Una mañana de enero de 1980, el fotógrafo del diario Línea, Ángel Martínez Requiel, captó en bicicleta al hombre que, desde hacía pocos meses, ostentaba la presidencia del naciente Consejo Regional, embrión del futuro ente autonómico murciano. Andrés Hernández Ros tenía entonces 32 años y era todopoderoso secretario general del PSRM-PSOE desde 1978.
Hubo días en los que solía acudir en ese vehículo de dos ruedas a la sede de aquel gobierno provisional, ubicada en el antiguo palacio de la Diputación Provincial, en la avenida del Teniente Flomesta, junto al río. A su paso por uno de los dos puentes que conectaba el Barrio del Carmen con el casco antiguo, el fotógrafo se apostó y obtuvo esa instantánea que resume la ejecutoria del personaje.
Nunca se aclaró suficientemente su salida de la política, ocurrida de forma traumática y precipitada en marzo de 1984, un año después de ganar las primeras elecciones autonómicas con más del 52% de los votos, 26 diputados y mayoría absoluta en la Asamblea Regional.
Creo que fue en la emergente revista Cambio 16 donde, meses antes, lo entrevistaron y apodaron como ‘El león de la huerta’. Sobre su persona sobrevoló un intento de soborno a dos periodistas del diario La Verdad.
Se marchó traicionado, sin muchos aspavientos, sabedor de que los cuchillos, en la vida política, estaban tan afilados como las dagas. Se convirtió en un apestado, incluso entre los suyos. Los años lo repararon parcialmente y hasta algún que otro Judas llegaría a pasarle la mano por el hombro.
En 2012, el Gobierno del PP le otorgaría la Medalla de Oro de la Región. Tras su desaparición en 2016, todo fueron parabienes y alabanzas. Incluso de personajillos que ni siquiera supieron quién era Hernández Ros hasta el día de su óbito. Dios nos libre siempre de ciertas lisonjas. Está claro que en este país, para ser alguien y que te valoren, no hay nada como morirse.
Una mañana de enero de 1980, el fotógrafo del diario Línea, Ángel Martínez Requiel, captó en bicicleta al hombre que, desde hacía pocos meses, ostentaba la presidencia del naciente Consejo Regional, embrión del futuro ente autonómico murciano. Andrés Hernández Ros tenía entonces 32 años y era todopoderoso secretario general del PSRM-PSOE desde 1978.