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Por favor, retiren el crucifijo

Viendo el otro día una imagen de archivo de la toma de posesión de Gregorio Serrano, el del pisito de la Guardia Civil, como director de la DGT donde aparece el crucifijo, volví a sentir de nuevo esa indignación y dije en mi interior: ¿qué hace ese crucifijo ahí? ¿Qué hace Jesús de Nazaret crucificado en la mesa donde prometen o juran gobernantes que no van a tener ningún escrúpulo en la corrupción y en tomar medidas legislativas que van a empobrecer más a los ya empobrecidos y van a enriquecer a los ya enriquecidos?

En un Estado laico es más que obvio que ese símbolo religioso no debe estar presente en la toma de juramento de presidentes de gobiernos, ministros y otros altos cargos. Debería haberse retirado hace muchos años, sin más. Pero yo quiero añadir otra reflexión, que me parece vital por lo menos personalmente, porque precisamente quien crucificó a Jesús fueron los gobernantes, tanto políticos como religiosos de la época porque su mensaje y su vida eran subversivas. Es decir subvertían el orden establecido y hablaban de justicia, de paz y libertad para los empobrecidos, de modo que entraron en conflicto con los poderosos de la época y por eso lo mataron.

Nuestros gobernantes juran delante de la Constitución y prometen servir a su pueblo, un pueblo que en poco tiempo queda olvidado y postrado por los intereses de las grandes multinacionales, de los grandes patrimonios, de las altas finanzas. Sus decisiones buscan la ambición por el dinero y el poder, su vanidad es tan grande que mienten y manipulan sin ningún pudor, gobiernan de espalda a esa gente a la que prometieron servicio y lealtad, que prometieron soluciones a los graves problemas de la ciudadanía. Articulan leyes que desregulan los mercados financieros para crear una sociedad salvaje, donde las élites sociales y económicas campan a sus anchas, donde la economía es enemiga de los derechos humanos y de la ecología.

¿Qué hace la cruz en ese salón y en ese acto? Jesús de Nazaret fue un revolucionario que amó a su pueblo. Se negó a ser un líder, y en su lugar intentó ser un maestro para que su pueblo tuviera conciencia, se empoderara de sus vidas y de su historia desde la responsabilidad y la libertad, un pueblo que supiera entenderse, que luchara por la igualdad y la fraternidad desde la no violencia y la desobediencia civil y religiosa. Todo lo contrario de los que hacen nuestros gobernantes.

¿Qué hace esa cruz en ese salón y en ese acto? Jesús nos dijo que la verdad nos hará libres, que digamos las verdades del porqué ocurren las cosas, qué mecanismos hay de manipulación y de mentira, una verdad que conllevaba mirar a los poderosos y llamarlos explotadores y oprimidos y manipuladores de la imagen de Dios. Nuestros gobernantes elaboran planes para que la opinión pública los apoye, sabiendo los gobernantes que mienten y nos engañan. Lo hacen con toda naturalidad y sin ningún remordimiento.

¿Qué hace esa cruz en ese salón y en ese acto? Jesús defendió la paz, la paz mundial y quiso que los romanos se fueran de su país desde la no violencia, denunció las armas y quiso que desaparecieran. Nuestros gobernantes planifican y organizan guerras con el objetivo de quedarse con las materias primas o zonas geoestratégicas. Fomentan la venta de armas y convierten la industria de armamentos en un pilar de nuestra economía.

Hemos visto esta Semana Santa cómo la ministra de Defensa, María dolores de Cospedal, ha ordenado que las banderas ondearan a media asta porque se celebraba la muerte de Jesús en las instalaciones militares. Ha sido un disparate y los obispos han guardado silencio, se desgarran las vestiduras cuando ven escenas que consideran ofensivas, como ha sido la Gala Drag Queen en Las Palmas, cuando esta decisión objetivamente atenta contra el espíritu pacífico de Jesús. El cinismo político con el silencio de la Conferencia Episcopal hace mucho daño.

¿Qué hace esa cruz en ese salón y en ese acto? Jesús defendió el medio ambiente, propuso cuidar la tierra porque es nuestra casa, es nuestro hogar, es nuestra casa común. Nuestros gobernantes aprueban megaproyectos que suponen la destrucción de nuestro planeta. Han convertido a la tierra en terrenos para especular y construir, para alimentar la corrupción y la especulación financiera y económica.

¿Qué hace esa cruz en ese salón y en ese acto? Jesús llamó al ser humano hermano, todos somos hermanos, amigos y compañeros de viaje. Eliminó las barreras y la discriminación de cualquier tipo. Nuestros gobernantes nos enfrentan, hacen campañas para que veamos a la gente que viene de fuera como una amenaza, generan en nosotros odio y rechazo.

¿Qué hace esa cruz en ese salón y en ese acto? Jesús quiso que tuviéramos audacia, sensibilidad y conciencia para aliviar el sufrimiento humano, dando acogida, dignificando la vida, transformando las estructuras socioeconómicas, siendo solidarios con generosidad y gratuidad. Algunos gobernantes quieren que seamos indiferentes para que aumente la corrupción y las injusticias.

Jesús fue detenido, encarcelado, torturado y condenado a la pena de muerte. Cuando apenas le quedaba aliento de vida, gritó y su grito se unió a los de millones de personas, ya sean agnósticas, ateas, con otro credo, humanistas o luchadores sociales que claman por la justicia, la libertad, la fraternidad, la solidaridad, la paz y la reconciliación. El grito de Jesús es el grito de petición por un mundo nuevo, surgido del respeto y la defensa de la vida y la dignidad que emana de los derechos humanos. El grito de Jesús es un grito que se une a los gritos de los torturados, desparecidos y encarcelados por la dictadura del dinero, el poder y la ambición a lo largo de la historia.

Tal vez habrá un día, tal vez lejano, donde las personas convivamos desde la tolerancia y la acogida, donde el afán por el dinero será sustituido por el compartir, donde el poder será reemplazado por el servicio y la entrega desinteresada y el prestigio social será sustituido por la sencillez y la gratificación del trabajo.

Esos gobernantes siguen “crucificando” a la gente sencilla, pobre y trabajadora de aquí y de allí. Lo dicho: por favor, retiren el crucifijo y no sean cínicos e hipócritas y que ningún prelado se rasgue las vestiduras por esto y se sienta ofendido por las guerras y las injusticias.

Viendo el otro día una imagen de archivo de la toma de posesión de Gregorio Serrano, el del pisito de la Guardia Civil, como director de la DGT donde aparece el crucifijo, volví a sentir de nuevo esa indignación y dije en mi interior: ¿qué hace ese crucifijo ahí? ¿Qué hace Jesús de Nazaret crucificado en la mesa donde prometen o juran gobernantes que no van a tener ningún escrúpulo en la corrupción y en tomar medidas legislativas que van a empobrecer más a los ya empobrecidos y van a enriquecer a los ya enriquecidos?

En un Estado laico es más que obvio que ese símbolo religioso no debe estar presente en la toma de juramento de presidentes de gobiernos, ministros y otros altos cargos. Debería haberse retirado hace muchos años, sin más. Pero yo quiero añadir otra reflexión, que me parece vital por lo menos personalmente, porque precisamente quien crucificó a Jesús fueron los gobernantes, tanto políticos como religiosos de la época porque su mensaje y su vida eran subversivas. Es decir subvertían el orden establecido y hablaban de justicia, de paz y libertad para los empobrecidos, de modo que entraron en conflicto con los poderosos de la época y por eso lo mataron.