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Cifuentes, Ciudadanos, la “vía Murcia” y la realidad

Empecemos por el final. La realidad. De ella aparentan estar fuera, al menos de cara al público, los prebostes regionales peperos (lo siento, me niego a seguir llamándolos “populares”: hace tiempo que ya no lo son). Veamos las recientes declaraciones del buen chaval López quien, en el momento en que su colega Cifuentes ya estaba definitivamente con la soga al cuello, se descuelga él en persona y en la televisión de nuestros pecados, o sea la oficial estatal, con una defensa numantina de la estudiosa presidenta madrileña: “Mientras no se demuestre lo contrario, Cristina es para mi un ejemplo de honradez y honestidad”, dijo en vivo y en directo para animar el desayuno al personal.

Malintencionadamente, cabría pensar que cinco días seguidos de fiesta en Murcia son muchos, quizá demasiados. Si además van precedidos de otros siete de fastos falsamente penitenciales, es excusable que las entendederas se nublen. Excesivas celebraciones. Su guinda fiestera comparando el incendio de la Asamblea Regional en 1992 con el del Reischtag alemán en 1933 solo se puede tomar como una ‘boutade’ de indocumentado o como la pérdida definitiva de su buen rollito de buen chaval.

Son esos excesos los que quizá hayan nublado la vista del joven presidente y le hayan inducido a sugerir persecución y linchamiento mediático de su predecesor Pedro Antonio Sánchez, muy pocas fechas después de que se supiera que el exmandatario se encamina con probabilidad casi absoluta a su tercer procesamiento por unos delitos aún presuntos, que parece que van a ser sustanciados. Exagerado acto de fe ciega lo de López. La sobredimensión llevada al extremo.

No parece que sea el suyo un caso único, pues el ex buen chaval ha sido acompañado y secundado en su aparente desvarío por todo un insigne senador del Reino. Nada menos que Pedro José Pérez ha podido dejar momentáneamente de lado su intensa actividad registrada en la Cámara Alta, que tantos beneficios ha reportado a esta su región, para opinar que la concentración de ‘indepes’ catalanes en las vías del tren “es la muestra más evidente de que la Plataforma pro Soterramiento está politizada por grupos radicales afines a Podemos”. Nada menos.

Ni nadie más indicado que su señoría pinatarense para sugerirnos subliminalmente, o no tanto, que la política “caca, nene; que eso no se hace”. Esto tampoco es muy nuevo. Hace ya meses que los diversos portavoces peperos se empeñan en que la “politización” ha desvirtuado la protesta vecinal, instrumentalizada por intereses espúreos, esto es, políticos. Razonamientos que recuerdan a los elaboradísimos mensajes de aquel que dictó el devenir de este país durante cuarenta años: la política y el mal, asociados indisolublemente.

Pérez abundó en su fino análisis, paradigma de prontuario argumental de partido político: “La plataforma hoy ha dejado de ser un movimiento de reivindicación social para convertirse en una herramienta en manos de Podemos y sus confluencias”. Porque lo digo yo. Y porque, como acabo de demostrar, los vecinos del sur de la ciudad son tontos y se dejan engañar por el Comando Vistabella y sus adláteres de La Paz y El Carmen ¡Y mira que el alcalde Ballesta ha intentado llevarlos al buen camino!

Esta es, en solo dos retazos, la realidad que tenemos. Pero hay motivo para el regocijo. Puede que gracias a las sabias palabras televisadas de López, en Madrid se abre paso la idea de una salida “a la murciana” a la crisis desatada por las mentiras de este medio para enlodar la reputación de Cifuentes.

La presidenta se aferra a ‘su’ realidad, que le muestra que ella no falsificó nada y es honrada a carta cabal, mientras Ciudadanos pretende reeditar la solución que dio la presidencia a López: ni hablar de moción de censura, no sea que se nos asuste el electorado conservador por subirnos al mismo carro que la izquierda.

O sea, que dimita una Cifuentes ahorcada con su propia soga —como lo hizo aquel PAS—, y que pongan a otro u otra incapaz de evitar el desgaste pepero. Los réditos electorales dentro de un año serán, pues, para esos lampedusianos que alardean de regeneradores mientras permiten, pudiendo evitarlo, que sigan gobernando algunos miembros del único partido de la historia democrática encausado por corrupción como institución.

Ya lo dijo Emepunto: Su beneficio, el mío para mí, el suyo para…. O… ¿Cómo era? ¿Se acuerda alguien? iPues eso mismo!

Empecemos por el final. La realidad. De ella aparentan estar fuera, al menos de cara al público, los prebostes regionales peperos (lo siento, me niego a seguir llamándolos “populares”: hace tiempo que ya no lo son). Veamos las recientes declaraciones del buen chaval López quien, en el momento en que su colega Cifuentes ya estaba definitivamente con la soga al cuello, se descuelga él en persona y en la televisión de nuestros pecados, o sea la oficial estatal, con una defensa numantina de la estudiosa presidenta madrileña: “Mientras no se demuestre lo contrario, Cristina es para mi un ejemplo de honradez y honestidad”, dijo en vivo y en directo para animar el desayuno al personal.