El diccionario de la Real Academia Española es claro sobre el significado de estas palabras:
Filibustero:
1. m. y f. Pirata, que por el siglo XVII formó parte de los grupos que infestaron el mar de las Antillas.
Filisbusterismo
2. m. Obstruccionismo parlamentario.
Así que aparece la tentación de aplicar la acepción 2 de Filibusterismo a la última movida ––porque eso no es política, sino otra cosa–– del Gobierno de López Miras pidiendo la retirada del Congreso del proyecto de reforma del Estatuto de Autonomía, para evitar que quede plasmado en él el rechazo al transfuguismo político y la dotación de personalidad jurídica al Mar Menor gracias a la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que cosechó más de 500.000 apoyos.
Eso, efectivamente, es obstruccionismo parlamentario y lo demás son tonterías. Sin entrar en consideraciones de por qué motivo desde San Esteban se pretende que no quede mencionado explícitamente un asunto tan sucio como el de los diversos tránsfugas de distinto pelaje y catadura que han facilitado la continuidad del actual Ejecutivo, con el pregonísimo y moralísimo presidente de la Asamblea Regional, cristianado Alberto Castillo, a la cabeza. Ya lo escribió Eduardo Mendoza del medio chino Aureli Ching Gratacós en su Laberinto de las Aceitunas: “tan untuoso de modales como pérfido de catadura”.
Pero, claro, cuando se ve y se compara esto anterior con la otra movida más reciente, perpetrada por orden del campeón mundial Teo, el amigo de Cayetana, de asegurar que el Grupo Parlamentario Popular del Congreso de los Diputados apoyará resueltamente y con sus votos la aprobación de la ILP y, se supone, su conversión en ley, entran ganas de aplicar al tema más bien la acepción 1 de Filibustero.
O de gamberrismo puro y duro. Porque vamos a ver, con estos ojitos tan bonitos que nos ha dado el señor nuestro dios, una serie de hechos concatenados; a ver también si se aclara el personal con cuál ha sido la actitud de determinados individuos al respecto; y a ver de nuevo si eso es ser un gamberro o no.
Cómo es posible que la Asamblea Regional, dominada en virtud del juego de los transfuguismos por el PP y su untuoso de modales presidente, rechazara en septiembre de 2020 apoyar la ILP que llegó hasta ella para ser deliberada por la iniciativa legal del Ayuntamiento de Los Alcázares, gobernado por el PSOE. Nota al margen: los ayuntamientos de San Pedro, San Javier y Cartagena, controlados por el PP, se hicieron los longuis en el asunto. Da la casualidad que, si la Cámara regional hubiera resuelto apoya esa ILP, el trámite para llevarla a la Carrera de San Jerónimo hubiera sido mucho más rápido que el de las 500.000 firmas preceptivas.
Ah, pero no. Basándose un informe jurídico de los servicios correspondiente del Palacio del Horror Modernista ––perdón, del arquitecto Braquehais–– la mayoría de control formada por los diputados del PP, los tránsfugas expulsados de Vox y los ya no se sabe qué huidos de Cs capitaneados por ese pérfido de catadura rechazó frontalmente el tema. De paso, un mes y medio más tarde, el ínclito pregonero, en su calidad de segunda autoridad de la Región, decidió anular el acuerdo firmado por valor de 3.000 euracos con la Cátedra de Derechos Humanos de la UMU porque ésta se había metido en el berenjenal de promocionar la ILP para llevarla al Congreso, basándose en que “no figura la recogida de firmas por ninguna parte del convenio”.
Según él, que estudios pocos pero sabe mucho como va quedando ampliamente demostrado, esa actividad recolectora no casaba con que la subvención establecía que la Cátedra era “un espacio íntegramente dedicado a la investigación, formación, divulgación y concienciación” en derechos humanos y de la naturaleza. Lo de recoger firmas para promover la protección legal del Mar Menor, paraíso natural en perfecto estado de conservación como se sabe, no entraba en esos supuestos. Iluminada por alguna virgen a la que ha dedicado pregón debía esta el personaje para dar semejante explicación.
Unos meses después, terminemos la rememoración, la ILP consiguió el éxito de sus más de 500.000 firmas de apoyo y, mientras el sosias del medio chino Ching Gratacós (socio del Barçca desde 1952) callaba, Teo el magnífico campeón mundial daba instrucciones al presidente regional y aseguraba que el PP apoyaría con sus votos en la Cámara baja la dotación por ley de personalidad jurídica al Mar Menor.
Con esto penúltimo, uno arde en deseos de saber, por un lado, qué paloma divina ha defecado en las cabezas pensantes del PP para provocar semejante cambio de postura y, por otro, qué se le puede ocurrir ahora a la segunda autoridad regional para justificar su ferviente apoyo, que seguro que lo pronunciará, a esa nueva legislación que tiene visos de ser aprobada por cuasi unanimidad ––salvo los votos de los 52 cafres que todos sabemos–– en Madrid.
Pues lo último es aún más espectacular, de filibustero y gamberro como es que el PP, volviendo al principio, pretenda ahora frenar las enmiendas al nuevo Estatuto en el Congreso, en un claro ejercicio de analfabetismo parlamentario pues, como ha señalado el secretario tercero de la Cámara, Javier Sánchez Serna ––que es de Murcia, luego no todo está perdido–– el artículo 129 del Reglamento impide que se retire una proposición de ley si se solicita después de que sea tomada en consideración, es decir, admitida a discusión.
Son todos estos misterios tan insondables, para mentes obtusas como la del arriba firmante, como los motivos que han llevado a la conversión progresista de aquel consejerito sobrinísimo de la Kultur que tantos y tantos millones gastó en balde a mayor gloria de su tío, de él mismo y de sus amigotes. Porque sonar, lo que es sonar, los misterios, digo, suenan a gamberreo y a perreo. Cosas veredes, dijo el fijosdalgo Quijano travestido en justiciero universal.
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