Hace no mucho escribí para este mismo diario un artículo que hablaba sobre lo que iba a ser el cierre del Cine Rex y como aquello no era más que un síntoma de la decadencia cultural que sufre nuestra sociedad, y particularmente nuestra ciudad. Puse como uno de los agentes nocivos de dicha putrefacción el aumento exponencial de casas y salones de apuestas, sobre todo en los barrios obreros o de familias humildes.
Finalmente el cierre del Rex se prorrogó unos meses más, pero las casas de apuestas siguen floreciendo como la mala hierba en campos descuidados, a la vez se cierran sitios asociados a la cultura; como, por ejemplo, la librería Colette, una humilde tienda cuya labor fundamental era acercar el mundo de la lectura a todos los habitantes de nuestra ciudad, con libros de todas las temáticas y a todos los precios. Lamentando esta pérdida, que no es la única ni será la última, veo como jóvenes entran a un salón de juego guiados por la falsa esperanza de vete a saber qué.
Pero de esperanza y de jóvenes es precisamente de lo que quiero hablarles hoy. Y es que hace un par de jueves me reconcilié con mis coetáneos y me bañé en la ilusión de una juventud con ansias de cultura.
Hace un par de jueves asistí al Micrófono Abierto de la Universidad de Murcia donde pude leer un par de mis poemas y escuchar a otros jóvenes poetas leer los suyos; además de deleitarme con tan bellas líricas me sentí esperanzado de que tantos y tantas jóvenes dedicasen pedazos de su tiempo a la cultura: escribiendo, leyendo, escuchando.
No son los únicos, esta misma semana la Delegación de Letras de la Universidad de Murcia ha organizado su III Semana Cultural, dando espacio a multitud de eventos relacionados con diversas áreas de la cultura. He tenido el placer de ser partícipe en el recital organizado en honor a todas aquellas poetisas que los libros de texto han olvidado mencionar.
Leí 'La Jaula' de Alejandra Pizarnik, y precisamente en una cárcel de ocio nocivo parecemos estar encerrados los murcianos, pero confío en que los jóvenes amantes de la cultura podremos destruir sin miramientos esas jaulas que impiden disfrutar libremente de un ocio sano y enriquecedor.
Hace no mucho escribí para este mismo diario un artículo que hablaba sobre lo que iba a ser el cierre del Cine Rex y como aquello no era más que un síntoma de la decadencia cultural que sufre nuestra sociedad, y particularmente nuestra ciudad. Puse como uno de los agentes nocivos de dicha putrefacción el aumento exponencial de casas y salones de apuestas, sobre todo en los barrios obreros o de familias humildes.
Finalmente el cierre del Rex se prorrogó unos meses más, pero las casas de apuestas siguen floreciendo como la mala hierba en campos descuidados, a la vez se cierran sitios asociados a la cultura; como, por ejemplo, la librería Colette, una humilde tienda cuya labor fundamental era acercar el mundo de la lectura a todos los habitantes de nuestra ciudad, con libros de todas las temáticas y a todos los precios. Lamentando esta pérdida, que no es la única ni será la última, veo como jóvenes entran a un salón de juego guiados por la falsa esperanza de vete a saber qué.