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Lost in bilingualism

Al final me he decidido. Llevaba tiempo pensando en elaborar un artículo que me permita aclarar ideas sobre el proyecto de “bilingüizar” el país, y particularmente sobre la desastrosa forma en la que se está tratando de implantar el modelo en el Estado y en la Región.

Sé que es un tema espinoso, especialmente porque es de esos asuntos que tiene que ver con las esperanzas de la gente de encontrar un futuro mejor, y además, con la forma de enfrentar un fracaso de décadas de nuestros programas de inglés. Lo cierto es que es llamativo que en este dichoso país, después de años y años estudiando inglés, salimos de la escuela reglada para saber decir bien “relaxing cup of tea”. Y esto hace que la cuestión del bilingüismo, antes de plantearse en el plano del debate real y científico sobre su necesidad y posibilidad, se haga desde el campo de la propaganda y la sugestión de familias, docentes y alumnado.

Tengo que reconocer que no es fácil en estos momentos, cuando moldear la opinión pública es la clave para entrar o mantenerse en el gobierno, cuando esos que gobiernan tienen que encontrar y generar consensos sociales a los que agarrarse, cuando el conseguir votos, adhesiones de intelectuales, o evitar movilizaciones que descompongan el ya maltrecho modelo institucional, se convierte en el leitmotiv de la realpolitik (que no se diga que yo no sé idiomas); digo, que no es fácil separar el trigo de la paja, y plantear el problema en su crudeza.

Lo que yo voy a defender no es novedoso, pero sí que pretende acotar el problema: independientemente de lo útil o no de estos programas, de que pueda ser beneficioso en el presente o en el futuro, el debate hoy no está en si los alumnos tienen que aprender otro idioma antes de aprender bien el suyo propio, ni en el problema de las editoriales o en si hay que sustituir la enseñanza de otras asignaturas por el inglés. El problema está en que no puede haber un debate real sobre el modelo educativo hasta que no haya voluntad de educar.

Un sano bilingüismo depende de que quien gobierna, haga estudios reales sobre la situación del alumnado, de las familias y los docentes con respecto al inglés, y que apueste por gastar el dinero de todos en proyectos que partan de situaciones reales. El problema no es otro que el de que si quien gobierna sigue contemplando la educación como una herramienta para mantener su status quo, y no como un fin que está por encima de sus intereses particulares, seguiremos destrozando la educación a base de programas, chapuzas y parches que, aunque aparentemente planteen soluciones, simplemente agraven el problema. En definitiva, a quien gobierna le importa la educación pública tanto como los votos que pueda perder.

Mientras la Consejería de Educación sólo saca titulares y fotos de nuestro flamante y sonriente consejero vendiendo sus políticas, la comunidad educativa se queja de que no hay recursos, de que los ya extintos CPR no ofrecen cursos que nos puedan habilitar para estas materias, de que tenemos que dedicar un “pastizal” de nuestro maltrecho sueldo (eso los pocos que lo tienen)… Y mientras eso sucede, digo, 3300 interinos fueron despedidos y nunca más se supo, y ya ni qué decir tiene de los recién titulados universitarios.

 

La última fue la de la gratificación de 400 euros a los profesores que obtengan el B2, una chapuza más, porque el B2 en el mejor de los casos cuesta entre 800 y 1200 euros.

Vamos a ver a qué me refiero con microscopio, analizando las consecuencias de la aplicación del borrador de currículo de esta Consejería, con datos objetivos, con datos concretos de un centro de la Región de Murcia; un centro real, del que no voy a dar el nombre por motivos obvios.

La aplicación de lo previsto en el nuevo diseño curricular en fase de borrador supondría que varias asignaturas que actualmente forman parte del tronco común de la Enseñanza Secundaria quedasen eliminadas. Tal es el caso de la Tecnología, eliminada de 1º de ESO, o de las materias artísticas –Música y Educación Plástica- eliminadas de 3º de ESO. Además, en ese diseño, las materias artísticas pierden su categoría actual de troncales opcionales vinculadas a determinados itinerarios en 4º de ESO, y pasan a ser asignaturas optativas –que se podrán ofertar o no, dependiendo del centro-.

Esas asignaturas forman parte de la estructura actual del programa bilingüe de nuestro centro, y su eliminación traería consigo una reducción muy considerable de las horas dedicadas a la impartición en inglés de materias no lingüísticas.

Además, en nuestro Instituto, los alumnos del programa bilingüe asumen la ampliación horaria –hasta 33 periodos lectivos- establecida en la normativa actual, con el fin de mejorar la competencia comunicativa en lenguas extranjeras. En el borrador de Decreto de currículo no se contempla la posibilidad de mantener esta ampliación.

Añádase a lo anterior que, si bien la regulación vigente exige que en los programas bilingües español-inglés, sean impartidas en esta lengua al menos dos materias no lingüísticas, la nueva orden permite la impartición en inglés de tan sólo una de esas materias.

Por otra parte, se omite la posibilidad de que sean impartidos en el idioma objeto del programa la mitad de los contenidos de una materia, lo cual podría excluir a materias como el Latín, cuya parte cultural (no lingüística) se imparte actualmente en inglés al alumnado de nuestro Instituto que cursa el itinerario humanístico bilingüe de 4º de ESO.

Ninguna de estas disposiciones va encaminada a afianzar los conocimientos de idiomas de nuestros alumnos; más bien al contrario, lo que persiguen es restringir el número de horas y de disciplinas cursadas en lenguas extranjeras. En el momento actual, las materias del programa (lingüísticas y no lingüísticas) ocupan hasta un 57% del tiempo lectivo del alumnado del centro que cursa enseñanza bilingüe en ESO; con el nuevo diseño podrían quedar reducidas a tan sólo un 40% de ese tiempo.

Por muchas declaraciones que hagan los responsables de la Consejería de Educación proclamando su voluntad de potenciar las enseñanzas bilingües en los Institutos de la Región, lo cierto es que sus actuaciones tienden a constreñir cada vez más el desarrollo de las mismas. Lo que se busca con las nuevas normativas no es otra cosa que reducir el profesorado de los centros, aprovechando que la nueva Ley educativa degrada a numerosas especialidades y disminuye drásticamente su carga lectiva; entre ellas, algunas que resultan esenciales para sostener el sistema de enseñanza bilingüe. Todo esto nos lleva a la conclusión de que a las autoridades educativas les importa muy poco el bilingüismo; en realidad, lo que están haciendo es cargarse los programas bilingües de Secundaria.

Pero, como siempre, la propaganda quiere callar la verdad. Quieren mantener a la comunidad educativa entretenida con estas cosas mientras van desmantelando ladrillo a ladrillo la educación pública. Pero a estas alturas es ya difícil engatusarnos tan fácilmente, y por esto que estamos diciendo, entre otras cosas, que la comunidad educativa se movilizará de nuevo el 14 de marzo por la educación pública de todos y para todos.

Al final me he decidido. Llevaba tiempo pensando en elaborar un artículo que me permita aclarar ideas sobre el proyecto de “bilingüizar” el país, y particularmente sobre la desastrosa forma en la que se está tratando de implantar el modelo en el Estado y en la Región.

Sé que es un tema espinoso, especialmente porque es de esos asuntos que tiene que ver con las esperanzas de la gente de encontrar un futuro mejor, y además, con la forma de enfrentar un fracaso de décadas de nuestros programas de inglés. Lo cierto es que es llamativo que en este dichoso país, después de años y años estudiando inglés, salimos de la escuela reglada para saber decir bien “relaxing cup of tea”. Y esto hace que la cuestión del bilingüismo, antes de plantearse en el plano del debate real y científico sobre su necesidad y posibilidad, se haga desde el campo de la propaganda y la sugestión de familias, docentes y alumnado.