Demasiados años, hay que abrir el cortijo. Y da igual quién sea la lista más votada. Incluso da igual si hay que formar, con fuerzas de los márgenes, un tripartito, palabra tan denostada para algunas formaciones políticas en este país. Estos son los argumentos que el bloque conservador está sosteniendo para justificar el cambio de Gobierno en Andalucía y son, todos ellos, lógicos, aunque han supuesto una ruptura de sus principios. Especialmente en lo referente a la lista más votada y los gobiernos Frankestein (ahora los llamarán gobiernos “moderno Prometeo”).
Está claro que ganar la plaza de Andalucía suma muchos puntos en el videojuego de la política española, pero impide a Ciudadanos seguir sosteniendo al PP en la Región de Murcia, salvo que se caiga en una incoherencia tal que apunte a la indisoluble unidad entre Ciudadanos y que gobierne el PP. Esta es una opción: da igual el contexto porque, pase lo que pase, Ciudadanos vota al PP, pero de lejos da que pensar que esa sensación generalizada podría terminar pasando factura a los liberales.
24 años de gobierno son demasiados y aquí también tenemos nuestro propio cortijo, como pasa en cualquier sitio donde el mismo partido ininterrumpidamente vienen ostentando el poder durante tanto tiempo. Es natural. Posiblemente a la murciana manera no lo llamemos cortijo, pero sí chiringuito o sistema de panzonismo. En cualquier caso la realidad nos dice que no es deseable tanto tiempo seguido de gobierno de ningún partido, o al menos eso están defendiendo los de Rivera, y está claro que pasados los 16 años, todo suena a régimen.
Y, si se quieren buscar analogías, nosotros también sufrimos importantes casos de corrupción política: Valley, Umbra, Púnica, La Sal, Novo Carthago, Camelot, Hidrogea, Tótem, Zerrichera, Biblioteca, compra de votos en Fortuna, Púnica…Y unos datos alarmantes sobre falta de progreso social: la Región de Murcia se sitúa entre las 20 regiones más pobres de la Unión Europea. El porcentaje de murcianos que se encuentra en riesgo de exclusión social ha aumentado desde 2016, a pesar de la mejora de las cifras macroeconómicas regionales –hemos llegado a liderar el crecimiento nacional–. Hace un par de años la Región de Murcia no estaba incluida dentro de ese “top de pobreza”, al ocupar el puesto 32; estamos a la cola en Servicios Sociales: con un 3,40 en el Índice de Desarrollo de Servicios Sociales nos situamos entre las regiones con peores prestaciones, solo superados por Canarias y Valencia. Contamos con 1,44 plazas residenciales para cada 100 murcianos mayores de 65 años, 1 punto por debajo de la media nacional; somos una de las comunidades donde más larga es la espera para operarse.
Según datos del Ministerio de Sanidad (2018) la Región de Murcia cuenta con 18,82 pacientes por cada mil habitantes en lista de espera para operarse, la tercera mayor tasa por comunidades, solo inferior a la de Cataluña (21,7) y Extremadura (20,8) y ampliamente por encima de la media nacional. Incluso parece que no se está produciendo la más razonable de las gestiones económicas, aceptando la influencia del histórico castigo por populares y socialistas de la deuda histórica, las cuentas murcianas siguen reflejando una inestabilidad alarmante. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) señala que Murcia será la comunidad autónoma con mayor diferencia negativa entre ingresos y gastos en 2019, del 1,2%. Nuestra Comunidad está sumida en un desequilibrio financiero difícil de revertir y triplicará los límites de déficit fijados por Hacienda para el ejercicio 2019.
Todos los ojos miran a Ciudadanos en la Región de Murcia ahora. Si es coherente no tendrá más remedio que aceptar un cambio de gobierno en San Esteban, convirtiendo a Conesa en Presidente y, todo ello, con el indispensable apoyo de Podemos, porque no hay otra suma posible que la de ese tripartito más o menos evidente de regeneración y cambio. O siempre cabe la posibilidad de que lo que pasara en Andalucía no fuera más que lo malo era malo de izquierdas y aquí, por mucho malo, es malo de derechas. ¡La vida!
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