado de represión que de ninguna manera se produjo. Cierto es que, si el Estado de Derecho no hubiera actuado de forma rápida y diligente, apoyado por el PSOE, por cierto, probablemente en ocho o diez días sí se hubiera producido la situación que hemos comentado. Es decir, no hubo delito de rebelión, pero pudo haberse producido. Sin embargo, los delitos no pueden ser cometidos sólo intencionadamente. Si esto fuera así yo no saldría de la cárcel, ya que no hago otra cosa que pensar en cómo cambiar el mundo... Del dicho al hecho, hay mucho trecho. En este caso, el trecho de la realidad, y de la Ley. El presidente Sánchez ha rectificado. Enhorabuena. Es una prueba de sensatez, aunque el Sr. Ussía le acuse de lo contrario. Pero también le acusa de otras cosas, por ejemplo, de conmiseración con los golpistas, que es casi acusarlo a él mismo de golpista. También le acusa de “usurpador” por no estar en el gobierno por los votos de los españoles, y es que, este señor aún no se ha enterado de que vivimos en un sistema parlamentario donde la investidura se consigue con el voto de los diputados, representantes de los ciudadanos y ciudadanas. Ay, que tiempos aquellos en los que el pueblo votaba y el dirigente obtenía más votos que votantes había…
Hasta donde yo sé el presidente Sánchez no ha ordenado nada a nadie, en referencia a la petición de delito de rebelión por parte de la Abogacía del Estado. Ahora bien, si el Sr. Ussía estaba alumbrando con el candil cuando el presidente dio la orden, entonces que lo denuncie. Si no es así, igual el insensato es él al no entender que un presidente debe reflexionar (cosa que él no hace…) y dejarse asesorar por la mayoría de expertos que piensan que no hubo delito de rebelión, aunque éste hubiera podido llegar a producirse de no haberse actuado con contundencia. Sigamos.
No contento con acusar al presidente de presunto prevaricador, que después de repetir la frase quince veces en su artículo termina por convertirse en “prevaricador a secas”, también le acusa de ser el “presunto mayor enemigo de España” Curiosamente esto lo hace nombrando a generales que aún sueltan lágrimas de añoranza por “los caídos por España”. Llama la atención que nadie de su entorno, ni él mismo, parezca llorar por los obreros esquilmados de sus derechos por los gobiernos que él defiende; ni por los represaliados por los gobiernos que él defendió; ni por los miles ahora, y millones entonces, de españoles y españolas que han que tenido y tuvieron, que irse de España huyendo de un país de salvajes y criminales, de abusadores, delincuentes, embusteros, corruptos… amigos, en definitiva. No, el Sr. Ussía llora por los caídos por España ¿Por qué España, Sr. Ussía?, porque parece que no estuviéramos hablando del mismo país.
Acusa al presidente de dictador que tiene sojuzgado al partido, y a la militancia libre de no abrir ahora la boca ¿Cómo se atreve a dirigirse siquiera a la militancia del PSOE, y mucho menos de “libre” cuando en “sus tiempos” las compañeras y compañeros estaban en la cárcel o el exilio? Qué poco le importaba entonces la libertad de la militancia socialista, o la libertad de cualquiera… Y, Sr. Ussía, el presidente ha sido elegido democráticamente por esa misma militancia a la que alude, Secretario General del PSOE, y por el Parlamento Español, presidente del gobierno. Un respeto. También acusa al presidente de “usurpador supremo”, de “vividor…” le acusa incluso de ser “guapo”. Sr. Ussía, comparado con usted, soy guapo hasta yo. Acusa al presidente de ser “un mandril que se salta las leyes…” Y eso lo dice usted, un espectro de otros tiempos que asusta a los hombres de día, y a las mujeres de noche. Sr. Ussía, la Abogacía del Estado pide once años y medio por sedición, y la restitución del daño económico por malversación. O lo que es lo mismo, que los señores que se alzaron contra el poder establecido por todos, queriendo separar Cataluña de España van a estar, seguro, cinco o seis años en la cárcel, y, además, cuando salgan, estarán arruinados, no pudiendo ostentar ningún cargo público ¿Qué más quiere? ¿Fusilamiento al amanecer? Esos tiempos ya pasaron, Sr. Ussía. Da usted pena ¿De verdad es posible vivir con tanto odio? ¿Tanto miedo tiene usted? ¿A qué, a que los socialistas intentemos resolver los problemas que ustedes han creado?
Para terminar, le diré dos cosas Sr. Ussía. Pedro Sánchez no tiene ansia por permanecer en el gobierno, sino por gobernar, que no es lo mismo. Y en cuanto a usted, termine de una vez la carrera de Periodismo. Está feo ir por ahí tirándose el pisto de que se es periodista sin serlo, que, por cierto, es lo mismo que hace Puigdemont.
El pasado 3 de noviembre, en el ultraderechista Diario La Razón, el ínclito Alfonso Ussía, heredero vivo de la España más rancia y cavernaria, con su distorsionada y morbosa visión de la realidad, acusaba, una vez más, de mil disparates al presidente Sánchez. En esta ocasión le acusaba de cometer un delito. Voy a tener que contestarle.
Todo el asunto viene a vueltas de si los independentistas catalanes cometieron sedición o rebelión. Ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo, aunque hay una clara mayoría que opina que no hubo rebelión. Además, el entonces todavía no presidente Pedro Sánchez dijo hace unos meses que para él había rebelión de forma clara. Obviamente se equivocó, y ahora ha rectificado, a tenor del análisis mayoritario de los expertos y después de haber profundizado en el análisis del problema. La cuestión es que la rebelión exige un uso de la fuerza, coercitiva más allá de las amenazas, un control de los elementos clave del sistema (aeropuertos, trenes, telefonía, hospitales, correos, policía, ejército…), y un grado de represión que de ninguna manera se produjo. Cierto es que, si el Estado de Derecho no hubiera actuado de forma rápida y diligente, apoyado por el PSOE, por cierto, probablemente en ocho o diez días sí se hubiera producido la situación que hemos comentado. Es decir, no hubo delito de rebelión, pero pudo haberse producido. Sin embargo, los delitos no pueden ser cometidos sólo intencionadamente. Si esto fuera así yo no saldría de la cárcel, ya que no hago otra cosa que pensar en cómo cambiar el mundo... Del dicho al hecho, hay mucho trecho. En este caso, el trecho de la realidad, y de la Ley. El presidente Sánchez ha rectificado. Enhorabuena. Es una prueba de sensatez, aunque el Sr. Ussía le acuse de lo contrario. Pero también le acusa de otras cosas, por ejemplo, de conmiseración con los golpistas, que es casi acusarlo a él mismo de golpista. También le acusa de “usurpador” por no estar en el gobierno por los votos de los españoles, y es que, este señor aún no se ha enterado de que vivimos en un sistema parlamentario donde la investidura se consigue con el voto de los diputados, representantes de los ciudadanos y ciudadanas. Ay, que tiempos aquellos en los que el pueblo votaba y el dirigente obtenía más votos que votantes había…