Llegan las fiestas, las felicitaciones y los buenos deseos para el nuevo año. Desde el sindicato nos planteábamos qué queríamos desearles a nuestras compañeras y compañeros. En realidad no sabemos a quién pedir por el personal docente, porque el Gobierno Regional no está. No cogen el teléfono, no abren la puerta. No nos hablan.
Pero nos salió bastante fácil, a pesar de la ausencia de escucha. Año de movilizaciones. Más de una década de empeoramiento de las condiciones laborales, agotamiento en los centros, gente organizándose para conseguir mejoras en educación pública.
Empezamos con las reivindicaciones más básicas, este 2023 os deseamos: trabajar con menos excesos, que haya menos estudiantes en cada clase, que tengamos menos clases y podamos prepararlas bien, que podamos atender a cada niña, a cada niño, con la suficiente atención, que ganemos en tiempo de trabajo de calidad, que haya espacios y tiempos para reunirnos con nuestras compañeras y compañeros, que quienes más experiencia tienen puedan seguir aportándola, sin que reducir su tiempo de trabajo signifique reducir su salario, que el personal de los equipos de orientación sea suficiente para poder atender a todo el alumnado, que arreglen los centros más viejos, y que todos se preparen y se adapten para las altas temperaturas de la Región.
También nos gustaría que todas las familias por igual pudiesen tener un centro educativo público cerca de casa en el que tuviesen prioridad, bien pertrechado y con personal suficiente, al que sus hijas e hijos pudiesen ir andando, a aprender y a convivir en paz en la misma diversidad que nos constituye como sociedad. Es lo que hace feliz también al genuino personal docente de la pública.
Podríamos haber hablado de muchas más cosas, pero esto es lo básico, lo que nos quitaron cuando la crisis de 2010, lo que nos han ido hurtando, y que se ha hecho más grave tras la pandemia. Para este año 2023, si se quisiera abordar la problemática de la escuela pública, tendríamos que hablar de poder formarte en tu horario de trabajo, como en cualquier empresa, de no tener que rellenar papeles y más papeles que no se lee nadie, de contar con el apoyo del personal no docente que sea necesario, de poder cuidar y cuidarnos frente a la crisis de salud mental, de afrontar las modificaciones en legislación educativa desde la comunidad educativa, desde las clases, con quienes están a pie de aula; tendríamos que hablar de invertir el dinero público, que es de todas las personas que vivimos en la Región, en la pública.
Desearíamos también que todos los centros tuviesen una instalación eléctrica en condiciones, internet que funcione, techos sin goteras ni moho, sin amianto, o aulas normales y no barracones. También necesitamos más centros públicos. Pero está claro que para todo esto hace falta dinero. Más gente contratada significa dinero, un plan de infraestructuras significa dinero, que haya menos estudiantes en cada clase significa más personal y más espacios y eso es, ya se sabe, dinero. El problema es que el dinero público no se lo lleva la educación pública, se lo llevan, principalmente, empresas privadas a través de externalizaciones y conciertos educativos.
¿Pero sabéis qué? Cuando estábamos preparando los textos no paraba de salirnos una palabra: TIEMPO. Porque lo que de verdad queremos es tiempo. Aquí vale eso de “el tiempo es oro”. Tiempo para poder preparar las clases, tiempo para poder atender a la gente, tiempo para coordinarse con el resto del equipo docente, tiempo para vivir, que no se diga eso de que “vivimos para trabajar”, tiempo para mejorar, para dedicar a nuestra gente. También tiempo para recuperar la salud.
Lo que queremos para 2023 es tiempo. Y también gente organizándose para luchar por la educación pública. Para el personal docente dedicar tiempo a movilizarse es, en realidad, “invertir en tiempo”. Las conversaciones en los centros, el hablar de lo que nos pasa, de lo que necesitamos de verdad y de cómo luchar por ello, ese querer escuchar a la compañera que te lo dice, y decir “sí, voy contigo”, esos instantes de prestar atención activa a las propuestas de movilización que nos llegan, a la información de sindicatos, asociaciones y movimientos, ese momento para difundir y decir, toda esa inversión es lo único que nos puede traer, en retorno, el tiempo de trabajo de calidad que es el tesoro de la pública, que deseamos que preservar en nuestras aulas, con nuestras compañeras y compañeros. Os deseamos, sobre todo, que entendáis que merece la pena implicarse para proteger eso.