Muchos han sido los momentos de encuentro y familia vividos en estos días pasados. Es lo que tienen las fiestas navideñas. Aunque algunos de nosotros hemos podido disfrutar de las alegrías y reencuentros, otros no han tenido la misma suerte, unas veces por no poder reunirse con sus seres queridos, otras por encontrarse en una situación muy dura tras haber perdido el trabajo o la vivienda y sin poder ofrecer una vida digna a los que más quieren.
Según el VII Informe sobre “Exclusión y Desarrollo Social en España” de 2014, elaborado por Cáritas y FOESSA, la población que se encuentra en situación de integración social plena, es en la actualidad una minoría, representando el 34,3%. Lo que implica que más de 11.746.000 personas están en situación precaria, ya sea por exclusión del empleo, de vivienda o de salud.
Por desgracia estos datos vuelven a hacerse presentes en otros estudios, como en la encuesta de “Condiciones de Vida del INE”, que indica que la población en riesgo de pobreza o exclusión social crece hasta el 29 % en el año 2015.
Aunque nos puedan parecer cifras a tener en cuenta para realizar análisis o estadísticas con las que valorar las políticas llevadas a cabo, detrás de cada número se esconde una historia personal, una vida de supervivencia que ha de seguir luchando por conseguir mejorar sus oportunidades y calidad de vida. Todo ello sin incluir las circunstancias a las que tan duramente se han de enfrentar otros colectivos como los inmigrantes o refugiados, no sólo fuera de nuestras fronteras, también en nuestra propia tierra.
Y a pesar de que todos los días aparecen noticias que nos muestran cómo muchos de nuestros políticos están más atentos a otros quehaceres, como mantener su posición dentro del poder, tenemos una sociedad civil en la que se hacen presentes de forma efectiva y comprometida numerosas organizaciones que cada día luchan por mejorar la situación de los colectivos más vulnerables: discapacidad, inmigración, personas en riesgo de exclusión social… Individuos que en las condiciones adecuadas se transformarían en activos importantes de la sociedad, auténticos ciudadanos con obligaciones tributarias y también titulares de derechos.
En estas organizaciones hay muchas personas que de forma voluntaria realizan pequeñas aportaciones en forma de tiempo o dinero, con la única finalidad de contribuir con su granito de arena a tratar de cambiar las cosas. Hombres y mujeres que se levantan con el único pensamiento de hacer de nuestro mundo algo más justo y mejor. Gracias a ellos estas vacaciones muchos de nosotros hemos podido disfrutar de una cena caliente o una sonrisa cálida con la que seguir avanzando.
Es por ello que desde aquí quiero decir gracias. Un agradecimiento dirigido a todas esas personas que a través de sus acciones llegan de forma real donde la Administración no lo hace, aunque es su obligación y su responsabilidad. La labor que desempeñáis es fundamental para la puesta en marcha, desarrollo y ejecución de programas y proyectos con los que atender necesidades de primerísimo orden. Gracias a ella, la vida de muchísimas personas se mejora día a día.
Muchos han sido los momentos de encuentro y familia vividos en estos días pasados. Es lo que tienen las fiestas navideñas. Aunque algunos de nosotros hemos podido disfrutar de las alegrías y reencuentros, otros no han tenido la misma suerte, unas veces por no poder reunirse con sus seres queridos, otras por encontrarse en una situación muy dura tras haber perdido el trabajo o la vivienda y sin poder ofrecer una vida digna a los que más quieren.
Según el VII Informe sobre “Exclusión y Desarrollo Social en España” de 2014, elaborado por Cáritas y FOESSA, la población que se encuentra en situación de integración social plena, es en la actualidad una minoría, representando el 34,3%. Lo que implica que más de 11.746.000 personas están en situación precaria, ya sea por exclusión del empleo, de vivienda o de salud.