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Escupiendo a guiñuitos

Pablito (nombre falso, persona real) mira el papel que le ha dado su profesora. Él, junto a otros compañeros de su clase, ha sido uno de los “afortunados” en ser escogido para la sorpresa que prepara el Colegio San Buenaventura de Murcia. Estamos a 13 de diciembre de 2007 y a Pablito y sus amigos les han sacado de sus clases con el pretexto de prepararlos para la gran venida.

El pastel, pese a estar anunciado en los periódicos desde el día 1 del mismo mes (13 días antes), no se les descubre a los niños hasta ese momento: han sido seleccionados para hacer preguntas a José María Aznar en una ponencia que dará el 14 de diciembre a las 16:30 de la tarde en el Pabellón de Deportes del centro.

La misión de los adolescentes (todos menores de edad) es simple: estudiarse las preguntas que el centro ha recibido y formularlas al presidente en caso de que alguien se lo indique.

Con la excusa de la presentación de su libro y justificándolo como introducción a los actos del bicentenario del 2 de Mayo, el expresidente es citado para abrir los actos que tendrán lugar ese año. Periódicos como La Verdad escriben titulares sobre el evento y anuncian el logro del Colegio San Buenaventura.

Nadie se pregunta sobre la ética de que un grupo de menores de edad se estén estudiando preguntas de contenido político para dirigir la charla y que el expresidente pueda soltar discurso ideológico en un centro educativo.

Nadie se cuestiona si la opinión de Aznar sobre las manifestaciones contra el terrorismo tiene cavidad en un acto escolar conmemorativo.

Nadie ve irregular que un expresidente utilice un colegio (y a menores de edad) para dar una charla o evento que se publicita en prensa -dando hora y lugar- en lugar de recurrir a otro tipo de espacio para promocionarse.

Afortunadamente para Pablito (que estudia la pregunta a conciencia para no decepcionar a nadie), el presidente aborda el tema sobre el terrorismo por su propia cuenta y no es necesaria su intervención pactada. Pero Pablito nunca olvidará esa pregunta. Creedme: a día de hoy la sigue repitiendo entre cervezas y patatas fritas con limón.

José María Aznar y su equipo consiguen lo que querían: ir a un espacio al que son invitados para dar un discurso político “justificado” como acto escolar usando, en el caso de ser necesario, a niños a los que les han enviado unas preguntas salvavidas.

¿Recordáis el capítulo de Los Simpson 'Un coche en cada garaje y tres ojos en cada pez'? En aquel episodio el malvado Señor Burns se presenta a congresista y, para ganar votos, cita una cena con la familia Simpson en su casa obligándoles a actuar de la forma más “natural” posible. La presión política llega a su cúspide cuando Lisa, el personaje más ético de la serie, cede y hace al Señor Burns una pregunta pactada: “Señor Burns, su campaña parece un tren de mercancías desbocado y sin frenos, ¿por qué es usted tan popular?”

El público, que conoce los códigos de la ficción, reconoce al momento a Burns como un villano mentiroso que utiliza a una menor para enriquecer su imagen: se cuela en una casa para dar un discurso político en beneficio de su imagen y envía preguntas planificadas para dar las respuestas precisas que todo un comité estudió con la finalidad concreta de enriquecer su imagen. La ficción es artificial y lógica, por tanto, fácil de identificar.

Este juego sucio no nos es ajeno. No le fue ajeno a Pablito y, desde luego, no le fue ajeno a nuestro querido expresidente. Solo hay que volver al principio y leer la pregunta que el joven tuvo que estudiar para identificar la finalidad política del encuentro y el uso de menores para enriquecer su imagen. Cualquier otra excusa que nos pongamos es triste y falsa: la pregunta no habla del colegio, no es sobre el centro y sus doscientos años de historia. Es puramente política.

Cuando leo las críticas y quejas sobre la politización de las aulas en Catalunya o el País Vasco, me viene a la cabeza el 14 de diciembre de 2007 en el colegio Capuchinos de Murcia. Me vienen a la cabeza los profesores y padres dándose golpecitos en la espalda por haber conseguido tener un mitin en su centro. Me viene a la cabeza esas preguntas que niños como Pablito debían de estudiar para que José María Aznar hablase de terrorismo durante los actos del bicentenario del 2 de Mayo (fecha que, paradójicamente, ensalza el levantamiento popular contra la soberanía acordada tras la firma del Tratado de Fontainebleau). Me vienen a la cabeza todos esos que claman contra el independentismo catalán mientras en Murcia (donde gobierna el PP), el expresidente participa en actos como este y todos lo aplaudimos porque, claro, la politización académica es algo que hacen los malos, no nosotros.

Es algo que hace el Señor Burns, no un colegio católico.

Es una de esas “cosas” (como decía Rajoy) que hacen los catalanes, no los murcianos.

Pero, queridos, es política y niños.

Pablito (nombre falso, persona real) mira el papel que le ha dado su profesora. Él, junto a otros compañeros de su clase, ha sido uno de los “afortunados” en ser escogido para la sorpresa que prepara el Colegio San Buenaventura de Murcia. Estamos a 13 de diciembre de 2007 y a Pablito y sus amigos les han sacado de sus clases con el pretexto de prepararlos para la gran venida.

El pastel, pese a estar anunciado en los periódicos desde el día 1 del mismo mes (13 días antes), no se les descubre a los niños hasta ese momento: han sido seleccionados para hacer preguntas a José María Aznar en una ponencia que dará el 14 de diciembre a las 16:30 de la tarde en el Pabellón de Deportes del centro.