Hubo un tiempo en el que esta región se sentía en la cresta de la ola, o por lo menos quería creerse que ahí estaba, viento en popa a toda vela, mirando por encima del horizonte, disfrutando de la mejor tierra para vivir, el mejor clima, un espacio para el éxito de aquellos que supieran aprovecharlo.
En la Región de Murcia encadenamos elección tras elección un régimen de partido hegemónico, que además de gobernar la comunidad autónoma con mayorías absolutas, controlaba los principales grandes ayuntamientos llegando a récords nacionales con los resultados en la capital provincial. Una oposición desdibujada, fofa, que no acertaba a mandar un mensaje de alternativa real, y donde solo algunas voces en el desierto clamaban contra lo que se venía encima.
Hoy muchos quieren olvidar todo aquello, incluidos dirigentes autonómicos y locales que eran los hooligans de cabecera en cada acto, ascendidos a diputados regionales, miembros del gobierno, concejales y hasta alcaldes. Era la época de grandes manifestaciones en la Gran Vía, de llenar los balcones de pancartas de Agua para Todos, de traer al Sureste al presidente del gobierno a poner la primera piedra del Trasvase del Ebro en un botijo, en precampaña electoral, a menos de un mes del 14M.
Algunos que hoy ocupan altos puestos de responsabilidad en ayuntamientos y consejerías, los mismos que olvidan su colaboracionismo necesario en los sucesivos gobiernos de Cámara y Valcárcel, negándose incluso a pronunciar estos apellidos en público, son los que anunciaban sus propuestas, firmaban sus proyectos, inauguraban sus obras que, en muchos casos, ahí siguen, inacabadas, cerradas o hundiéndose día a día.
Si te interesaba hacer algo por tu barrio, por tu pueblo, por tu ciudad, parecía que solo había un camino posible, un partido en el que participar, pero desde el primer momento la actitud de esa “marea azul” era unánime en público, todos a una, no había derecho a la crítica ni a la opinión discordante, aunque a las espaldas todos enarbolaran sus banderas, prepararan sus conciliábulos y estuvieran afilando sus cuchillos.
En Murcia se llegaron a ver imágenes surrealistas, dignas del mejor cine de esta España de Berlanga y José Luís Cuerda, de Garci y de Santiago Segura. Con la visita de una ministra socialista a la región, el reparto de pasquines en su contra por distintos lugares, las protestas a su llegada, gente dando golpes a coches y un intento de toma de la Confederación Hidrográfica, llegando a empujar y golpear puertas, con el miedo posterior a las consecuencias que aquellas acciones pudieran tener para sus responsables.
Hoy tenemos una región muy distinta a la que se vendía en los anuncios (en los públicos y en los de compañías privadas): no tenemos un mundo de casitas de ensueño bajo el influjo de la estrella Polar, ni un trasvase del Ebro del que brotara leche y miel (ni los nitratos de las tierras que se regaran con sus aguas), ni se han completado los compromisos ferroviarios del Pacto de San Esteban (en el que tanto cedió nuestra región para tener AVE en el año 2010 [sí, 2010]), ni un equipo “murciano” de Fórmula 1, ni fútbol profesional en un campo (que no es) 5 estrellas, ni accesos decentes a centros comerciales a medio gas, ni un transporte digno en pedanías, ni un flamante aeropuerto en el que aumenten los vuelos y los destinos (siguen bajando los datos y no se aclaran ni para ponerle nombre), ni generamos puestos de trabajo para nuestros jóvenes, que a veces ven en la emigración el único camino para desarrollar su carrera profesional.
Y, ¿dónde están los gobernantes reivindicativos dispuestos a exigir en Madrid todo “lo que nos merecemos los murcianos”? ¿Dónde están los diputados a Cortes que elegimos cada cuatro años (o cada cuatro meses, visto lo visto)? Con un vistazo a la web del Congreso, podemos comprobar la (in)actividad de cada prócer, la rentabilidad social de lo que nos cuestan esos 10 murcianos que son la voz de la Región de Murcia en Madrid.
Sin un partido “murciano” en el Congreso ni en la Asamblea Regional (después del fracaso de Somos Región, que da para unas cuantas reflexiones), sin partidos locales en los grandes ayuntamientos, a excepción de MC en Cartagena (bloqueado por el extraño tripartito que gobierna la Trimilenaria), y la excepción que supuso la experiencia municipalista de Ahora Murcia en el mandato 2015-2019 en la capital del Segura, ¿qué nos queda para hacernos oír? ¿Qué nos ofrecen para estas nuevas y repetidas elecciones a las que nos llaman a votar? ¿Si no son capaces de formar un gobierno, por qué nos obligan a volver a votar? ¿No han cumplido ya su límite de mandatos?
Y, si sale lo mismo, ¿qué pasa?
Pero ha irrumpido un nuevo protagonista en el juego, un nuevo factor en la ecuación que puede romper las previsiones de los que se han jugado todo a llamar a llenar las urnas otra vez. Iñigo Errejón, purgado de la dirección nacional de Podemos, primero, y abandonado en la Comunidad de Madrid por sus exsocios, después, no se ha resignado a “ver la vida pasar” y se ha atrevido, ha dado el paso, ha dicho que hay que poner España por delante de las siglas, los intereses de partidos y el juego de intereses personales.
Si cuaja una opción murciana que presente candidatura para el 10-N en lo que se ha venido a llamar “Más País”, sucesor natural del modelo de “gobierno Carmena” que ha supuesto Ahora Madrid durante los años 2015 y 2019, una alternativa responsable, amable y exigente a los partidos tradicionales (en los que también se han convertido Cs y Podemos, con sus líderes jugando a dominar los aparatos), bajo la experiencia municipalista de las antiguas candidaturas en ayuntamientos y comunidades, se abre una luz en el túnel.
Una nueva posibilidad de tener voz en Madrid, pero si hay al frente personas que sea consecuentes con su circunscripción y las realidades que la afligen, que estén a pie de calle y vengan a nuestra región habitualmente, que sigan viviendo aquí, que presenten todas las iniciativas que estén en su mano para investigar, exigir responsabilidades y pedir cuentas. Un equipo cercano a la región, que esté al tanto de las iniciativas sociales y asociativas que están en los distintos frentes (que son muchos) y dispuesto a ser voz, luz y enlace con las instituciones.
Si dan el paso al frente, si creen en una región con infinitas posibilidades, si están dispuestos a dedicar tiempo y esfuerzo para este objetivo, tendremos Más Murcia y mejor España.