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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Pasaba por aquí, ninguna iglesia abierta y no lo pude resistir

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Esto de la misa de aquel sábado de Pablo Casado es al parecer como la copla de La Parrala que cantaba la Concha Píquer: “Unos decían que sí, otros decían que no”. Unos creen que Casado no sabía que en esa misa se homenajeaba y se rezaba por el dictador Francisco Franco por el 20-N y otros no se creen que no enterara de que iba la misa.

Desde luego el cura de la Catedral de Granada supongo que sí sabía de qué iba la cosa con la bandera que le colocaron en la primera fila y que no podía decir aquello de: “No saberse de la misa la mitad’ o la media”. Qué curioso que ese refrán nos venga del siglo XVI cuando la misas se oficiaban en latín y como no había tanto sacerdotes para oficiar tantas en distintas poblaciones se echó mano de los clérigos, que se aprendían la misa de memoria y algunas veces, por cualquier distracción, se quedaban en blanco y no sabían cómo seguir el hilo. Era en aquellos tiempos que Don Quijote le decía a su escudero: “Sancho, con la iglesia hemos dado”, que debió de ser por la misma casualidad, que diría alguno, por la que Casado dio con la Catedral de Granada. En realidad, para los que rezaban por el alma del dictador tampoco, parece que no ha pasado el tiempo de las pesetas, cuando en las monedas se podía leer: “Caudillo por la gracia de Dios”.

Volviendo a la famosa misa, algún que otro periódico dice que, Pablo Casado se sentó en la última fila y que permaneció, junto a su familia, durante la misa. Otros, que abandonó el templo antes del rezo y que ni se enteró de por quién se estaba pidiendo“. El asunto no debe de ser tan baladí cuando la prensa extranjera le ha dedicado alguna página, así el diario británico The Guardian, después de explicar la polémica, por ejemplo, destacaba las palabras de Íñigo Errejón, líder de Más País: ”qué habría sucedido si Merkel estuviera en Múnich y fuera a una iglesia donde se estaba rindiendo homenaje a Adolf Hitler: “Estoy seguro de que habría salido al día siguiente y habría dicho: ”Me equivoqué. No quería estar allí y lamento haber ofendido a los demócratas de mi país“. The Guardian le echa un poquito de humor y dice que ”no todo el mundo se ha indignado“ y recuerda que la Fundación Francisco Franco, dedicada a ”preservar y promover el legado del dictador“, dijo que no había invitado a Casado pero que se alegraba de que hubiese asistido a la misa.

Hasta el momento desde el Partido Popular se sigue insistiendo que Casado pasaba por allí, que no sabía que se conmemoraba. Si es así, el misterio sería: ¿Por qué Casado no ha dicho ninguna palabra sobre el asunto? Al menos hasta el momento en el que escribo esta nota. Quizá alguien debe de saber de esa misa más de la mitad y se acordó de la canción de Aute: “No pienses que te espío/No llego a ser tan ruin/Espero que no creas/Que quiero sorprenderte en un desliz”. O quizás, Casado, se dijo, pasaba por aquí, ninguna iglesia abierta y no lo pude resistir. ¿continuará el misterio?

Esto de la misa de aquel sábado de Pablo Casado es al parecer como la copla de La Parrala que cantaba la Concha Píquer: “Unos decían que sí, otros decían que no”. Unos creen que Casado no sabía que en esa misa se homenajeaba y se rezaba por el dictador Francisco Franco por el 20-N y otros no se creen que no enterara de que iba la misa.

Desde luego el cura de la Catedral de Granada supongo que sí sabía de qué iba la cosa con la bandera que le colocaron en la primera fila y que no podía decir aquello de: “No saberse de la misa la mitad’ o la media”. Qué curioso que ese refrán nos venga del siglo XVI cuando la misas se oficiaban en latín y como no había tanto sacerdotes para oficiar tantas en distintas poblaciones se echó mano de los clérigos, que se aprendían la misa de memoria y algunas veces, por cualquier distracción, se quedaban en blanco y no sabían cómo seguir el hilo. Era en aquellos tiempos que Don Quijote le decía a su escudero: “Sancho, con la iglesia hemos dado”, que debió de ser por la misma casualidad, que diría alguno, por la que Casado dio con la Catedral de Granada. En realidad, para los que rezaban por el alma del dictador tampoco, parece que no ha pasado el tiempo de las pesetas, cuando en las monedas se podía leer: “Caudillo por la gracia de Dios”.