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¿Carbón para todos?

Sus Majestades de Oriente han venido cargados de carbón este año. Tenían mucho que repartir y no sólo en Canal Sur. Por toda España se han cometido tropelías suficientes como para que los Reyes Magos hayan tenido una de las noches más duras de su carrera.

En un país donde miles de niños no pueden tener una vida normal, donde ser pobre está a la orden del día, donde miles de dependientes padecen la ineptitud política, donde pueden morir enfermos de hepatitis C, porque las autoridades se niegan a suministrarles un medicamento, donde miles de familias son echadas de sus casas con cajas destempladas y defenderlas te puede costar mucho, donde los trabajadores no pueden trabajar y son mirados con lupa y despreciados por algunos estamentos sociales, donde los jóvenes no tienen futuro y buscan como locos cualquier atisbo de esperanza, donde ser mujer te puede costar la vida sin que a muchos se les mueva un pelo, donde hemos visto desmoronarse las instituciones como castillos de naipes, donde vemos cada día cómo muchos de nuestros gobernantes se lo han llevado crudo y no devuelven ni un euro... Un país expoliado por los que tenían que salvaguardar nuestro bienestar por encima de todo, porque así lo habían prometido.

¿Cuántos kilos de carbón hacen falta para paliar semejante despropósito?

Y siguen y siguen, sin ningún pudor, echando mano de la distracción política para intentar salir airosos de las urnas otra vez. Porque, claro, 2015 es año electoral y, si nada lo remedia, más de uno se va a llevar un chasco grandísimo. Las jugadas de estos últimos días de la nueva reforma fiscal, que supuestamente beneficia a los que menos ganan, pero también a los que tienen más, el anuncio de la llegada del AVE a 8 ciudades más en 2015, el ridículo aumento del salario mínimo interprofesional y la mínima subida de las pensiones, la devolución de la paga extra de 2012 a los funcionarios, los anuncios de que lo peor ya ha pasado y de que España es el país de la eurozona que más crece, las continuas amenazas a los ciudadanos sobre el daño que pueden causar las nuevas formaciones políticas, cuando todos sabemos que peor no puede ser.

¿Queremos una educación de calidad, un sistema sanitario en condiciones, una protección social digna o queremos un AVE? Puestos a pedir, queremos todo, pero la política, como la vida, es cuestión de prioridades y, no nos engañemos, actualmente nuestros derechos no están por encima de las infraestructuras. ¿Si no por qué en Murcia, una Región castigada duramente por los recortes y el desempleo, no hablamos de otra cosa que del soterramiento de las vías -ojo que no le quito importancia-, del aeropuerto fantasma de Corvera, el parque Paramount o del tranvía? ¿Será que los que gobiernan detectan que esto es lo que nos importa o será que interesa informar de estos asuntos para que no se hable de otras cosas?

¿De verdad nos vale este jueguecito? ¿O hemos aprendido la lección de una vez por todas y seremos consecuentes? ¿Qué pensaran los Magos si después del esfuerzo de dejar toneladas de carbón, volvemos a comprarles el discurso de la mentira? Si no ponemos un poco de sentido común en todo esto, es posible que Sus Majestades traigan carbón para todos el año que viene, o cosas mucho peores.

Sus Majestades de Oriente han venido cargados de carbón este año. Tenían mucho que repartir y no sólo en Canal Sur. Por toda España se han cometido tropelías suficientes como para que los Reyes Magos hayan tenido una de las noches más duras de su carrera.

En un país donde miles de niños no pueden tener una vida normal, donde ser pobre está a la orden del día, donde miles de dependientes padecen la ineptitud política, donde pueden morir enfermos de hepatitis C, porque las autoridades se niegan a suministrarles un medicamento, donde miles de familias son echadas de sus casas con cajas destempladas y defenderlas te puede costar mucho, donde los trabajadores no pueden trabajar y son mirados con lupa y despreciados por algunos estamentos sociales, donde los jóvenes no tienen futuro y buscan como locos cualquier atisbo de esperanza, donde ser mujer te puede costar la vida sin que a muchos se les mueva un pelo, donde hemos visto desmoronarse las instituciones como castillos de naipes, donde vemos cada día cómo muchos de nuestros gobernantes se lo han llevado crudo y no devuelven ni un euro... Un país expoliado por los que tenían que salvaguardar nuestro bienestar por encima de todo, porque así lo habían prometido.