En el presbiterio de la Catedral de Murcia, dentro de una urna, se encuentran el corazón y las entrañas del toledano Alfonso, que pasó a la Historia como Alfonso X el Sabio. También toledano era el infante Don Juan Manuel, a quien nuestra ciudad dedicó una de sus más conocidas avenidas. Luis Antonio de Belluga y Moncada, más conocido como el Cardenal Belluga -que fuera Obispo de Cartagena e investido de la autoridad de virrey y capitán general de los reinos de Murcia y Valencia- era granadino. Y extremeño era el Rector Loustau, figura clave en la creación de la Universidad de Murcia, de la que fue rector durante dos décadas. Y aunque no era “ni murciano”, no solo fue rector de nuestra universidad, sino que entre 1924 y 1926 desempeñó el cargo de presidente de nuestra Diputación.
Bienvenido Santos, el último alcalde republicano de nuestra ciudad, había nacido en Salamanca. Y en el momento de su investidura, como bien nos recuerda Antonio Botías, declaró, recordando su procedencia, sentirse un murciano más y que trabajaría «con gran celo por los intereses del pueblo», solicitando la «leal colaboración de la prensa, sin bombos, que nos los quiero, pero sin críticas sistemáticas».
A finales de los años treinta, en Orán (Argelia), nacía José Méndez Espino, quien habría de ser alcalde socialista de nuestra ciudad entre 1987 y 1995. Y en Madrid, a finales de los años cincuenta, nacía José Orihuela Calatayud, actual rector de nuestra universidad, a quien nadie podrá discutirle jamás su defensa sin igual de las universidades públicas de nuestra región.
Begoña García Retegui, que fuera portavoz del PSRM y diputada en la Asamblea Regional, y que en la actualidad desarrolla su labor como concejala en el Ayuntamiento de Murcia, nació en Zumárraga (Guipuzcoa). Y Pilar Barreiro, quien durante una década fuera alcaldesa de Cartagena y ahora disfruta de su escaño como Senadora en las Cortes Generales por Murcia, nació en Lugo.
En su última relación de “Murcianos del Año”, el diario `La Verdad´ celebraba a la extremeña Pepa Astillero (Badajoz, 1965), quien desde Pupaclown obtuvo el Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud 2017, destacando el jurado «la labor realizada en la fundación de un espacio de exhibición, creación y formación que favorece la inclusión, la diversidad y la convivencia para niños y jóvenes».
Leo en la prensa regional un artículo curioso, que si bien a primera vista parece querer desterrar el prejuicio de pertenencia al terruño, que la palabra “murciano” aparezca en 4 ocasiones y “Murcia” en 16 me hace pensar que trata de plasmar en nuestra retina algo diametralmente opuesto y recordar machaconamente al lector un absurdo prejuicio.
El artículo habla de un sujeto que lleva décadas en nuestra región, que como docente de Educación Secundaria conoce sobradamente los centros de esta “Murcia, qué hermosa eres”, que como sindicalista se ha batido el cobre en la defensa de nuestra educación pública, que como profesor universitario ha formado a nuestros maestros y profesores de instituto, que fue miembro del Comité de Empresa de nuestra Universidad y del Comité de Resistencia de las Universidades Públicas de nuestra región, y que ahora desde la Asamblea Regional sigue haciendo gala de su entrega y compromiso por esta tierra tan especial. Se trata del líder de Podemos en la Región, Óscar Urralburu.
El Parlamento murciano es un espacio plural donde convergen ciudadanos y ciudadanas de diversas procedencias, lo que sin lugar a dudas nos enriquece, porque la diversidad siempre suma, nunca resta. Así, en el portal de la Asamblea Regional, que nos facilita una pequeña biografía de nuestros diputados y diputadas, podemos saber que Domingo Coronado, diputado del PP, nació en Cuenca, en tanto que Antonio Guillamón (PSOE) nació en Barcelona; que alicantinos de nacimiento son Emilio Ivars (PSOE) y Miguel Sánchez (Ciudadanos); que Miguel Ángel Lopez Morell (Ciudadanos) nació en Huelva y Elena Ruiz (PP) en Córdoba.
La pregunta que podemos hacernos es si nuestro lugar de origen deslegitima nuestra labor en el seno de una comunidad, si resta fuerza a nuestras palabras y valor a nuestras acciones. Y sobre todo, ¿qué es ser murciano y cómo nacer en este terruño garantiza la defensa de los intereses de esta tierra?
Eduardo Zaplana, Federico Trillo, Ramón Luis Valcárcel, Pedro Antonio Sánchez… Todos ellos nacieron en nuestra región, murcianos de pura cepa. Y desgraciadamente la Historia nos ha demostrado sobradamente que nos sobran chorizos con denominación de origen que nos enseñen lo bien que un murciano de nacencia defrauda a sus vecinos y vecinas.
Al mismo tiempo, el Ministerio del Interior se empeña en explicarnos qué es un “delito de odio”, delito tipificado en nuestro Código Penal, recordando que son aquellas “conductas que presentan como factor significativo y común la presencia de un elemento motivador, el odio y la discriminación”, recogiendo, cómo no, los prejuicios basados en la procedencia de un sujeto.
Cuando acá nos rasgamos las vestiduras y señalamos a nuestro vecino porque “no es ni murciano”, ¿qué estamos haciendo? Custodiamos los restos de un toledano en el más castizo de los templos murcianos, y en este crisol de culturas que somos nos permitimos señalar a quien nos viene en gana. Mi padre no era “ni murciano”, y le recuerdo visitando a las familias sin recursos que vivían en las chabolas del Infante de los ochenta, este barrio tan castizo también que lleva el nombre de otro que no era “ni murciano”.
¿Nacer acá garantiza que haremos más y mejor que quien no? ¿Serán más honrados nuestros políticos por haber nacido a nuestra vera? Se me ocurren más preguntas absurdas para quienes esgrimen la murcianía como aval... Pues eso, a palabras necias, oídos sordos.
Siempre me fascinaron los ojos de Paul Newman. Y no era ni murciano.
*María Dolores Adsuar Fernández es profesora del Departamento de Literatura Española, Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Murcia.