Yo crecí en un pueblo mediano, en una calle muy ancha y muy soleada. Al lado de mi casa había una plazuela, llamada Plaza de La Justa, con una farola modernista en el medio, donde las niñas y niños quedábamos para jugar al balón.
También las madres y otros vecinos venían a sentarse cerca de nosotros mientras jugábamos. La farola entorpecía el juego, pero también lo dilataba y lo adornaba. La farola nos iluminaba y nos retaba, salvar su mástil era una proeza al alcance de muy pocos. Había que golpear al balón con efecto para que describiera una parábola y entrara a puerta. David Beckham se hizo famoso a base de marcar goles con ese mismo efecto que los niños y niñas aprendimos en La Justa.
Todos los años, el ayuntamiento ponía losas nuevas, o reparaba las aceras o abría la farola para recomponer los cables. Todas las madrugadas, los barrenderos ponían la plaza a punto para el juego, todas las tardes la policía daba un paseo para salvaguardar al barrio.
No conozco el pueblo donde se crió Cristiano Ronaldo, pero es fácil adivinar una plaza recoleta, cerca de su casa, o un jardín pequeño, o una asociación con local de juego, lleno de niños dando sus primeras patadas a una pelota.
No conozco a su familia, pero me es fácil pensar a su madre, a cualquier madre, aliviada si la policía intenta vigilar las calles donde juegan sus hijos.
No conozco la infancia de CR7, pero supongo que se cayó al suelo muchas veces de niño intentando tocar balón y que todas esas pequeñas heridas en sus rodillas fueron inocuas, pues le pusieron las vacunas a su tiempo.
Muchos grandes futbolistas han crecido en entornos precarios, pero seguro que en alguna parte encontraron un sitio de estas características, para echar a correr detrás de una pelota. Por pequeño que fuera.
Un espacio público seguro, sin bombardeos, ni enfermedades, ni secuestradores, ni otras miserias infantiles.
Los trabajadores de Fiat están en huelga, porque la Juve ha pagado un pastón por el astro del deporte rey. Mucha gente increpa a los huelguistas argumentando que Cristiano se merece ese trato. Que él “genera mucho dinero y es justo que cobre también mucho dinero”. Al parecer, este argumento es habitual entre mucha gente joven, también entre los youtubers que se llevan sus ganancias a paraísos fiscales y lo exhiben orgullosos en sus canales.
Mas, ¿generan ellos solos ese beneficio?
¿Generaron ellos solos la plaza, los amigos, la seguridad donde comenzar sus primeros pasos?
¿Consiguieron ellos solos un país sin guerra?
¿Lograron ellos solos el derecho al tiempo libre?
¿Inventaron ellos solos el fútbol, la consola, la costumbre de permanecer tranquilos en casa mirando una pantalla?
¿Creen que podrían ser ricos en una sociedad donde los espectadores suyos no tuvieran pagas extras para comprarse su camiseta, su colonia, su automóvil?
¿Hicieron ellos solos las autopistas en las que ruedan sus coches último modelo?
¿Limpian ellos el monte mediterráneo que disfrutan desde sus balcones?
Fuimos todas y todos nosotros, a través de luchas largas los que conseguimos construir el espacio público, la paz en Europa, las horas libres, los niños no-explotados que juegan al balón.
Y a través de nuestros impuestos lo conservamos y ratificamos a diario.
Así que, Cristiano, paga lo que debes, porque lo debes desde hace varios siglos.
Devuélvenos la Plaza de La Justa. Contribuye a la siguiente.
Que no generas ese dinero tú solo.
Que ningún hombre es una isla, dijo John Donne.
*Cristina Morano es escritora, diseñadora gráfica y miembro de CambiemosMurcia