Por sorpresa, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, remodelaba su Ejecutivo el pasado fin de semana, dando entrada a caras nuevas y dejando atrás otras que ya parecían amortizadas. Aristóteles hablaba de la amistad política, como algo más esencial que el poder. Da la impresión de que a Sánchez no le ha temblado la mano para desprenderse de algunos fieles del pasado. Cuentan que esto será el preludio del próximo congreso federal del PSOE donde, a decir de algunas fuentes solventes, la dirección del mismo va a quedar que no la va a conocer ni la madre que la parió, en palabras del pretérito vicepresidente y vicesecretario general, Alfonso Guerra.
Parece que Sánchez ha movido ficha de cara a la segunda parte de su legislatura sabedor de que tiene que jugar fuerte si quiere reverdecer laureles en las próximas citas electorales. Serán primero las autonómicas y municipales, en 2023, importantes siempre para ganar las posteriores generales. Echando un vistazo rápido a las encuestas, todo indicaba que al presidente del Gobierno se le habían complicado las cosas últimamente. Y que los indultos a los políticos independentistas han podido motivar ese cambio de tendencia en el electorado.
Desde la Región de Murcia se han interpretado estos movimientos de manera desigual. Para el PP, que gobierna desde 1995, la remodelación de Sánchez va a suponer más de lo mismo, máxime cuando la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, una de sus bestias negras, sale reforzada en esta crisis. Su postura ante el futuro del Trasvase Tajo-Segura parece que no sufrirá alteraciones.
Para el PSRM-PSOE, que pronto los interpretó en clave municipalista, los movimientos de Sánchez pueden traer vientos de cambio. Quizá no a corto plazo, pero sí a medio o largo. El fiasco de la moción de censura con Ciudadanos ha podido ser la gota que colme el vaso. Aunque los socialistas ganaron las autonómicas al PP en 2019, por primera vez en 24 años, ello no fue suficiente para desbancar a los populares de San Esteban. Desde ese momento, el partido no ha terminado de encontrar su sitio en la escena política regional. La moción pudo remediar esa oportunidad perdida, si bien su atrabiliario desenlace ha servido para embarrar todavía más la situación.
Al igual que el entorno de Moncloa precisaba cambios que introdujeran aire fresco al Ejecutivo central, el PSRM y otras esferas de poder que el partido controla en la Región también lo precisan. Estos días se especula con la posible vuelta a primera línea de uno de sus mejores activos, la exdiputada nacional María González Veracruz, estrechamente relacionada con algunas incorporaciones al nuevo gabinete. La señal la ha dado el propio Sánchez, recuperando a efectivos que en su día se enfrentaron a él en las primarias apoyando a las dos otras opciones en litigio: Susana Díaz y Patxi López. Este tipo de gestos jamás han sido vistos por estos lares, sino más bien todo lo contrario, pasando factura al contrincante e incluso expedientando al disidente. Lo cierto es que, siguiendo la máxima del eterno Andreotti, en el PSRM siempre hubo amigos íntimos, amigos, conocidos, adversarios, enemigos mortales y compañeros de partido. No sé si aquí, en la Región, los actuales dirigentes socialistas sacarán alguna lección de lo que ahora acaba de hacer Pedro Sánchez. De no ser así, se haría necesario que desde la futura Ejecutiva federal se diera un golpe de timón a una nave que zozobra, durante ya demasiado tiempo y sin rumbo fijo, en las aguas turbulentas de la trémula política murciana.
Por sorpresa, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, remodelaba su Ejecutivo el pasado fin de semana, dando entrada a caras nuevas y dejando atrás otras que ya parecían amortizadas. Aristóteles hablaba de la amistad política, como algo más esencial que el poder. Da la impresión de que a Sánchez no le ha temblado la mano para desprenderse de algunos fieles del pasado. Cuentan que esto será el preludio del próximo congreso federal del PSOE donde, a decir de algunas fuentes solventes, la dirección del mismo va a quedar que no la va a conocer ni la madre que la parió, en palabras del pretérito vicepresidente y vicesecretario general, Alfonso Guerra.
Parece que Sánchez ha movido ficha de cara a la segunda parte de su legislatura sabedor de que tiene que jugar fuerte si quiere reverdecer laureles en las próximas citas electorales. Serán primero las autonómicas y municipales, en 2023, importantes siempre para ganar las posteriores generales. Echando un vistazo rápido a las encuestas, todo indicaba que al presidente del Gobierno se le habían complicado las cosas últimamente. Y que los indultos a los políticos independentistas han podido motivar ese cambio de tendencia en el electorado.