Acabo de pasar el ecuador de mi primer año en Atlanta y empiezo a valorar mi estancia aquí. Antes de venir hablé con otra persona que llevaba bastante tiempo viviendo fuera. Me dijo que es duro pero enriquecedor. Subrayó que me enfrentaría a aspectos que nunca se piensan mientras planeas salir al extranjero.
Tenía toda la razón. De la idea preconcebida sobre cómo va a ser tu vida en el extranjero a la realidad hay una gran brecha. La situación apocalíptica de nuestro país no ayuda a ser realista y te marchas pensando que sea lo que sea lo que te vas a encontrar no puede ser peor que España. Realmente no me arrepiento de haberme ido, pero me sorprende la cantidad de cosas que no pensé hasta que empecé a vivir aquí mi nueva vida.
Aquí soy muda y sorda. No es broma, realmente me siento así. Prueba a mantener una conversación interesante con un gato de escayola. Yo soy el gato. Solo entenderé el 35 por ciento de lo que digas así que mi conversación se reduce a monosílabos, risitas a chistes que no pillo y poco más.
Lo peor son esas frases que crees entender y respondes convencida de que estás teniendo una conversación mientras la otra persona vive una situación de surrealismo puro. ¿Cuántos meses tiene tu bebé? Muy bien gracias. ¿Es un niño o una niña? 4 meses. Es preciosa ¿Cómo se llama? Gracias eres muy amable. Hasta Luego.
Hay una larga lista de cosas que no valoré hasta que no me encontré con ellas: la soledad, el miedo a que ocurra algo malo, no tener a gente de confianza cerca, conducir con otras normas o la sensación de perder momentos en España imposibles de recuperar. Cosas grandes y pequeñas que te vas encontrando cuando pasa el tiempo lejos de tu hogar y que no puedes entender hasta que no las vives por ti misma.
Acabo de pasar el ecuador de mi primer año en Atlanta y empiezo a valorar mi estancia aquí. Antes de venir hablé con otra persona que llevaba bastante tiempo viviendo fuera. Me dijo que es duro pero enriquecedor. Subrayó que me enfrentaría a aspectos que nunca se piensan mientras planeas salir al extranjero.
Tenía toda la razón. De la idea preconcebida sobre cómo va a ser tu vida en el extranjero a la realidad hay una gran brecha. La situación apocalíptica de nuestro país no ayuda a ser realista y te marchas pensando que sea lo que sea lo que te vas a encontrar no puede ser peor que España. Realmente no me arrepiento de haberme ido, pero me sorprende la cantidad de cosas que no pensé hasta que empecé a vivir aquí mi nueva vida.