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¿A mi esto me cuida? Reflexiones sobre la maternidad, la resiliencia y la abogacía

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Llevo dos semanas en modo burnout, cargando con pesos que no debería porque la culpa me acecha. La cuestión es que tengo que escribir aquí y, en lugar de añadirlo a la lista de tareas, me he hecho esta pregunta.

Y si os hablo de política y leyes no me cuida mucho, pero si os hablo de todo lo que me aprieta el pecho la respuesta cambia y puede que le sirva a alguien que está como yo. 

Cuando hablo con alguien y le digo que soy abogada se sorprende y me pregunta sobre la dificultad de mi trabajo, sobre lo que hay que estudiar o lo difícil que debe ser resolver problemas ajenos. Algo que despierta mucha curiosidad es la tensión de ir a juicio y todas las normas que hay que conocer. Hasta hace dos años todo eso para mÍ era lo más difícil de mi vida, estaba orgullosa de saber hacerlo y me creía un ser superior, como todos los abogados, aunque digan que no en un intento de falsa humildad.

Tener un trabajo tan duro te da una falsa sensación de seguridad, crees que el resto de circunstancias de tu vida van a ser oleajes fáciles de navegar, que no habrá nada que te maree, ni tormenta que te asuste. Eso es totalmente natural, hasta que llega algo más grande, más fuerte y que de verdad te enseña qué es ser valiente: la maternidad.

La maternidad me ha enseñado a hacerme una pregunta clave: ¿A mí esto me cuida? ¿Te la has hecho alguna vez? No es una pregunta común; posiblemente ni siquiera se te haya pasado por la cabeza desde hace años. Sin embargo, cuando estás frente a una situación que te compromete o en la que cargas con los problemas de otros, esta pregunta puede salvarte. A mí me ha salvado esta semana.

He identificado muchas cosas que no me cuidan:

  • La presión de estar siempre presente en las redes sociales.
  • Fingir alegría constante y ocultar mi cansancio.
  • Estar disponible para todos los planos sociales.
  • Renunciar a mis espacios de soledad por estar todo el tiempo con mi hija.
  • Entrar en debates innecesarios.

Pero lo más importante es esto: no me cuida sostener la incapacidad de otras personas para aceptar situaciones que no pueden cambiar. A veces, como abogada, me toca “dar sentencia” a personas que creen que quejarse mucho hará que tú cambies su realidad. Pero la vida no funciona así. Lo que veo en mi trabajo cada día es que no todo se puede cambiar.

A veces, toca aceptar. Mirar más alto y preguntarnos qué podemos hacer con lo que hay. Dejar que el barco nos maree, pero también mirar qué herramientas tenemos para protegernos. Porque por mucho que grites, no puedo detener una tormenta, pero juntos podemos buscar refugio.

Esta semana ha sido un punto de inflexión para mí, acompañado de esta pregunta que os invito a saborear. Con mucha más razón, si sois madres.

Quiero reflexionar sobre la maternidad, la dificultad y la abogacía. Porque hay quienes me admiran por ser abogada, pero las personas a las que más admiro son madres, sin importar su profesión. Me refiero a esa maternidad consciente que te hace repasar profundamente todos tus valores, las heridas de la infancia, cambiar el mundo cuidando de otra forma a las criaturas y, encima, a contracorriente en un mundo completamente hostil. Esto es más duro que cualquier carrera profesional. 

Entiendo que es una cuestión generacional, que estamos encerradas en un espacio temporal de cambios abruptos y pocas herramientas de cuidados mientras pedimos mejores condiciones y despierta una consciencia más humanista.

Ahora soy una abogada más fuerte y serena que esa de hace dos años, porque de verdad he enfrentado la adversidad, el miedo y el agotamiento. Esas tres palabras las va a leer distinto una madre que cualquier otra persona, las va a leer a paso lento, van a pesar con un gran significado cubierto de recuerdos, sin duda alguna tienen una entidad distinta. Pero al enfrentar y superar esos estados también conocemos con otro color lo que es el amor, la alegría, la empatía y la ternura. Esto rebosa todo lo demás.

Creo que la fuerza de ser madre no es que te creas la más fuerte del barco, sabes que te vas a marear en una tormenta, que vendrá y será duro, pero esa vulnerabilidad te prepara para enfrentarlo, te permitirá cuidarte y resurgir con una fortaleza que ninguna situación profesional puede darte.

Lo que quiero, es que, si viene tormenta, me pille cerca de todas mis comadres, dándonos la mano, el abrazo, el calor y el apoyo. Eso es lo que a mí me cuida ¿y a ti?

Llevo dos semanas en modo burnout, cargando con pesos que no debería porque la culpa me acecha. La cuestión es que tengo que escribir aquí y, en lugar de añadirlo a la lista de tareas, me he hecho esta pregunta.

Y si os hablo de política y leyes no me cuida mucho, pero si os hablo de todo lo que me aprieta el pecho la respuesta cambia y puede que le sirva a alguien que está como yo.