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Cobrar lo digno

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“Frenar la mejora de los salarios va en contra del estado del bienestar”. La declaración no es de un sindicalista, quizás por eso nadie levantó la voz, sino de Antonio Huertas, presidente de una de las aseguradoras más importantes del país que cotiza en el famoso Ibex, Mapfre. Sus declaraciones pasaron sin pena ni gloria, aunque quizás deberíamos valorarlas en todo lo que significan. 

Que en España haya gente que discuta los efectos de la subida de quince euros en el sueldo mínimo a mí me estremece. En este país los salarios no son altos y mucha gente cobra mucho menos de los 950 euros brutos que es en lo que quedó configurado el salario mínimo tras la última subida. Una subida que, con un coste de la vida creciente, solo falta llenar el depósito de gasolina o pagar la luz, para ver que este se queda en mínimos. Por eso me sorprende que algún trabajador critique la subida del salario mínimo que era y es una necesidad. 

No olvidemos que en algunos sectores la pandemia ha dejado abierta las costuras. Los sindicatos denuncian que los trabajadores de la hostelería no llegan al salario mínimo, en algún caso porque los contratos son por menos horas, como pudieron comprobar los trabajadores que se vieron abocados los ERTE de sus bares y quedaron con sus sueldos ínfimos para llegar a final de mes. Tengo la teoría de que esto explica en parte la pasión de algunos propietarios y camareros por abrir los bares durante la pandemia y la falta de camareros en algunas zonas. En la situación actual en la que nadie sabe cuando llegará la segunda ola y vendrá un cierre este tipo de contratos no resultan atractivos y los trabajadores buscan otros empleos. Ya lo dijo Biden, “quieres trabajadores, paga más” y yo añadiría con el contrato y no en negro. 

Creo que todos tenemos claro, ya lo dijeron los que saben, que sin sueldos decentes no hay consumo, sin consumo no hay mercado, y sin mercado ni intercambios, no hay trabajo.  Es la pescadilla que se muerde la cola. Por eso necesitamos un estado fuerte que regule los salarios y haga pagar impuestos a quien más tiene. 

Quince euros no es tanto para un empresario a no ser que su empresa esté en quiebra. Es por ello que considero que esta subida es algo necesario. Desde la crisis de 2008 la desigualdad económica ha ido creciendo en este país y tenemos que revertirla. Cada día hay más gente con problemas, mas desahucios, donde somos campeones, y gente con dificultades para llegar a fin de mes.  Por ello no resulta lógico que las grandes empresas acumulen cada vez más dinero y que su aumento de ingresos no repercuta en los salarios de sus trabajadores, pero sí en los de sus directivos que siguen subiendo mientras van echando gente de sus trabajos. Solo hay que mirar a los bancos, que se trajinaron las ayudas cuando la crisis y ahora que tienen dividendos, nos suben las comisiones, nos cierran sucursales, nos cobran por ingresar y encima para mejorar sus dividendos andan despidiendo gente. Esto también habría que atajarlo. 

Lo peor de todo esto es que la opinión que mencionábamos al principio no es común en la patronal. Esta suele criticar con fuerza a los sindicatos por decir exactamente lo mismo que uno de los grandes directivos del Ibex, que sabe que para que un país crezca tiene que aumentar la clase media. Pero ya se sabe que nuestra patronal no quiere mejorar el tejido productivo del país creando oportunidades, sino mantener sus ingresos a costa del final de mes de los trabajadores y así no podemos seguir.

“Frenar la mejora de los salarios va en contra del estado del bienestar”. La declaración no es de un sindicalista, quizás por eso nadie levantó la voz, sino de Antonio Huertas, presidente de una de las aseguradoras más importantes del país que cotiza en el famoso Ibex, Mapfre. Sus declaraciones pasaron sin pena ni gloria, aunque quizás deberíamos valorarlas en todo lo que significan. 

Que en España haya gente que discuta los efectos de la subida de quince euros en el sueldo mínimo a mí me estremece. En este país los salarios no son altos y mucha gente cobra mucho menos de los 950 euros brutos que es en lo que quedó configurado el salario mínimo tras la última subida. Una subida que, con un coste de la vida creciente, solo falta llenar el depósito de gasolina o pagar la luz, para ver que este se queda en mínimos. Por eso me sorprende que algún trabajador critique la subida del salario mínimo que era y es una necesidad.