Entre todas las batallas que el aparato de propaganda de las derechas, la de centro, la otra y la de más p’allá se inventan cada día en la guerra permanente y sin cuartel contra el gobierno 'social-comunista', como docente me llama la atención la permanente lucha en torno a la Educación. La última de la que he tenido noticia ha sido la escandalera montada por los 'amantes de la cultura del esfuerzo' encabezados por su máximo exponente el 'licenciado y master' Sr Casado que dijo: “Dejar pasar alumnos sin aprobar es como dar de alta enfermos sin curar”. Asombra la corta memoria del egresado de Harvard (sección Aravaca); inmediatamente fue seguido por todas las personas que reciben los lunes el argumentario que fabrican las cabezas pensantes del partido como, por ejemplo, el presidente murciano López Miras: “… En el PP queremos una sociedad en que los jóvenes hayan aprendido el valor del esfuerzo, que aprueben para pasar de curso, y que los títulos no sean un regalo del gobierno”.
La señora Díaz, presidenta de Madrid: “Regalar un título a un joven que no ha superado todas las asignaturas es engañarle”. Se pueden rastrear más comentarios parecidos por todas las comunidades. A continuación le sigue su “brunete mediática” colocada en diferentes medios: Herrera en la COPE: “El Gobierno quieren borregos”. El ABC de Andalucía: “El Gobierno quiere regalar los títulos educativos como si fueran churros”… El Mundo en una editorial: “Parece que este Gobierno tiene decidido embarcarse en una delirante cruzada contra el mérito…”
Y es hasta lógico que a continuación el coro habitual de analfabetos funcionales en las redes continúe con la campaña a cuenta de una Ley de Educación con la excusa del 'paso de curso con suspensos', 'la necesidad de estudiar y esforzarse para triunfar…', cuando resulta que lo que pone sobre el tema la ley Celaá o LOMLOE no es en absoluto nuevo.
Cuando la Ley General de Educación del 70 impuso la evaluación colegiada se abrió la puerta a que se pudiera titular con alguna asignatura suspensa. En Primaria había dos etapas de 1º a 5º la primera,- en la que el tutor decidía el pase de curso, y la segunda, de 6º a 8º,- en la que el conjunto de profesores decidía tanto el paso de curso como el título al finalizar: el de EGB o el certificado de escolaridad, no siendo raro que en la sesión de evaluación se subiera la nota en alguna asignatura para que los chavales pudieran titular. Algo parecido, o peor, hacía algún centro concertado de la capital cuando ponía a las familias de ciertos alumnos ante la tesitura de repetir 8ª en el centro o bien se marchaba al instituto vecino con el título de EGB en la cartera.
En el famoso y tan añorado, por algunos, BUP, dicha Ley ponía en su artículo 28.-1 'En los Centros estatales y en los homologados no estatales, a que se refiere el artículo noventa y cinco, la valoración del aprovechamiento del alumno en cada curso del Bachillerato se realizará mediante una calificación conjunta, efectuada por todos los profesores del mismo'. Además se podía pasar de curso con dos asignaturas suspensas. Con Franco vivo todavía, ¡Qué escándalo!
La siguiente ley que afectó a todos los niveles fue la LOGSE que generalizó la Infantil desde los tres años en tres cursos y la Primaria en seis. La principal diferencia con la ley general anterior es que en aquella se podía repetir 'ad infinitum' (en mi primer trabajo encontré alumnos de 9 y 10 años en una clase de primero) y en la nueva se permitía repetir una vez en toda la Primaria. Esta ley dividía la secundaria en dos partes, la ESO con dos etapas de dos años en la que se podía repetir una vez en cada una, y el Bachillerato con dos años. La evaluación del alumnado seguía siendo colegiada.
Luego llegó la LOCE, del PP, volvió al criterio de asignaturas para las repeticiones pero fue la primera en poner negro sobre blanco lo de: “Se podrá obtener este título sin haber superado todas las asignaturas de la etapa, en las condiciones que el Gobierno establezca”. Lo cual concretó en un decreto en el BOE núm. 158, de 3 de julio de 2003, 'Ordenación de las enseñanzas de la ESO', en el que especificaba que se podía titular en la ESO con dos asignaturas siempre que no fueran matemáticas y lengua a la vez. Los responsables actuales del PP no leen, no comprenden lo que leen, o pueden montar un coro de fariseos.
Y después llegó la LOE otra vez 'ley socialista', que volvió al criterio de evaluación global y colegiada, aunque en la práctica en los centros educativos se usaba el criterio de asignaturas suspensas, dos o tres siempre, igual que en la anterior , que no coincidieran lengua y matemáticas.
La LOMCE vino después y al PP le importó más otras cuestiones como la privatización de la enseñanza que modificar los criterios de calificación de la ESO. La evaluación seguía siendo colegiada, se podía pasar de curso no solo con dos sino hasta con tres suspensos. La gran diferencia fue que imponía una serie de exámenes, antiguamente 'reválidas', sobre todo en Secundaria. En Primaria, en 3º y en 6º se hacían evaluaciones individualizadas, exámenes, “con criterios unificados del Ministerio” que al finalizar la etapa las personitas se llevaban en su expediente y que para muchos ya les marcaba un itinerario escolar con una única salida.
Al empezar la siguiente etapa si las personas hubieran repetido una vez en Primaria y otra en los dos primeros cursos de Secundaria, se le desviaba a la FP básica. Y las que podían seguir el 3º de ESO por medio de 'itinerarios' se les obligaba a elegir por dónde iban a seguir sus estudios al finalizar la etapa, si a la FP o al Bachiller. Al finalizar 4º de ESO era obligatorio un examen, reválida, para titular.
En el Bachillerato se titulaba si la media del total de asignaturas era igual o mayor que cinco, en dicha media tenía que entrar un examen global que había que hacer al finalizar el segundo curso.
La oposición a la LOMCE que, recordemos, fue aprobada solo por los diputados del PP fue no sólo política, sindical o social, también y muy importante la del mundo académico universitario desde donde las críticas fueron generalizadas. Al final la aplicación real de esta ley, se fue dejando por el camino las evaluaciones finalistas, transformándose en orientadoras, desapareciendo la última de bachillerato que en texto de la ley era necesario superar para conseguir el título.
Y ahora toca la LOMLOE, con ella se trata de revertir la carrera de obstáculos que había diseñado el equipo Wert y volver a centrarse en las necesidades y capacidades de las personas en vez de en la memorización y el “conocimiento”.
En primer lugar en Educación Infantil destaca el propósito de extenderla al tramo de 0 a 3 años. Las variaciones en Primaria consisten en volver a los tres ciclos. En el tercer ciclo se incluirá un área de valores cívicos, en 4º habrá una evaluación de diagnóstico informativo, formativo y orientador para centros, alumnos y familias. Al finalizar 6º habrá un informe individual de cada persona.
En Secundaria se vuelve a poner todos los medios, diversificación curricular, para que todos consigan graduarse, es decir, volver a considerar la titulación de la ESO como única y necesaria para todos, aunque sigue facultando al profesorado para orientar a ciertos alumnos hacia la FP básica.
Y con respecto al Bachillerato, el artículo 37 es el que usan para el conflicto y “su guerra”. Dice: “Para obtener el título de Bachiller será necesaria la evaluación positiva en todas las materias de los dos cursos de Bachillerato. El Gobierno, previa consulta a las comunidades autónomas, establecerá las condiciones y procedimientos para que, excepcionalmente, el equipo docente pueda decidir la obtención del título de Bachiller por el alumno o alumna que haya superado todas las materias salvo una, siempre que en ella no se haya producido una inasistencia continuada y no justificada y se considere que ha alcanzado los objetivos y competencias vinculados a ese título”.
En definitiva, algo que usualmente se venía haciendo en los centros desde siempre, porque normalmente ningún docente, de verdad, le cierra el paso a una persona porque no alcance todos los objetivos de su asignatura si es la única que le impide titular.
Lo más probable sea que lo que les duele sea la amenaza al sector privado de sus privilegios económicos, la prohibición de cobrar cuotas, el control de los ingresos y sobre todo la posibilidad de acabar con la segregación escolar de las personas no deseadas en 'sus' colegios. Aunque eso da para otro artículo. Nihil novum sub sole.