López Miras, ese presidente simpatiquillo, campechano como rey viejo, pero que podría ser el joven cuñado de cualquiera, parece en paz con la gente pero está en guerra con las entrañas de la Región de Murcia. Nos va a sacar las tripas tipo harakiri. Guerra fiscal al Gobierno de España, con el recorte unilateral a los ingresos de la CARM, y renovado afán por estrangular los servicios públicos hasta que caigan. Como en Madrid, esto se hace sonriendo. Ya no es austeridad ¿vale?, ahora es libertad. De buen rollo. Como Ayuso, esa pin up neoliberal de la movida madrileña. Noches locas en Malasaña, tardeos de farra por la Plaza de las Flores, y cada día una persona menos trabajando en sanidad o educación.
Murcia no va a gastar un duro en su educación pública. Si gastan otros, como el Estado o la UE, allá ellos. Aquí somos 'libres' de dejarla caer. Qué leches 'España'. Queremos ser Inglaterra. Pero si Boris Johnson se pega unas fiestas como las de los peperos en verano, con sus yates en el Mar Menor. Proteger el acceso de la gente a los servicios públicos esenciales si eso ya tal, porque no es cool. Si ya no existe el invierno, se puede solucionar todo con una tapa y una caña, o con unas botellas de cava en el bar de tardeo del Mercado de Correos, donde alternan en felicidad peperos con abascales, olonas y ciudadanos libres de imposiciones y recargos.
Claro que aquí pueden darse algunos despidos entre personal público, interinas de mal vivir, que no agradecen los aplausos de balcón, o gente de FP, que ahora eso es una fiesta loca de privatizar con dinero de la UE, con barra libre de certificaciones, subvenciones y libertad para convidarse. El Gobierno de España va a subir el Salario Mínimo Interprofesional. Pero nada le aguará la fiesta a López Miras: cada céntimo que tenga que pagar a personal sanitario o docente, para proteger los salarios de la inflación, lo saca de recortar gastos de personal de los propios servicios.
Total, reducir la temporalidad y la precariedad es cosa de Yolanda Díaz con el sector privado. El público lo podemos desmontar y gastarnos los cuartos en algo más divertido. Además, si con el boicot a la LOMLOE ya están reventados los centros. Y es todo un rollo, con los currículos y las competencias. Como pasó con los informes de la Consejería de Medio Ambiente, que eran un rollo, con lo del Mar Menor, y se solucionó despidiendo técnicos y personal interino despedible. Seguro que hubo fiesta de la patronal de la agroindustria, que para algo se pagan la Fundación Ingenio esa.
Noviembre de primavera y terraceo. Este curso escolar, en medio del caos y el estrangulamiento, nos ha traído el cambio de clima a los centros. Ahora hay protestas, camisetas verdes, concentraciones los jueves. Se está recortando la contratación de personal interino aún más. El regular, el que se niegan a estabilizar, llegó más tarde que nunca este año, y ahora las sustituciones se retrasan cada vez más. Guardias y más guardias. Las horas de religión islámica o de atención educativa son más guardias. Agotamiento físico, mental, emocional. Papeles y más papeles. Hasta de los que no hacen legalmente falta, como firmas de las familias para hacer tal o cuál actividad complementaria. Ya no hay tiempo para la docencia, es más importante que los papás homófobos o terraplanistas no se molesten.
La UE sí que gasta, pero no se complementa ninguna partida con gasto propio. No se asume ninguna mejora en la planificación a medio plazo. Calefacción desde luego ya no hará falta en los centros, si ya no existe el invierno. No hacen falta ni puertas, hay un cole en Portmán en el que no se pueden cerrar porque no encajan, y ni tan mal. Ya el curso pasado llegaron fondos europeos del programa PROA+, que son para ayudar al alumnado en situación más vulnerable, contratando refuerzos para la orientación y el trabajo socioeducativo. Este año hay también, pero ahora la Consejería reduce el tiempo de contratación para que ese personal no tenga derecho a cobrar verano. De la atención al alumnado vulnerable, que de todos modos no va a acabar de tardeo en el Mercado de Correos, para qué hablar.
Es que el dinero público debe ir a otras cosas más de moda, que Ayuso ha ordenado guerra fiscal y fin de los servicios generalistas. No importa que los PGE o hasta la ONU indiquen que toca más gasto educativo. Después de lo que pasó con Don Teodoro, hay que congraciarse con la nueva jet madrileña trumpista, y prepararse para gobernar con Vox, o con algún nuevo ente de Macarena Olona, o tal vez con Toni Cantó, o con quien sea que nos garantice la barra libre de dinero público para cosas más 'chic', como los coles privados con concierto y repago ilegal a la huertana.
¿Y el personal docente? Porque nadie va a hacer nada ni por los servicios públicos ni por el personal, obviamente. Son funcionarios. No molan. ¿Pero les importa a los propios docentes? Ansiolíticos, antidepresivos, y bajas mal sustituidas que tensan aún más la carga laboral. Primeras protestas desde septiembre. “No aguantamos más”, “así no podemos seguir”, “ésto va a peor”, “a dónde vamos a llegar”. Parar este desmadre. Desde fuera se ve todo muy alegre, y hace muy buena temperatura, pero las niñas se están cortando en los brazos y muchas docentes están enfermando.
Hay que parar esto. ¿O es que nos hemos vuelto locos los docentes y nos hemos creído que vamos a aguantar el derrumbe laboral que se nos viene? Y a la ciudadanía: ¿nos creemos que cuando ya no quede red pública potable como alternativa, los precios en los que se va a poner la educación privada los vamos a poder asumir de nuestros bolsillos? Tenemos que parar el servicio en los centros. Hay que parar.
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