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La mentira política

Después de meses de silencio y aparente inactividad, posiblemente debido a hallarse entretenidos en otros temas de gran necesidad, como la crisis catalana, que no a descuido, dejación o desgana; vemos como en las últimas semanas se retoma por algunos, con gran entusiasmo, el tema de la supuesta financiación de Podemos por regímenes odiosamente totalitarios.

Nos recuerdan la, tantas veces desmentida y nunca confirmada, supuesta financiación irregular de esta fuerza política emergente, que habría permitido su despliegue inicial. Es en esta ocasión, durante una devaluada Comisión del Senado sobre financiación de los partidos a la que solo asisten PP y UPN. A preguntas de destacados representantes del Partido Popular se volvían a lanzar graves acusaciones sin pruebas, tratando de enredar una vez más a Juan Carlos Monedero.

Lo único cierto hasta ahora es que Podemos está siendo financiado gracias a aportaciones y microcréditos que realizan sus simpatizantes, de forma totalmente innovadora, y que les sirve para conservar una envidiable independencia de los agentes financieros tradicionales, los bancos. Bien conocidos éstos por sus opacas relaciones con algunos partidos políticos tradicionales.

Todo este ya molesto asunto no ha hecho más que espolear mi afán por la lectura, animándome en este caso con el no muy conocido Arte de la mentira política, atribuido a Jonathan Swift y sin embargo obra del Scriblerus Club, pseudónimo que agrupa a un selecto grupo de autores británicos de la época, entre los que se encuentra Swift. Un texto satírico muy aleccionador.

En este magnífico opúsculo, que quiero aquí recordar, comienza el autor por preguntarse por la naturaleza verdadera del alma y las cualidades que la hacen capaz de mentir. Inmediatamente después, define la mentira política y establece que no es más que el arte de convencer al pueblo haciéndole creer falsedades saludables, por supuesto con buen fin. Llama la atención comprobar que es más difícil convencer al pueblo de una verdad saludable que de una falsedad saludable.

Más adelante nuestro autor niega el derecho del pueblo sobre la verdad política, a no ser que se trate con ciertas profesiones, capacidades o dignidades.

Muy relevante resulta el capítulo que cuestiona si es el gobierno el único que tiene derecho a determinar las mentiras políticas, afirmando que el derecho a inventarlas reside en también en el pueblo, que se ha apegado de forma obstinada a ese justo privilegio. Como sucede que los ministros se sirven a veces de este método, es razonable pensar que el pueblo utilice las mismas armas para abatirlos.

Hay diferentes formas de mentira, no solo la calumnia, también la mentira de transferencia, que traslada el mérito o desmérito a otro, aumentándolo si es preciso. Hay mentiras para infundir terror y las que alientan o desalientan; todas muy útiles para espantar adversarios o agrupar partidarios, según el caso. Magníficas son las que anuncian prodigios que encandilan a la multitud.

Para este trabajo resulta de utilidad crear pequeñas sociedades de mentirosos. Sociedades que puedan servir para combatir mentiras inventando medias verdades, que dedican personas bien cualificadas al cuidado de la conveniencia y verosimilitud de las falsedades. Finalmente, no puede Scriblerus concluir sino aconsejando que los jefes de partido no crean demasiado sus propias mentiras, podría acarrearles funestas consecuencias.

Scriblerus Club nos muestra de forma aguda y perspicaz las frecuentes maniobras cargadas de falsedades que, también en nuestros días, son empleadas contra los adversarios políticos, como las inventadas respecto a la supuesta financiación de Podemos por el Eje del Mal,

Aunque ahora está de moda hablar de post-verdad, no es menos cierto que es otra forma más de mentira política.

Después de meses de silencio y aparente inactividad, posiblemente debido a hallarse entretenidos en otros temas de gran necesidad, como la crisis catalana, que no a descuido, dejación o desgana; vemos como en las últimas semanas se retoma por algunos, con gran entusiasmo, el tema de la supuesta financiación de Podemos por regímenes odiosamente totalitarios.

Nos recuerdan la, tantas veces desmentida y nunca confirmada, supuesta financiación irregular de esta fuerza política emergente, que habría permitido su despliegue inicial. Es en esta ocasión, durante una devaluada Comisión del Senado sobre financiación de los partidos a la que solo asisten PP y UPN. A preguntas de destacados representantes del Partido Popular se volvían a lanzar graves acusaciones sin pruebas, tratando de enredar una vez más a Juan Carlos Monedero.