Si echo una mirada atrás, al año que se nos ha ido inexorablemente, a la mente me vienen muchas imágenes, y entre ellas la que más sobresalen y se salen a lo largo y ancho de las páginas de los periódicos son las de los refugiados caminando no hacia la tierra prometida, sino hacia esa tierra de nadie. Caminan tristes decenas, abatidos por miles aquellos que tuvieron la suerte de cruzar el charco, a otros muchos se les ahogó su sueño.
Y de pronto en esa mirada que se nos hizo cotidiana y rutinaria, la imagen del niño ahogado en una playa nos despertó como un certero rayo, como una puñalada en el centro de la pesadilla. Y nos indignó la de aquel otro padre que corría y era zancadilleado por la reportera húngara. ¿Qué será de aquel padre y su hijo que llegó a Madrid? ¿Se habrá arrepentido aquella reportera a la que se le escapaba la noticia?
La noticia es que los refugiados ya dejaron de ser noticia.
Parafraseo con mi título aquel otro que escribió en prensa Pier Paolo Pasolini en 1968. ¿Ha pasado de moda Vietnam? Pasolini recordaba que hacía varias semanas que la palabra 'Vietnam' había desaparecido de los titulares. Los titulares de los periódicos no dejan de ser como aquel extraordinario fulgor de los fuegos artificiales. Ahí están en lo más alto durante un tiempo hasta que desvanecen.
Si miramos para atrás aún podemos ver la ilusión de esos niños ante el asombro de las cabalgatas de los Reyes Magos, mientras algunos padres y ciertas madres se enfadaban con la aparición de las Magas de Valencia, como si aparecieran por vez primera en la Historia, y llevaban su enfado hasta el paroxismo cuando hablaban de la indumentaria de los Reyes Magos en la cabalgata de Madrid.
Y en eso llegó el turrón y se monto el cirio cuando la exdiputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo, que actualmente es directora del área internacional de la fundación FAES, el 'laboratorio de ideas' del PP, publicó un tuit en el que se lamentaba de que su hija de seis años le dijera “mamá, el traje de Gaspar no es de verdad”, a lo que ella misma contestaba en el propio tuit: “No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás”. Las redes sociales echaban chispas irónicas y divertidas con el perdón y el jamás. Si mañana echamos una mirada a toda esta polémica ya solo nos quedarán los restos putrefactos del roscón de reyes.
Si echamos la mirada atrás aún sigo viendo las filas de niños y mujeres que vienen de Oriente, como los Magos, huyendo despavoridos de la guerra, del hambre y la pobreza. Las guerras ya no son como antes, aunque sigan primando los intereses económicos: ahora mueren más niños y ancianos que soldados. La guerra de ahora es intermitente, igual que los refugiados que siguen ahí. Y eso era lo que me estaba preguntando mientras echaba una mirada atrás: ¿Ha pasado la moda de los refugiados?
Si echo una mirada atrás, al año que se nos ha ido inexorablemente, a la mente me vienen muchas imágenes, y entre ellas la que más sobresalen y se salen a lo largo y ancho de las páginas de los periódicos son las de los refugiados caminando no hacia la tierra prometida, sino hacia esa tierra de nadie. Caminan tristes decenas, abatidos por miles aquellos que tuvieron la suerte de cruzar el charco, a otros muchos se les ahogó su sueño.
Y de pronto en esa mirada que se nos hizo cotidiana y rutinaria, la imagen del niño ahogado en una playa nos despertó como un certero rayo, como una puñalada en el centro de la pesadilla. Y nos indignó la de aquel otro padre que corría y era zancadilleado por la reportera húngara. ¿Qué será de aquel padre y su hijo que llegó a Madrid? ¿Se habrá arrepentido aquella reportera a la que se le escapaba la noticia?