Región de Murcia Opinión y blogs

Sobre este blog

Pepe

15 de febrero de 2021 00:16 h

0

En estas circunstancias tan extrañas, con la pandemia de telón de fondo, es difícil asimilar que José Molina ha muerto. Pepe, como era conocido, estaba ingresado en el hospital Morales Meseguer por la COVID-19 y desde allí continuó escribiendo hasta la madrugada del pasado domingo. En su último tuit desde el hospital describe como la COVID-19 le “ahoga la vida”, pide fuerzas a Dios para “salir de ésta”, agradece el apoyo que le mandan sus seguidores y les recuerda que son más necesarios que nunca. Sus seguidores en Twitter y más aún quienes le hemos conocido y admirado estamos consternados. Pocas personas tan luchadoras, vitales, animosas, reivindicativas, intelectuales, comprometidas y afectuosas como él. A pesar de tener 83 años, es difícil entender que Pepe haya muerto porque al hablar con él te insuflaba energía de inmediato. Nunca en sus palabras sentí odio, rencor o derrota y no es una cuestión fácil siendo, como era, una persona muy crítica que nadaba a contracorriente en la Región. En eso, también fue un maestro. Estaba contento de dejar la presidencia del Consejo de Transparencia para seguir luchando desde otros ámbitos como el educativo o el periodístico.

En la entrevista que le hice cuando dejó el Consejo hablamos sobre repetirla desde una óptica más personal. Me estuvo hablando de lo orgulloso que se sentía de ser carmelitano, cómo a su madre le había costado adaptarse en un primer momento al barrio porque su casa estaba entonces en una zona de huerta o cómo había sido procesado durante el franquismo por el Tribunal de Orden Público por la publicación de un libro con CCOO y sancionado con una multa de 50.000 pesetas. Podíamos hablar de temas tan delicados como la enfermedad o la muerte con una naturalidad pasmosa. Como he dicho, nunca sentí que tuviera 83 años.

Desde la habitación 605 del Morales Meseguer todavía sacó fuerzas de flaqueza para dejarnos un último artículo publicado por La Opinión. En él reflexiona de forma muy crítica sobra la opacidad del funcionamiento del Servicio Murciano de Salud (SMS) a raíz de la vacunación irregular de los 600 altos cargos y funcionarios de la Consejería de Salud que llevaron a la dimisión de un Manuel Villegas básicamente estupefacto. Durante la entrevista que le hice esa fue una de las cuestiones que más subrayó: la enorme cantidad de preguntas que habían llegado al Consejo de Transparencia respecto a “las listas, el funcionamiento de la atención primaria y las concertaciones con la sanidad privada”. También recordó el déficit sistemático del SMS y su contabilidad como si fuese una empresa privada en contra del criterio del Tribunal de Cuentas.

Agradezco mucho a Patricio Hernández y Gabriel Navarro haberme puesto en contacto con Pepe para la presentación de su libro ‘Una sociedad con respuestas. Manifestación por la participación y la transparencia’ en octubre de 2019 dentro del programa Cartagena Piensa. Nos quedamos con una cierta sensación de orfandad de “una figura paternal en el mejor sentido, un modelo, un referente”, en palabras de Patricio.

Y termino este artículo con unas palabras de Pepe. Ojalá pudiéramos seguir hablando.  “Me voy con un oído menos, pero con una visión mayor porque nos tenemos que unir mucho más porque esto no es sencillo. De hecho, organizamos el programa Iris para llevar la transparencia a los colegios. Incluso un niño si pregunta una cosa tres veces ya le dicen que es demasiado preguntón. Como sociedad no nos cuestionamos las cosas y nos han educado para no incordiar a quien tiene el poder”.

En estas circunstancias tan extrañas, con la pandemia de telón de fondo, es difícil asimilar que José Molina ha muerto. Pepe, como era conocido, estaba ingresado en el hospital Morales Meseguer por la COVID-19 y desde allí continuó escribiendo hasta la madrugada del pasado domingo. En su último tuit desde el hospital describe como la COVID-19 le “ahoga la vida”, pide fuerzas a Dios para “salir de ésta”, agradece el apoyo que le mandan sus seguidores y les recuerda que son más necesarios que nunca. Sus seguidores en Twitter y más aún quienes le hemos conocido y admirado estamos consternados. Pocas personas tan luchadoras, vitales, animosas, reivindicativas, intelectuales, comprometidas y afectuosas como él. A pesar de tener 83 años, es difícil entender que Pepe haya muerto porque al hablar con él te insuflaba energía de inmediato. Nunca en sus palabras sentí odio, rencor o derrota y no es una cuestión fácil siendo, como era, una persona muy crítica que nadaba a contracorriente en la Región. En eso, también fue un maestro. Estaba contento de dejar la presidencia del Consejo de Transparencia para seguir luchando desde otros ámbitos como el educativo o el periodístico.

En la entrevista que le hice cuando dejó el Consejo hablamos sobre repetirla desde una óptica más personal. Me estuvo hablando de lo orgulloso que se sentía de ser carmelitano, cómo a su madre le había costado adaptarse en un primer momento al barrio porque su casa estaba entonces en una zona de huerta o cómo había sido procesado durante el franquismo por el Tribunal de Orden Público por la publicación de un libro con CCOO y sancionado con una multa de 50.000 pesetas. Podíamos hablar de temas tan delicados como la enfermedad o la muerte con una naturalidad pasmosa. Como he dicho, nunca sentí que tuviera 83 años.