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¿Por qué nos tenemos que matar entre nosotros? ¿Por qué?

Un grupo de refugiados en el Campamento de Moria, en la Isla de Lesbos (Grecia) EFE/ Ingrid Haack/Archivo

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La invasión de Ucrania por parte de Rusia nos sitúa ante una nueva guerra, otra maldita guerra más, que supone una tragedia humanitaria: miles de vidas asesinadas, miles de vidas destruidas, miles de vidas traumatizadas. Nada justifica una guerra y la mejor guerra es la que no comienza, pero hemos creado un mundo para la guerra, donde los poderosos utilizan su gran poder para invadir, bombardear y someter a naciones y pueblos.

Hay que condenar esta guerra y pensaba decir 'horrible guerra', pero, en un momento de lucidez, pensaba qué guerra no es horrible. Otra horrible guerra, como fue la guerra dentro de la propia Ucrania desde 2014, donde el gobierno ucraniano y grupos paramilitares nazis se enfrentaron contra la población prorrusa en Donbás. El otro día, ante esta afirmación de un hecho constatable como fueron las masacres contra la población de Donbás, un amigo me preguntaba si de alguna manera estaba justificando la invasión rusa. Le comenté que lo mismo que condeno la invasión rusa de Ucrania, condeno que el Gobierno ucraniano masacrara a esta población. Y, lo mismo que condeno esta guerra, condeno la guerra que hay en Palestina, cuyo agresor, invasor y masacrador es Israel, que tuvo el cinismo de condenar esta invasión como un atentado contra el Derecho Internacional. Y, siguiendo este hilo, hay que condenar la guerra en el Sáhara, en Siria o en Yemen, donde Arabia Saudí es un agresor de una crueldad terrible, que impide incluso la llegada de alimentos a la población civil, causando miles de muertes de niños y niñas. En Yemen, una guerra silenciada, es una guerra entre Arabia Saudí e Irán, que está causando miles de muertes y ha dejado un país devastado. Me emocionó recordando a nuestros amigos refugiados yemeníes y del llavero que nos regalaron que ponía “amigos para siempre”. Tengo muchos amigos racistas y xenófobos que los consideran morenos y negros.

Todas las guerras son horribles, absolutamente todas, sin excepción alguna y siempre justificadas por intereses económicos y geoestratégicos. Ya se encargarán los estrategas mediáticos de lograr la aprobación de la opinión pública, apelando a que es una guerra en defensa de la libertad y de la seguridad. El tremendo sufrimiento de la población ucraniana, es el mismo sufrimiento de la población palestina; el tremendo sufrimiento de la población siria es el mismo sufrimiento de la población ucraniana.

Y, lo mismo, que hay que condenar cualquier guerra, hay que acoger a los refugiados y refugiadas que provocan estos conflictos. Es doloroso escuchar cómo se está excluyendo en Polonia a refugiados provenientes de Ucrania porque son negros. Se me retuerce el alma cuando oigo que a los refugiados que son blancos hay que acogerlos, pero, a los morenos y negros no. Hay que acoger a cualquier persona que venga de un conflicto bélico. La Unión Europea ha convertido en cárceles los campos de refugiados en Grecia ¿Cómo es posible este trato inhumano a las personas refugiadas? Polonia y Hungría rechazan a personas que no sean blancas. De esto se habla poco, tal vez porque no interese. Hay que hacer una acogida humanitaria, vengan de donde vengan; una acogida racista y xenófoba no sería acogida, es miserable y responde a un mecanismo de guerra.

Todo esto me lleva a la pregunta de por qué nos tenemos que matar, aunque la pregunta sería quién decide que nos tengamos que matar y por qué. Si hiciéramos una encuesta y preguntáramos si queremos la paz o la guerra, casi el 100% de los encuestados diría que la paz sin duda alguna. Entonces, ¿por qué a lo largo de la historia hay tantos conflictos? ¿Por qué en la actualidad hay tantas guerras en versiones diferentes? Explico lo de versiones diferentes con dos ejemplos. El primer ejemplo es que el bloqueo económico a un país es un acto de guerra; es la manifestación en otras etapas históricas del asedio a ciudades para hacerlas caer por el hambre. El segundo ejemplo es el asesinato de líderes y lideresas ambientalistas y sociales por parte los grupos de poder, en especial, las multinacionales. El otro día leía en la revista de Manos Unidas que en Perú habían sido asesinados una decena de líderes indígenas por defender su tierra frente a la actividad extractivista de las multinacionales mineras y constructoras. A estos asesinatos, hay que unirles los asesinatos por defender también la tierra en Brasil, Honduras, Colombia…

¿Quién decide que nos tengamos que matar unos con otros y por qué? Los deciden los grandes oligarcas, las élites económicas, financieras y sociales, en definitiva, los grupos adinerados, los grupos de poder, cuya codicia y avaricia no tiene límites. Cada vez quieren acumular más poder y riquezas. En este acaparar poder y riquezas se producen las guerras entre ellos, desde los estados y las grandes corporaciones para tener la absoluta hegemonía del dominio mundial. Nuestra historia está escrita por los grandes imperios que han pretendido ejercer ese domino mundial y cuando caía un imperio, era sustituido por otro. Los fuertes destruían naciones y pueblos para quedarse con sus recursos y controlar zonas geoestratégicas. Eso es lo que está pasando en la actualidad con los tres imperios que son China, Estados Unidos y Rusia; dentro de Estados Unidos estaría la OTAN. Es una lucha entre los tres para ver quién se queda con el poder absoluto. Al final nadie ganará, sino que perderá toda la humanidad y cada guerra, cada versión de la guerra, es una derrota de la humanidad, es un fracaso del ser humano, que nos aboca al abismo, que nos está abocando al abismo.

¿Qué pasaría si la gente y los soldados se negaran a invadir un país? ¿Qué pasaría si los soldados dijeran que están para defender, nunca para atacar? En este sentido, recordamos la frase de Erich Hartmann: “La guerra es un lugar donde los jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”. A la guerra va la gente del pueblo, no van los adinerados ni sus familias ni siquiera sus amigos.

Estos son los que deciden las guerras y aquí entra el componente “de los nuestros” que lo expreso de esta manera: >. Cuando Estados Unidos y sus aliados invadieron y destruyeron Irak para quedarse con el petróleo con la mentira fabricada de las armas de destrucción masiva,  le preguntaron a Donald Rumsfeld sobre el apoyo incondicional durante años a Sadam Hussein sabiendo que siempre había sido un dictador y que había gaseado a los kurdos. Su respuesta fue: “Pero antes era nuestro dictador”. Otro ejemplo claro, es la destrucción y las masacres continuas del gobierno israelí sobre los palestinos, que invadieron su territorio y los están encerrando dentro de una política de apartheid denunciada por Amnistía Internacional. Los países de la OTAN apoyan sin fisura a Israel, es de los suyos, puede matar a niños y niñas palestinas sin problema alguno. La política es de los nuestros conlleva no cuestionar o condenar absolutamente nada, aunque no guste.

Hay que abandonar la locura y la barbarie de la guerra, generar condiciones de paz que se basen en la libertad, la justicia y el comercio justo, el respeto a los pueblos y colectivos, oponernos a cualquier guerra, no dejarnos engañar cuando se justifique una guerra porque será por motivos económicos y geoestratégicos. Realizar una acogida humanitaria, vengan de donde venga. Y, todo esto sobre el principio de que toda vida importa.

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