Región de Murcia Opinión y blogs

Sobre este blog

Por qué la LOMLOE es una ley de derechas

0

Si algo expresó el espíritu de la II República fue la educación. El esfuerzo realizado para la creación de colegios, provisión de maestras y maestros, apertura de bibliotecas y difusión de la cultura, resulta impresionante aún hoy en día. Esfuerzo que se mantuvo incluso en los durísimos tiempos de la guerra. Nuestra Región no fue una excepción. Sin detenernos demasiado, baste recordar la creación de la Biblioteca de la Universidad de Murcia en 1932, fusionando los fondos de la Biblioteca Provincial y los de las facultades, hasta alcanzar los 20.000 libros, la construcción de escuelas como la de Santomera en 1936, la de Cieza, promovida por su alcalde socialista, o incluso en plena guerra la implantación del Bachillerato Abreviado para Obreros, en 1937.

Pese a la criminal represión franquista ese espíritu sobrevivió. El legado de maestras como Antonia Maymón en Beniaján sirve aún de inspiración. Sobrevivieron también las ideas de innovación, equidad, laicismo o coeducación. La idea de una educación pública de calidad al servicio de la sociedad como garantía del desarrollo humano. Lo hizo sobre todo la izquierda, que hasta el brutal aterrizaje de la OCDE en la educación todavía tenía en el desarrollo cultural una de sus grandes banderas. 

Hemos perdido completamente el sentido humano de la educación, la hemos dejado en manos de la Iglesia, de la banca, y de negocios alineados con el más absoluto conservadurismo ideológico y de clase. El estado que dice combatir, digamos, la violencia de género, regala la educación a quienes niegan la mayor y adoctrinan en el sexismo. Una de las pocas cosas positivas de la ley, introducida desde la izquierda, es que prohíbe subvencionar la segregación por sexos. Sin embargo en la región se subvenciona, alimentando el patriarcado y todo lo que conlleva. Así la administración es cómplice de la violencia que dice querer eliminar. 

Una organización bancaria como la OCDE sentencia sobre la educación y la izquierda oficial ha abrazado una ley de derechas como la LOMLOE, mercantilizadora, privatizadora y profundamente neoliberal. ¿Podemos sorprendernos luego de que prolifere el fascismo en las aulas? En la Región incluso se nombró una consejera de extrema derecha que firmó los decretos de currículo,  y casi no afectó en nada al ecosistema, porque éste ya está escorado a la derecha. 

¿Por qué una derecha escandalosa y vociferante hasta la náusea ha protestado tan suavemente y de manera tan impostada contra la LOMLOE? Aquí el PP sólo ha modificado alguna cosa, como la franja horaria de religión, sin importar a quién perjudique sólo para proteger la matrícula del obispado. Se han creado zonas de escolarización gigantes, sí, para proteger a la privada, pero en aplicación de la ley y no contra ella. Por lo demás, la ley les ha gustado porque sirve a sus intereses. Véase la privatización salvaje de la FP al calor de los fondos europeos.

El control del suelo destinado a la construcción de centros es ineficiente y sigue dejando margen para esquivarlo. El “enfoque competencial” no es en realidad heredero del constructivismo, como se quiere vender, sino un invento de los think tank y de las corporaciones que están colonizando los sistemas educativos. La subordinación al edunegocio y a las demandas de la patronal, vía mercado laboral, es total. Las empresas están mercadeando con la fuerza de trabajo joven y futura. Es el sistema educativo que surge tras la terapia de choque pandémica.

Duele la represión insana de todo cuestionamiento del modelo dentro del PSOE. La LOMLOE es una claudicación total de la izquierda. En el PSOE regional cuestionar los conciertos genera rechazo, a pesar de que son claves en la construcción de la demografía electoral de derechas. José Vélez, en la presentación de su programa electoral de educación a las organizaciones del sector, para los últimos comicios, abrió insistiendo en que ellos no iban a confrontar con los conciertos. La enseñanza concertada, dijo Maravall en 1983, no podrá seleccionar alumnado, deberá ser gratuita y sin actividad confesional en horario lectivo. Lo demás es la historia de una de las estafas sociales más grandes de la democracia.

La ley habla de la pública como “eje vertebrador” del sistema, también por presión de la izquierda, pero mantiene luego la red privada considerándola como servicio público. La equipara en derechos, pero no en deberes, con la pública, y ni siquiera establece el carácter subsidiario de lo privado, para no estorbar la supresión de aulas públicas en zonas donde existen o aparecen privados. Lo que debía obligar al incremento de puestos públicos se troca en licencia autonómica para lo contrario. “Gracias, Ministerio de Educación”. Además se permite subvencionar enseñanzas no obligatorias. Nada que alegar desde nuestra región, tan inclinada a la segregación de clase. Pero es inmoral y antisocial que existan clases en las clases, o convertir los centros en simples partes productivas del sistema capitalista. 

Es distópico el estallido de burocracia que está asfixiando la autonomía y los tiempos para educar. Todo ha de codificarse hasta el absurdo. La legibilidad administrativa lo vacía todo de sentido pedagógico, dejando nada más que la construcción de un producto en una cadena de montaje, un “perfil de salida” para el mercado humano de la patronal. Burocratización, privatización y colonización digital son procesos profundamente imbricados entre sí, y a su vez con la LOMLOE. Ya no educamos, pensamos en “lenguaje máquina”, nos “capacitan” como comerciales de Google. No formamos personas, fabricamos máquinas de trabajo, “competentes” para  el segmento del mercado al que vayan dirigidas. 

Se impone el modelo concreto experimentado en USA: esa tecno-pedagogía que sale de los laboratorios del FMI, el BM, la OCDE y de gigantes como Microsoft o Google, que fichó a la ex-consejera murciana Esperanza Moreno. En Europa la Universidad Católica de Lovaina ha fabricado el discurso “académico” que luego han amplificado acólitos como El País Educación. Europa por ahora se somete, aunque salten las alarmas en Suecia, o incluso en la UNESCO, que no es en principio un organismo “sospechoso”, véase su informe GEM 2023. 

En efecto, ahora arrastramos sombríamente el “diseño universal de aprendizaje”, concepto usado para lavar el plan No child left behind, de George W. Bush, que fue un sonoro fracaso, pero que inspira al liberalismo educativo español. Aquí no cabe la bajada de ratios (lo único real) sino solo sumergir las metodologías en el mercado tecnológico y transmutar la enseñanza en un producto más de consumo. Ese pandémico “no dejar a nadie atrás” de Pedro Sánchez no era más que la cruda expansión universal del mercado del aprendizaje. 

Si algo expresó el espíritu de la II República fue la educación. El esfuerzo realizado para la creación de colegios, provisión de maestras y maestros, apertura de bibliotecas y difusión de la cultura, resulta impresionante aún hoy en día. Esfuerzo que se mantuvo incluso en los durísimos tiempos de la guerra. Nuestra Región no fue una excepción. Sin detenernos demasiado, baste recordar la creación de la Biblioteca de la Universidad de Murcia en 1932, fusionando los fondos de la Biblioteca Provincial y los de las facultades, hasta alcanzar los 20.000 libros, la construcción de escuelas como la de Santomera en 1936, la de Cieza, promovida por su alcalde socialista, o incluso en plena guerra la implantación del Bachillerato Abreviado para Obreros, en 1937.

Pese a la criminal represión franquista ese espíritu sobrevivió. El legado de maestras como Antonia Maymón en Beniaján sirve aún de inspiración. Sobrevivieron también las ideas de innovación, equidad, laicismo o coeducación. La idea de una educación pública de calidad al servicio de la sociedad como garantía del desarrollo humano. Lo hizo sobre todo la izquierda, que hasta el brutal aterrizaje de la OCDE en la educación todavía tenía en el desarrollo cultural una de sus grandes banderas.