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Asalto porcino en el Ayuntamiento de Lorca

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En enero de 2021 asistimos al asalto al Capitolio de EEUU por auténticas hordas salvajes que tenían la intención de retorcerle el brazo a la soberanía popular. Grupos trumpistas, alentados por el propio Trump pretendieron dar un golpe de estado a la democracia norteamericana. Como no creen en la democracia, le ponen palos en las ruedas. O la muelen a palos, según se tercie.

En enero de 2022 hemos visto el mismo hecho repetido a escala en el ayuntamiento de Lorca, que es mi pueblo. Hordas incontroladas entrando a empujones en el ayuntamiento para tratar de detener el curso democrático de una decisión sobre las granjas de cerdos. Las granjas deben estar situadas a 1,5km como mínimo de todo núcleo habitado. Antes esta distancia era de 1,5km con respecto a la ciudad y 1km con respecto a cada una de las 39 pedanías que tiene Lorca. Lo que se pretende es algo tan sencillo como que la distancia sea la misma para la ciudad de Lorca que para las pedanías, además de establecer distancia también con fuentes naturales de agua, colegios y centros sanitarios. No parece disparatado. Ni siquiera se pide que se desmantelen granjas, es una medida que solo  aplica para las nuevas explotaciones o ampliación de las existentes. Bueno, pues no, a los ganaderos les parece una medida lesiva para sus intereses, ¿y cómo los defienden? Pues a palos, que es como se hacen las cosas en el Paleolítico. El que más fuerte golpea es el que lleva la razón.

Cualquiera pensaría que es cosa de un puñado de incontrolados y que sus representantes políticos harán un llamamiento a la cordura, ¿verdad? Pues no, tampoco. Ni Pp ni Vox, hasta la hora en que se escribe este artículo, han condenado esa violencia contra las instituciones democráticas, ni han llamado al alcalde de Lorca para ver cómo se encuentra.

Cómo se puede negociar con hordas salvajes presionando a las puertas de la institución. Con qué libertad, con qué sentido del bien común, cuando lo que te preocupa es que no te tundan a palos a la salida del ayuntamiento. Pero estos que no creen en la democracia han conseguido su objetivo: han suspendido la sesión.

Cuando todavía están calientes las cenizas del incendio desatado por las declaraciones de Garzón al decir que la ganadería extensiva es más sostenible que la intensiva (ojo con la burrada, y es que el pobre hombre no puede ni abrir la boca), este asalto a una institución democrática vuelve a poner el tema sobre la mesa.

Los bulos son el alimento espiritual de la derecha española. Resulta que esta manifestación se ha producido después de un fin de semana en que PP y Vox se han dedicado a hacer una intensa campaña de manipulación mezclando bulos con estas medidas, que solo se pueden calificar de lógicas y con las declaraciones de Garzón, igual de lógicas... para cualquiera que tenga dos dedos de frente. Pero claro, han mezclado ácido clorhídrico con sulfato de so… vamos, que la han liao parda. Y ahora sale el representante de Vox en Andalucía diciendo que este asalto es la expresión de la desesperación de un pueblo que se ve en la ruina. Ya me imagino al sujeto sacándose un pecho y guiando al pueblo a la Bastilla, al puro estilo Delacroix. Eso en lugar de condenar un asalto que abochorna a cualquiera que tenga un mínimo de cultura democrática. Primero encienden al personal con soflamas, después observan desde la barrera cómo se descontrola la situación y después culpan a las medidas reguladoras de provocar el estallido de violencia. Tontos del todo no son. Manipuladores, mucho.

Es innegable que la ganadería intensiva, cuya expresión son las macrogranjas, que nadie quiere cerca,  es un tipo de ganadería que tiene, como mínimo, que revisarse por la cantidad de contaminación y sufrimiento animal que provoca. Pero claro, a la vista de la sensibilidad democrática de sus defensores podemos imaginar cómo será su sensibilidad ecológica y su empatía hacia los animales. El representante de los ganaderos lorquinos pedía al alcalde “flexibilidad” a la hora de aplicar las medidas mientras una horda descontrolada presionaba para que esa “flexibilidad” se hiciera efectiva. La lectura que se saca de todo esto es que el ganadero es un sector poco acostumbrado a medidas reguladoras. Las únicas medidas que pueden evitar que llevemos a la Región al colapso. Si alguien cree que estoy exagerando, que se acuerde de ese hermoso Mar Menor,  muerto ahora gracias a la “flexibilidad” a la hora de aplicar medidas reguladoras al sector de la construcción y al agroindustrial.

En enero de 2021 asistimos al asalto al Capitolio de EEUU por auténticas hordas salvajes que tenían la intención de retorcerle el brazo a la soberanía popular. Grupos trumpistas, alentados por el propio Trump pretendieron dar un golpe de estado a la democracia norteamericana. Como no creen en la democracia, le ponen palos en las ruedas. O la muelen a palos, según se tercie.

En enero de 2022 hemos visto el mismo hecho repetido a escala en el ayuntamiento de Lorca, que es mi pueblo. Hordas incontroladas entrando a empujones en el ayuntamiento para tratar de detener el curso democrático de una decisión sobre las granjas de cerdos. Las granjas deben estar situadas a 1,5km como mínimo de todo núcleo habitado. Antes esta distancia era de 1,5km con respecto a la ciudad y 1km con respecto a cada una de las 39 pedanías que tiene Lorca. Lo que se pretende es algo tan sencillo como que la distancia sea la misma para la ciudad de Lorca que para las pedanías, además de establecer distancia también con fuentes naturales de agua, colegios y centros sanitarios. No parece disparatado. Ni siquiera se pide que se desmantelen granjas, es una medida que solo  aplica para las nuevas explotaciones o ampliación de las existentes. Bueno, pues no, a los ganaderos les parece una medida lesiva para sus intereses, ¿y cómo los defienden? Pues a palos, que es como se hacen las cosas en el Paleolítico. El que más fuerte golpea es el que lleva la razón.