Según aseveraba T.S. Eliot, un poeta, dramaturgo y crítico literario británico-estadounidense de la primera mitad del siglo pasado, noviembre es el mes más triste del año. He de decirles, que yo estoy completamente de acuerdo con la afirmación. De hecho estaría ahí ahí con el mes de febrero. Pero me decanto por noviembre. El cambio de hora, que provoca bajonazo, el día de todos los santos con los cementerios repletos de gente visitando a sus familiares, la llegada de los primeros días desapacibles, hallowen, que a mí particularmente me da mal rollo, y hasta el Black Friday, que no deja de significar viernes negro.
Es verdad que películas como 'Otoño en Nueva York', tampoco han contribuido a que este mes sea la alegría de la huerta. En definitiva se dan todos los elementos para que sea un mes tristón, de esos que arrancarías del calendario, o que quieres que pase rápido.
Esto era, y en cierto modo sigue siendo así, hasta que un movimiento muy bonico nacido en Australia allá por 2003, vino a cambiar un poco la historia, y a darle un toque molón al mes de noviembre.
Me estoy refiriendo a Movember, que es la contracción de los términos del inglés Moustache (bigote) y November (noviembre), y que es un evento anual en el que los varones ser dejan crecer el bigote durante el mes de noviembre, y se organizan encuentros con la intención de concienciar a la peña sobre temas de salud en el hombre como el cáncer de próstata, cáncer de testículos, depresión y suicidios en los varones, inactividad física etc…, y se recauda dinero para ayudar en cada país a una o varias instituciones dedicadas a luchar contra los citados problemas de salud.
Como curiosidad, nuestro país se sumó a este evento en 2007, y las reglas son muy sencillas: dejarse bigote, recaudar fondos, entablar conversaciones sobre estos temas, y ayudar a financiar proyectos de salud. Correr o caminar 60 kms durante todo el mes, y procurar reunirte con cuantas más personas mejor, obviamente te preguntarán por el cambio de look, aprovecha para concienciarlas sobre todos estos temas.
Para concluir, he de reconocer que yo he probado alguna ocasión, pero es que el bigote me quedó tan mal…. que me ha acabado dando vergüenza salir a la calle de esa guisa. A ver si este año me envalentono y me vuelvo a probar.
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