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¿Por qué no te callas Albert?

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Al que algunos llegaron a comparar con Emmanuel Macron, ‘l’enfant terrible’, la ‘gran esperanza blanca’, ‘el mirlo liberal’, ha decidido volver a exhibir su narcisismo, su ego y su soberbia otra vez por los medios de comunicación.

El Rey Emérito se hizo famoso en la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada en Chile, cuando le gritó a Presidente Venezolano Chávez aquel ¿Por qué no te callas? -Hugo Chávez estaba criticando a José María Aznar-. Juan Carlos recibió el aplauso unánime de la comunidad liberal, ‘Nuestro Rey ha puesto en su sitio a este comunista bolivariano’, decía la prensa, que a pesar de conocer sus tropelías, las del Rey me refiero, se tapaba la nariz y miraba para otro lado.

Alguien debería, aunque fuera desde lo que queda de Ciudadanos, decirle ahora a Albert Rivera ¿Por qué no te callas?

Por su culpa los españoles volvimos a ir a nuevas elecciones, con el gasto, no solo económico, que ello conlleva, por su miopía política, por su egolatría, los madrileños tienen que estar soportando a un personaje surrealista como Ayuso frente a un ‘radical’ como Ángel Gabilondo, por su soberbia, en mi tierra, no fue posible, aunque fuera por higiene democrática, oxigenar las instituciones, como pasó en Andalucía, incluso por su falta de olfato político y su ambición, envió a Ciudadanos a la práctica desaparición.

Albert Rivera será recordado políticamente al final, como una persona que cambiaba de principios y de opinión dependiendo de lo que le decía su propio espejo cada mañana, y se rodeó de bufones y arlequines que le aplaudían sus caprichos de niñato egoísta.

Ahora, cuando su sucesora, intenta salvar el barco que dejó en medio de la tormenta perfecta, con media docena de marineros, y él y sus más allegados huyeron como huyen las ratas del barco cuando huelen la tragedia, y se han subido a un barco más seguro de color azul. Y lo único que se le ocurre es gritar y llamar desde su nuevo camarote a la rebelión en el barco naranja, que sigue haciendo aguas por todas partes.

Inés, que ha optado por jugar un papel de moderación, a pesar de seguir en el poder autonómico en Andalucía, Madrid y Murcia gracias a la extrema derecha, una contradicción con otra cualquiera, tendrá ahora que empezar a mirar a sus espaldas, y su futuro, como el de todo Ciudadanos, se decidirá, no en Madrid, que es donde se decide todo lo que ocurre en las provincias, incluida la nuestra, sino en las elecciones catalanas.

Si Ciudadanos, como anuncian las encuestas, pasa de primera a quinta fuerza política, el barco naranja naufragará automáticamente, y son muchos ya, los que están subidos a los botes salvavidas para asegurarse llegar al gran barco azul que sigue tranquilamente recogiendo los restos que van quedando del otrora aspirante a transatlántico ‘Costa Orange’. De momento en Murcia, entre cargos públicos y afiliados que pagan su cuota, caben en un bote.

PD: El otro día, un alumno le preguntaba a su profesora de ética que le explicara por qué su centro educativo llevaba el nombre de un corrupto como Juan Carlos I. ¿Es ético?, le dijo.

Al que algunos llegaron a comparar con Emmanuel Macron, ‘l’enfant terrible’, la ‘gran esperanza blanca’, ‘el mirlo liberal’, ha decidido volver a exhibir su narcisismo, su ego y su soberbia otra vez por los medios de comunicación.

El Rey Emérito se hizo famoso en la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada en Chile, cuando le gritó a Presidente Venezolano Chávez aquel ¿Por qué no te callas? -Hugo Chávez estaba criticando a José María Aznar-. Juan Carlos recibió el aplauso unánime de la comunidad liberal, ‘Nuestro Rey ha puesto en su sitio a este comunista bolivariano’, decía la prensa, que a pesar de conocer sus tropelías, las del Rey me refiero, se tapaba la nariz y miraba para otro lado.