Sostiene Gay Talese que lo más importante en el periodismo es mirar a los ojos. Lo dice el que pasa por ser, junto a Tom Wolfe, el padre de una nueva forma de ejercer el oficio. Esa innovadora narrativa de no ficción surgida a finales de los sesenta. Ha dicho también que el periodismo tradicional debe sobrevivir, que ello es vital para toda sociedad que se precie. Y que Internet está minando sus cimientos.
Gay Talese valora mucho el contacto, el cuerpo a cuerpo para conformar la crónica o el reportaje que traslade al lector cuanto de verosimilitud encierre una historia. El modo gestual de la gente, su entorno, lo físico. Unir periodismo y literatura siempre fue una vieja aspiración de los que nos dedicamos a ello. Sin embargo, no siempre se consigue. Dice Talese que habría que buscar otra denominación para aquellos profesionales que, sentados frente a un ordenador, aseguran ser periodistas. No, no lo son. O, al menos, son otra cosa, reitera.
Pasará a la posteridad por múltiples razones. Sus perfiles sobre Sinatra o Alí son memorables. Son piezas de artesanía hilvanadas sin entrevistar a los retratados, aunque nutridamente documentadas con las aportaciones de quienes sí los conocieron. Carece de móvil y de correo electrónico, este personaje incrustado en el siglo XXI, pero con ademanes y formas del anterior. Exquisito hasta el extremo, no perdona un martini antes de la cena. Comprometido con la verdad o, en todo caso, con su verdad, asevera que le gusta visualizar sus historias.
Sostiene Gay Talese que lo más importante en el periodismo es mirar a los ojos. Lo dice el que pasa por ser, junto a Tom Wolfe, el padre de una nueva forma de ejercer el oficio. Esa innovadora narrativa de no ficción surgida a finales de los sesenta. Ha dicho también que el periodismo tradicional debe sobrevivir, que ello es vital para toda sociedad que se precie. Y que Internet está minando sus cimientos.
Gay Talese valora mucho el contacto, el cuerpo a cuerpo para conformar la crónica o el reportaje que traslade al lector cuanto de verosimilitud encierre una historia. El modo gestual de la gente, su entorno, lo físico. Unir periodismo y literatura siempre fue una vieja aspiración de los que nos dedicamos a ello. Sin embargo, no siempre se consigue. Dice Talese que habría que buscar otra denominación para aquellos profesionales que, sentados frente a un ordenador, aseguran ser periodistas. No, no lo son. O, al menos, son otra cosa, reitera.