El pasado día 25 murió un niño de 11 años en Beniel (Murcia) asesinado por su padre. Se encontró acuchillado dentro de la vivienda junto al cadáver del parricida, que se ahorcó en la cocina.
Entro a mirar la prensa y sorprendentemente la noticia no es que en los últimos cinco años ha habido 29 parricidios motivados por la venganza hacía sus parejas, o que van alrededor de 40 mujeres asesinadas este año (hay algunos casos aún pendientes de resolución). Lo que me encuentro es un montón de noticias que hablan de que el parricida no entró en prisión por la “buena voluntad” su mujer.
En junio David Sánchez quebrantó su orden de alejamiento contra su exmujer y fue condenado a seis meses de prisión por coacciones. Sin antecedentes y al ser una pena inferior a dos años, no entró a la cárcel. Al quebrantar por segunda vez la orden de alejamiento (los vecinos y vecinas hablan de acoso y seguimiento) en el Juzgado de Violencia número 2 de Murcia se decretaron 4 meses de prisión. Es en esta segunda ocasión es donde la defensa alegó “no peligrosidad” y la acusación lo corroboró.
El matrimonio llevaba un año viviendo separados, pero no se había presentado demanda de divorcio por lo que no había resolución judicial que estableciera un régimen de visitas de los hijos. El mayor de 18 años había decidido no ver a su padre, pero con el pequeño solo se habían tomado medidas informales, aunque existe un informe de vulnerabilidad en el VioGen (una herramienta de seguimiento en casos de violencia machista) en el que el parricida estaba marcado con “riesgo bajo”.
Las noticias que anuncian veladamente que Cristian murió por la decisión de su madre de que David Sánchez no entrara en prisión solo muestran el morbo que dirige la parrilla periodística, la falta de empatía con la familia y el desconocimiento de los ciclos de la violencia.
No es secundario tampoco todo el debate creado en base al adjetivo que acompaña al sustantivo violencia (al menos ese lo tenemos claro) ya que llamarla intrafamiliar es negar que el verdadero móvil es machista. Más que violencia doméstica habría que quitarle la tilde y señalar que la violencia 'domestica' por las disonancias cognitivas, por la merma en la autoestima, la amnesia perversa y las profecías autocumplidas. Domestica porque los ciclos de la violencia van en tres fases: tensión/acumulación, conflicto/golpe y luna de miel. Y desde fuera siempre son más sencillos de percibir.
En resumen: la víctima acaba siendo paradójicamente la culpable una vez más; la culpable por indefensión aprendida; la culpable por no aceptar una medida punitiva; la culpable por no saber parar a tiempo… una visión individualista, muy dura y totalmente desacertada.
Como ha declarado la alcaldesa de Beniel, hay que pensar “qué estamos haciendo mal para que esta situación se haya vuelto a repetir”, y es que la diferencia entre hablar de violencia intrafamiliar y violencia machista es que en la primera se plantean como “casos individuales aislados donde la familia ha fallado” y la segunda como “violencia sistémica que nos incumbe a todos y a todas”.
El pasado día 25 murió un niño de 11 años en Beniel (Murcia) asesinado por su padre. Se encontró acuchillado dentro de la vivienda junto al cadáver del parricida, que se ahorcó en la cocina.
Entro a mirar la prensa y sorprendentemente la noticia no es que en los últimos cinco años ha habido 29 parricidios motivados por la venganza hacía sus parejas, o que van alrededor de 40 mujeres asesinadas este año (hay algunos casos aún pendientes de resolución). Lo que me encuentro es un montón de noticias que hablan de que el parricida no entró en prisión por la “buena voluntad” su mujer.