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Ciudadanos ante el espejo social

Durante las últimas semanas seguimos con interés la información que eldiario.es de la Región de Murcia (eldiariomurcia) publica sobre el devenir de Ciudadanos (Cs) en nuestra Región. Por momentos, parece que el digital hace de contrapeso de la información sobre Isabel Franco (vicepresidenta del Gobierno regional y consejera de Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias y Política Social) que publica La Verdad. Siempre en el sentido de que en su partido hay marejada de fondo y un cuestionamiento cada vez más mayoritario de su dirigencia. Desconocemos lo que en realidad acontece en un partido que se formó en aluviones a partir de un colectivo pequeño de personas.

Lo que sí sabemos es que en Cs, no solo en el ámbito regional, existe desconcierto y temor a la desaparición si no se reposiciona en el tablero político. Tres partidos cuya dirigencia exhibe en sus muñecas lazos o pulseras con los colores de la bandera nacional son un número excesivo. Más aún si los tres luchan por un espacio electoral que oscila entre el centroderecha y la extrema derecha. Posiblemente Cs no renuncie a esa metamorfosis que le llevó de la socialdemocracia al liberalismo progresista y, últimamente, al liberalismo compasivo vs neoliberalismo. O que recupere el lugar que le asigna en el eje derecha-izquierda el profesor Francesc de Carreras.

Ciudadanos nació como un partido socialdemócrata no nacionalista catalán, al menos si hacemos caso a de Carreras. Aún cuestionando el espacio socialdemócrata que dijo ocupar inicialmente, Cs nos pareció en un principio postmoderno, cosmopolita, hijo o nieto del Mayo del 68, defensor del individuo frente a la comunidad, jacobino en el debate territorial pero sobre todo en la igualación de los servicios públicos y, con el tiempo, profundamente neoliberal en lo económico.

Nada que ver con la mayoría moral norteamericana o con esa otra española cada vez más radicalizada (o así percibida) por su actual visibilidad política y social. Un partido político, en definitiva, con el que se puede estar o no de acuerdo, pero que se le supone respetuoso, y lo es, con los derechos individuales, sean del tipo que sean, de la ciudadanía.

Rivera cometió un grave error estratégico al decidir disputar la hegemonía de la derecha al PP. Algo tuvo que ver en el desastre electoral del 10 de noviembre la crisis política catalana. No es difícil suponer también que fue más creíble la constante apelación a la mano dura con la violencia callejera, posterior a la sentencia del 'procés', de Vox o del PP que la de Ciudadanos. Simbología nacional y liberalismo casi nunca han ido juntas de la mano, y Cs nunca llegó a inscribir en su ADN el liberalismo ideológico, aunque sí el económico. Entre un país de ciudadanos libres, distintos y respetuosos con los diferentes y otro que soporta de mala gana al individuo si no participa de los ritos de la comunidad, Cs pareció decantarse por el segundo. Y para este segundo país ya estaba una parte del PP y, sobre todo, Vox.

Ciudadanos vive ahora maniatado por los errores de estrategia de su dirigencia. Ha pasado, en medio año, de poder ostentar la vicepresidencia del Gobierno de la nación a la irrelevancia parlamentaria. Gobiernan en tres comunidades autónomas, entre ellas la Región de Murcia, dependiendo de los votos de Vox para sacar adelante sus políticas. En nuestra Región no parece haber renunciado a la agenda de expansión del mercado, coincidente en este aspecto con la del PP y también con la del partido de extrema derecha, aunque afirme defender la iniciativa privada con ausencia del capitalismo de amiguetes o de boletín oficial.

Sin embargo, donde sí se puede observar la difícil situación de Cs es en la de la necesidad de vivir de los votos prestados, en la Asamblea Regional, por un partido político que hasta se cuestiona el propio nombre de la consejería de Isabel Franco, y no digamos ya las competencias de la misma: Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias y Política Social. A lo que habría que añadir otro inconveniente expuesto crudamente por el presidente del Partido Popular Europeo (PPE), Donald Tusk, en una entrevista reciente publicada en El País: “El problema de flirtear con la ultraderecha es que empiezas a pensar igual que ellos”. Una afirmación de la que debería tomar nota el PP como miembro del PPE.

Ciudadanos se juega mucho en los próximos meses. Por un lado, ser un partido con el que no se pueda estar de acuerdo, pero del que se sabe que defenderá siempre los valores de la tolerancia y del respeto a la diferencia. Por otro, mientra elige entre los diversos corazones que deben irrigar su ideología y sus alianzas, como partido de Gobierno (y en la Región de Murcia lo es) tiene la obligación de ser eficaz y eficiente en aquellas áreas de la Administración regional que gestionan, ampliando los derechos de la ciudadanía y su grado de satisfacción.

También, y esta es una receta que aprendió rápidamente el PP en 1995, debe confiar en los empleados públicos a su cargo. Estos podrán votar una u otra opción política cada cuatro años, o cuatro meses, pero siempre son leales a la organización y al servicio público, realidad que sigue desconociendo en parte Cs.

Durante las últimas semanas seguimos con interés la información que eldiario.es de la Región de Murcia (eldiariomurcia) publica sobre el devenir de Ciudadanos (Cs) en nuestra Región. Por momentos, parece que el digital hace de contrapeso de la información sobre Isabel Franco (vicepresidenta del Gobierno regional y consejera de Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias y Política Social) que publica La Verdad. Siempre en el sentido de que en su partido hay marejada de fondo y un cuestionamiento cada vez más mayoritario de su dirigencia. Desconocemos lo que en realidad acontece en un partido que se formó en aluviones a partir de un colectivo pequeño de personas.

Lo que sí sabemos es que en Cs, no solo en el ámbito regional, existe desconcierto y temor a la desaparición si no se reposiciona en el tablero político. Tres partidos cuya dirigencia exhibe en sus muñecas lazos o pulseras con los colores de la bandera nacional son un número excesivo. Más aún si los tres luchan por un espacio electoral que oscila entre el centroderecha y la extrema derecha. Posiblemente Cs no renuncie a esa metamorfosis que le llevó de la socialdemocracia al liberalismo progresista y, últimamente, al liberalismo compasivo vs neoliberalismo. O que recupere el lugar que le asigna en el eje derecha-izquierda el profesor Francesc de Carreras.