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Los Estados Unidos nos mandan el Tercer Partido

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Pocos días después de que el expresidente Aznar bramara libertad ante la aprobación en el Congreso por 194 votos del nuevo estado de alarma, la realidad nos ha regalado con unos cachorros esparcidos por toda la geografía estatal intentando promover el caos protestatario contra esa decisión democrática, guste o no.

Paradójicamente, Casado, el hijo político putativo del señor de la boda en El Escorial, giraba dubitativamente y admitía aun a regañadientes la nueva situación. Al tiempo, la que pudiera ser su pareja de baile en esta conjunción de máscaras y desatinos, se empecinaba hasta el extremo pretendiendo perpetuarse en su sillón autonómico de la Puerta del Sol haciendo la cobra a sus presidentes vecinos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

A tales sin sentidos no podría cuadrales nada mejor que el escándalo de unas hordas, más o menos numerosas, de neonazis irredentos quemando con nocturnidad y alevosía contenedores, destrozando escaparates y saqueando los bienes cobijados por las vitrinas, utilizando las bengalas ya vistas en manos de los ultras de los campos de fútbol para amedrentar a los vecindarios de Madrid, Barcelona, Logroño, Santander, Burgos, Valencia, Zaragoza y…. sí, también Murcia.

La consigna, la palabra clave en todos ellos era y seguirá siendo “Libertad”, cosa que suena a estentórea blasfemia en la boca de semejantes energúmenos más afines a cualquier corriente ideológica que precisamente prefiera suprimir y reprimir el ejercicio de ese concepto que bramó premonitoriamente Aznar. En realidad y en sus labios, de ellos, significa: “yo hago lo que me da la gana”.

No es por desgracia nuevo el entronque de ese término sacro con los excesos antiliberales y/o liberticidas de esas tendencias que tanto lo usan para reafirmarse e imponer la primacía de la libertad individual a ultranza frente a la solidaridad, la responsabilidad y, sí, la libertad colectiva como forma de plasmar las reglas de convivencia que hasta el momento han hecho progresar a los ciudadanos en todo el mundo.

Tampoco hay que engañarse y creer que su raíz teórico-ideológica se asienta en el ideario de ese tercer partido tan español y tan voceador y vocero de anatemas sin cuento y descalificaciones insultantes variopintas. Para nuestra desgracia, al igual que su bramante profeta de la FAES y de las JONS encontró cobijo ideológico en los neocon gringos que inspiraron a George W. Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz para sumarse a la guerra en búsqueda de armas de destrucción masiva inexistentes, estos nuevos cachorros, decía, enraízan aun sin saberlo con el ideario del Partido Libertario estadounidense.

Ese tercer partido de aquel ahora fallido imperio cuyo nombre hace rechinar las neuronas de la tradición libertaria europea –y, sobre todo, española– justifica su existencia desde su fundación en 1971 en la libertad del individuo frente a la sociedad, la propiedad y el libre mercado como dogmas ineludibles que garantizan la libertad del individuo, la reducción al máximo de toda intervención estatal en cuanto a impuestos, por ejemplo, o legislaciones se refiere y, consecuentemente, la eliminación del Welfare State o, para nosotros, Estado del Bienestar, por considerarlo invasivo y coercitivo del libre albedrío del individuo. Van más mucho más allá de los neocon, con los que estuvieron relacionados, y de los neoliberales europeos.

Aunque vayamos a tener, como siempre se han tenido, pocas noticias de esa tercera fuerza estadounidense –el Partido Libertario–, lo cierto es que fue efectivamente el tercero en discordia en 2016, y consiguió el mejor resultado hasta aquel momento desde su fundación en 1971 con el 3,3% de los votos, casi cuatro millones y medio. Fue más votado que el Partido Verde estadounidense, por cierto, lo que da una idea de cuál puede ser su influencia indirecta.

El Imperio, aunque esté debilitado y corroído por el “virus chino”, lo exporta todo. Igual que ahora bebemos Coca-Cola sin ningún tipo de regomello, quien sabe si en el futuro no se nos revuelvan las tripas al ver las propuestas políticas del Partido Libertario estadounidense reseñadas antes, importadas consciente o inconscientemente a través de esas algaradas callejeras falsamente libertarias –si entendemos el término en nuestra tradición política europea y no en la estadounidense–, auspiciadas directa o indirectamente por esa fuerza que ya es el Tercer Partido en muchos países europeos, cuando no es el segundo (Francia, por ejemplo). Avisados quedamos.

Pocos días después de que el expresidente Aznar bramara libertad ante la aprobación en el Congreso por 194 votos del nuevo estado de alarma, la realidad nos ha regalado con unos cachorros esparcidos por toda la geografía estatal intentando promover el caos protestatario contra esa decisión democrática, guste o no.

Paradójicamente, Casado, el hijo político putativo del señor de la boda en El Escorial, giraba dubitativamente y admitía aun a regañadientes la nueva situación. Al tiempo, la que pudiera ser su pareja de baile en esta conjunción de máscaras y desatinos, se empecinaba hasta el extremo pretendiendo perpetuarse en su sillón autonómico de la Puerta del Sol haciendo la cobra a sus presidentes vecinos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.