Quienes desde hace años venimos trabajando en nuestra región por la memoria histórica, desde la investigación, el movimiento memorialista o la docencia, tenemos la clara sensación de que no se ha hecho lo suficiente, y no se ha hecho todo lo que hubiera sido deseable en cuanto a la educación ciudadana, cuando generaciones enteras de jóvenes se enfrentan a un conocimiento escaso, cuando no erróneo, de nuestra historia más reciente. Es algo tarde para aprovechar la experiencia y el conocimiento de las generaciones que padecieron el golpe y la dictadura franquista, pero no del todo, pues aún quedan presos del franquismo reclamando justicia.
Es también labor urgente fomentar la divulgación del conocimiento riguroso y documentado que procede tanto del mundo académico como del trabajo de las asociaciones memorialistas. Hacerlo ha de ser tarea de quienes tienen los medios y la formación para hacerlo desde la educación, que no es otra cosa que la cultura que queremos compartir como sociedad, es decir tarea del profesorado.
Por este motivo hay profesionales que se han puesto a ello, formando una red al calor de las recientes Jornadas de Educación y Memoria Histórica, que tuvieron lugar en Alhama de Murcia el pasado mes de febrero. La nueva Red de Educación y Memoria de la Región de Murcia (REDYM) ha establecido ya el plan de trabajo para el próximo curso y las bases de la propia red. El plan se centrará en la formación del profesorado mediante cursos y encuentros con historiadoras/es y en la elaboración de materiales para su uso en nuestras aulas, abiertos al público y accesibles a través de la red.
Reivindicamos la necesidad de constituir una red de docentes que se impliquen en superar los marcos teóricos tradicionales de la didáctica de la historia. Abordar la enseñanza de esta disciplina desde una perspectiva crítica es una necesidad imperiosa, que ya fue expuesta por Josep Fontana: educar en memoria supone evitar las biografías nacionales, problematizar la Historia Social y establecer unas perspectivas contrahegemónicas. Nos hallamos inmersos en un mundo donde la politización de la historia sirve esencialmente a los intereses de la nación.
Parafraseando de nuevo al historiador catalán, en Qué historia enseñar, la historia cumple para todo grupo una de las funciones que la memoria personal tiene para cada individuo, que es la de proporcionarle un sentido de identidad; y puesto que nosotros, los profesionales de la enseñanza, no les proporcionamos el tipo de historia que necesitan, la reciben de manera asistemática, pero muy eficaz, de los políticos, de los streamers y a través de los degradados medios de comunicación actuales.
La ofensiva neoliberal se ha radicalizado desde 2016 en el mundo, y en España ha tenido una expresión muy particular a raíz de octubre de 2017. Las viejas y las nuevas fuerzas políticas utilizan la historia como una justificación de sus aspiraciones presentes.
Al mismo tiempo, se están intentando socavar los consensos generados desde la década de los noventa. Vemos cómo desde telediarios y medios online se vierten acusaciones falsas y despiadadas contra el feminismo y sus conquistas, o que las catástrofes climáticas ya presentes son dejadas de lado por un productivismo exacerbado. El poder pretende controlar cuál ha sido el pasado a través del manejo de los currículums, y cuáles han de ser las preocupaciones sociales de la actualidad.
Si no se construye una red de pensamiento crítico que ponga de manifiesto las necesidades del presente, y que permita entender este a través del pasado, seguirán proliferando los discursos conspiranoicos que siembran dudas sobre certezas empíricas.
Las más recientes leyes educativas pretenden acabar con los saberes teóricos y fomentar que el alumnado se integre como una pieza más del engranaje del mercado laboral. Las TIC pueden ser una herramienta útil, pero al mismo tiempo pueden diluir la enseñanza, perdiendo de vista que el objetivo esencial es el aprendizaje de conocimientos, la capacidad para entender las causas y las consecuencias de los diferentes procesos históricos, o los cambios y continuidades en las sociedades humanas. Perder de vista un enfoque humano sobre la disciplina, buscando formar nuevos trabajadores, sólo llevará a la extinción de la Historia como rama del conocimiento, y convertirá a las futuras generaciones en incapaces de comprender su realidad.
El profesorado de historia se encuentra ante un ataque sistemático por parte de notables “elementos” dentro de la sociedad, que tienen mucho respaldo en nuestra región. Se ha construido la lógica de que el conocimiento objetivo se encuentra a través de la web, ya sean vídeos o enciclopedias virtuales. Por ello, es necesaria la reivindicación de la función docente como un medio capaz de dotar de conocimientos al alumnado, saliendo de los frecuentemente pérfidos discursos interesados, que por estar en internet se asumen como una verdad absoluta.
No podemos, pues, entender nuestra disciplina como un conjunto de datos objetivos ordenados cronológicamente, como tampoco deberíamos caer en el error de pensar que las nuevas tecnologías, por sí solas, van a ser la solución a todos nuestros problemas. La historia nunca estará en el terreno de las matemáticas, pero es posible llegar a muchos acuerdos racionales y con base empírica sobre el pasado, que nos ayuden a crear comunidades más libres, justas y democráticas. A diferencia de los gurús mediáticos y del ciberespacio, los historiadores examinan el pasado a través de las fuentes, no a través de su imaginación ni de lo que hubieran deseado que fuera en función de sus intereses actuales. Como ha repetido en muchas ocasiones Julián Casanova: “Algún tipo de verdad sobre el pasado es posible, aunque nunca sea la verdad absoluta, y por eso merece la pena luchar por descubrirla”.
Por todo esto, abogamos por una red de docentes que busque problematizar la historia y que genere una serie de materiales y recursos didácticos de uso público en continua renovación, que facilite a la sociedad el acceso al conocimiento producido por la universidad, y que colaborare con las asociaciones de memoria.
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