La acción política de MC Cartagena llegó a estas páginas hace una semana porque cada día está más de actualidad. Estamos despertando las conciencias en la Región de Murcia, a la vez que destapamos las muchas vergüenzas de las estructuras de los partidos que nos han gobernado.
Así que es justo que lo primero que haga como Presidente es agradecer esta atención, por aquello de que es bueno que hablen de ti aunque sea bien.
Y coincidiendo con el 40 aniversario de la Constitución Española es buen momento para hablar del Estado de las Autonomías, el mismo al que abre la puerta el artículo 2 de la Carta Magna que consagra “la solidaridad entre todas ellas”.
Como escribió Ortega y Gasset “para entender bien una cosa es preciso ponerse a su compás”, y para quienes habitamos en este rincón del sureste de España el pistoletazo de salida fue el Pacto de Floridablanca del año 1978 hasta llegar al Estatuto de Autonomía promulgado el 9 de junio de 1982, el que 'crea' la Comunidad Autónoma de Región de Murcia (CARM), sin que sea baladí ese 'de Murcia'.
Echando un vistazo a Cartagena, donde surge MC, nos encontramos con que su entidad histórica sirvió ex art. 143 CE para constituir la CARM, pero no para darle nombre como también establece el art. 147, y recordamos que en las negociaciones pre estatutarias fue desapareciendo Cartagena de la denominación, como anticipo de lo que vendría después.
Y es que los privilegios que concedió la naturaleza a la comarca del campo de Cartagena se han visto compensados -con creces- con la discriminación desde San Esteban (sede del gobierno regional), y el consentimiento de La Moncloa, claro.
Aquí sufrimos un déficit histórico de infraestructuras, la escasez hídrica, problemas con la prestación sanitaria, la gestión medioambiental, la educación, o la justicia, a los que hemos de añadir la falta de criterios de reparto de los fondos públicos que ha supuesto una discriminación constante, y contante.
Va de suyo que hemos padecido también a nefastos gobernantes locales, con sus capacidades en muchos casos limitadas, y aquellos que más han lucido -y llegado a las Cortes- una pizca corruptos. Así entre voluntarismo, competencias impropias, pelotazos, redes clientelares y promoción de mediocres necesitados de imagen hemos pasado, sobrevivido, unas décadas huérfanos de ilusión y esperanza.
Mas separando el grano de la paja, el denominador común a esta parálisis regional es que por más apariencia de legalidad e instituciones que nos superpongan no existe el proyecto común de nombre 'Murcia'.
Por eso hemos iniciado desde Cartagena el camino hacia las metas comunes de quienes habitamos esta autonomía, que comienzan por la justicia, la solidaridad y el respeto, para proyectarnos hacia el futuro, trabajamos para incorporar, no para pertenecer.
El proyecto de MC lucha contra un particularísimo, el de la Comunidad Autónoma de la Ciudad de Murcia, es una rebelión contra los hechos consumados, contra ese “así son las cosas”, contra el ombliguismo y para un futuro de progreso común, porque somos 45 municipios y porque '2es+' como reza la plataforma por la biprovincialidad, solo eso y todo eso.
Una acción política que pone en el centro las necesidades sociales y la vertebración territorial, consciente de que los sujetos de los derechos son los ciudadanos, no las demarcaciones territoriales y que se enfrenta, sí y abiertamente, a quienes abusan de sus competencias desde un lugar concreto.
Porque lo importante del art. 2 de la Constitución no es el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones, es la solidaridad de un proyecto común para España.