A tenor de los resultados de las últimas elecciones autonómicas, los murcianos no solo no penalizaron los diferentes episodios de transfuguismo que alteraron la voluntad salida de las urnas, sino que, contra cualquier lógica democrática, los premiaron. El mensaje fue tan claro como descorazonador: López Miras tiene carta blanca para preservar el poder contra las hordas sanchistas a costa de lo que sea. El sentido de lo 'lícito' y de lo 'ético' no son límites ni reguladores de comportamiento determinantes para una figura como la del Presidente del PPRM, que tiene claro que o posee el poder o no es nada -no hay medias tintas en este caso porque no se le conoce currículum alguno fuera de la política y la necesita agónicamente para vivir-. Los 21 escaños obtenidos el pasado mayo le animan a seguir por esta senda de la perversión del espíritu democrático: volvería a hacer lo mismo mil veces si fuera necesario.
El problema, no obstante, para López Miras es que no todos han olvidado tan fácilmente unos casos de transfuguismo que destrozaron dos grupos parlamentarios: el de Ciudadanos y el de Vox. El primero ya no importa -la incapacidad milenaria de sus líderes nacionales lo ha llevado a la muerte cerebral-. El segundo, en cambio, le puede amargar más la vida. López Miras necesita dos votos de la ultraderecha para ser investido como Presidente de la CARM. Su objetivo es pactar con Vox un documento programático y no ceder ninguna Consejería a los ultras. El político lorquino sabe que un Gobierno de coalición con Vox supondría un lastre que algunos le íbamos a recordar todos los días de la legislatura -contumazmente, lo aseguro-. La estrategia, durante este último mes, ha sido convencer a Vox de que su papel en la Asamblea Regional no da para un reparto de consejerías, y que, a lo sumo, ha de contentarse con perfilar una serie de líneas generales de actuación. Pero, por las sucesivas declaraciones del todopoderoso líder nacional de Vox, Santiago Abascal, no parece que la ultraderecha se vaya a conformar con el paripé del documento programático. Tal y como se ha indicado, Vox fue uno de los grupos más perjudicados por la compra de voluntades en la primavera de 2021por parte de un López Miras desesperado. Su formación parlamentaria quedó hecha un solar sin que el líder del PPRM se inmutara a causa de ello. No ha de resultar sorprendente, a estas alturas, que Abascal no se fie de López Miras y que, por esto mismo, no esté dispuesto a que le tome el pelo una segunda vez. Además, el listón establecido por Feijóo para considerar pactos con Vox está más que superado en la Región de Murcia, al haber obtenido el partido de extrema derecha un considerable 18 % de los votos obtenidos.
López Miras quemó la posibilidad de la presidencia de la Asamblea Regional demasiado alegremente. Quizás, la concesión de este cargo a Vox habría calmado el apetito de poder de los de Antelo. Pero, eliminada esta posibilidad, la única baza que le queda al partido verde es la entrada en el Gobierno. Y no se van a bajar de ese caballo tan fácilmente. El hecho de que esta semana el PP haya llamado a Vox para negociar demuestra que, desde la calle González Adalid, ya no perciben la investidura como un camino de rosas. Abascal ha subrayado, en varias ocasiones, que el caso de la Región de Murcia debe ser referido al “modelo Extremadura”, y no al “modelo Baleares”. Con total seguridad, la razón que ha llevado a la dirección nacional de Vox a determinar esto es que, en la Región de Murcia, López Miras tiene ya una “historia” con este partido; y una historia no basada precisamente en la mutua confianza y la complicidad, sino en la traición. La ultraderecha no se va a conformar con promesas e ideas generales reflejadas en un papel. Quiere pillar presa; es la única manera de mantener a López Miras atado en corto. Quizás el electorado no se lo haya penalizado, pero, a la hora de su investidura, la larga sombra del transfuguismo va a perseguir a López Miras.
A tenor de los resultados de las últimas elecciones autonómicas, los murcianos no solo no penalizaron los diferentes episodios de transfuguismo que alteraron la voluntad salida de las urnas, sino que, contra cualquier lógica democrática, los premiaron. El mensaje fue tan claro como descorazonador: López Miras tiene carta blanca para preservar el poder contra las hordas sanchistas a costa de lo que sea. El sentido de lo 'lícito' y de lo 'ético' no son límites ni reguladores de comportamiento determinantes para una figura como la del Presidente del PPRM, que tiene claro que o posee el poder o no es nada -no hay medias tintas en este caso porque no se le conoce currículum alguno fuera de la política y la necesita agónicamente para vivir-. Los 21 escaños obtenidos el pasado mayo le animan a seguir por esta senda de la perversión del espíritu democrático: volvería a hacer lo mismo mil veces si fuera necesario.
El problema, no obstante, para López Miras es que no todos han olvidado tan fácilmente unos casos de transfuguismo que destrozaron dos grupos parlamentarios: el de Ciudadanos y el de Vox. El primero ya no importa -la incapacidad milenaria de sus líderes nacionales lo ha llevado a la muerte cerebral-. El segundo, en cambio, le puede amargar más la vida. López Miras necesita dos votos de la ultraderecha para ser investido como Presidente de la CARM. Su objetivo es pactar con Vox un documento programático y no ceder ninguna Consejería a los ultras. El político lorquino sabe que un Gobierno de coalición con Vox supondría un lastre que algunos le íbamos a recordar todos los días de la legislatura -contumazmente, lo aseguro-. La estrategia, durante este último mes, ha sido convencer a Vox de que su papel en la Asamblea Regional no da para un reparto de consejerías, y que, a lo sumo, ha de contentarse con perfilar una serie de líneas generales de actuación. Pero, por las sucesivas declaraciones del todopoderoso líder nacional de Vox, Santiago Abascal, no parece que la ultraderecha se vaya a conformar con el paripé del documento programático. Tal y como se ha indicado, Vox fue uno de los grupos más perjudicados por la compra de voluntades en la primavera de 2021por parte de un López Miras desesperado. Su formación parlamentaria quedó hecha un solar sin que el líder del PPRM se inmutara a causa de ello. No ha de resultar sorprendente, a estas alturas, que Abascal no se fie de López Miras y que, por esto mismo, no esté dispuesto a que le tome el pelo una segunda vez. Además, el listón establecido por Feijóo para considerar pactos con Vox está más que superado en la Región de Murcia, al haber obtenido el partido de extrema derecha un considerable 18 % de los votos obtenidos.