Eso de tirar la piedra y esconder la mano es un topicazo, de acuerdo. Pero es lo que vienen haciendo los portavoces de la derecha desde hace mucho tiempo. Es decir, viven de agitar como señuelos todos los topicazos posibles: que si nos invaden, que si gobierno (de izquierdas) ilegítimo, que si elección antidemocrática, que si bolivarianismo, que si ansias expropiadoras, que si violación del derecho a la propiedad privada, que si subida salvaje de impuestos….
Al fin y al cabo, hacen como los independentistas que tanto odian: que si España nos roba, que si Catalunya is not Spain, que si “el hombre andaluz es un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual”, como dejó escrito ese prócer llamado Jordi Pujol en su libro La inmigración, problema y esperanza de Cataluña, publicado por primera vez en 1958 y reimpreso en 1976, en plena Transición. Donde dice andaluz, léase murciano, manchego, extremeño, gallego...
Frente a semejante dislate actualizado por los Artur Mas, Puigdemont, Torra, Artadi y demás, ahora Casado alienta la reedición de la algarada famosa revestida de manifestación en la plaza de Colón. Tras muchas dudas ante la posibilidad de dar el cante, se sabe ahora que asistirá confundiéndose con Vox, como si en la hora actual fuera posible no distinguir lo que son los “populares” de los representantes de la extrema derecha.
Y esto no es otro topicazo: obsérvense los gobiernos autonómicos de Madrid, Andalucía y Murcia, sin ir más lejos, y nótese con quién gobierna y en quién se apoya el autoproclamado centroderecha “popular” y el autotitulado “centro regenerador” (versión espuria en el caso murciano). Vox aparece ahí como la alargada sombra que todo y a todos cubre, como aquellas de los cipreses del maestro de periodistas Miguel Delibes, cuyos árboles literarios poco tenían que ver con los que creían en el dios de Gironella.
No se sabe aún a qué egregio estratega debe su pronunciamiento quien quiere y parece ser líder de la derecha de toda la vida. Mucho es de temer que detrás del nuevo giro confusionista ––con “ese”–– esté nuestro admirado ingeniero campeón mundial de lanzamiento de hueso de oliva, a la sazón ariete máximo de las huestes populares.
El caso es que las cambiantes posturas de los líderes actuales de la que pretende ser centroderecha confunden sobremanera. Quien, despechado por la “traición” de Sánchez y su gobierno socialcomunista, pensara votarles en las lejanas generales habrá de decidir primero si vota al Casado aznarista de los primeros meses tras su elección, enganchado a la teta ideológica de la FAES; al Casado pseudocentrista que puso a caldo a Vox en el Congreso cuando su inocua moción de censura; o al Casado más reciente, dispuesto a reeditar la estrategia negacionista de Cataluña con la que su antecesor Mariano Rajoy consiguió enquistar hasta profundidades abisales el problema político del nordeste español.
Para ello habrá de tragar el votante con el hecho consumado de que se pudo, sin mover ni un músculo de la cara, indultar a Tejero y a Armada o a Barrionuevo y a Vera, pero es delito de lesa patria hacer lo propio con los “indepes” nacionalistas catalanes, que son muy suyos y no se arrepienten de nada.
Bien mirado, puede que la alternativa real que ofrece la derecha frente a los bolivarianos usurpadores de “su” ––de ella–– poder sea la inefable nueva lideresa madrileña, dispuesta a repetir los éxitos de otra ínclita predecesora y marquesa que consiguió tres mayorías absolutas, tres, después de ganar el poder merced al “tamayazo” aún sin aclarar.
También pueden formar ambos el tándem perfecto, Casado-Ayuso o Ayuso-Casado, tanto monta, como han venido demostrando durante la pandemia con sus prístinas tomas de posición sobre el establecimiento o no del estado de alarma, su prórroga o su eliminación, y tantas otras lindezas contradictorias a las que nos hemos acostumbrado a escuchar.
No nos queda, pues, otra que no pensar demasiado, apoyar vocingleramente lo que diga Casado y lo que diga Ayuso, sea lo que sea. Confiar también en que la apariencia de sentido común que parece despuntar a veces en Núñez Feijoo sea tenida en cuenta y, a pesar de ello, acudir como un solo hombre y una sola mujer ––prietas las filas, recias, marciales–– a la nueva llamada de Salvemos la Patria el 13 de junio en la Plaza de Colón, donde la mayor bandera de España ideada por ese cartagenero autor de la gesta de Perejil, a pesar del “tiempo duro de levante”, nos cobijará bajo su sombra. Y la manitas, mejor en los bolsillos. No vaya a ser que se vea de dónde ha salido la piedra al levantar rígido el brazo derecho con la palma extendida. Vale.
www.joseluisvidalcoy.es
Eso de tirar la piedra y esconder la mano es un topicazo, de acuerdo. Pero es lo que vienen haciendo los portavoces de la derecha desde hace mucho tiempo. Es decir, viven de agitar como señuelos todos los topicazos posibles: que si nos invaden, que si gobierno (de izquierdas) ilegítimo, que si elección antidemocrática, que si bolivarianismo, que si ansias expropiadoras, que si violación del derecho a la propiedad privada, que si subida salvaje de impuestos….
Al fin y al cabo, hacen como los independentistas que tanto odian: que si España nos roba, que si Catalunya is not Spain, que si “el hombre andaluz es un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual”, como dejó escrito ese prócer llamado Jordi Pujol en su libro La inmigración, problema y esperanza de Cataluña, publicado por primera vez en 1958 y reimpreso en 1976, en plena Transición. Donde dice andaluz, léase murciano, manchego, extremeño, gallego...