La clase dirigente política, no todos, pero sí un número importante, entiende la política como ese arte de establecer estrategias desde los despachos, bares o encuentros de comida en la casa de campo de turno, de cara a conseguir sus objetivos, utilizando todo a aquello que pueda condicionar el voto, donde la manipulación y el engaño van cogidos de la mano. Hay algo que es fundamental para esta clase dirigente, y es que la ciudadanía no piense, no reflexione, y que se deje llevar por frases publicitarias que le van a solucionar sus problemas.
Todo esto estaba enmarcado en el desprecio, insulto, risas…pero, siempre en privado, hasta hace unos años. Todos sabemos las malas pasadas de los micrófonos abiertos. Pero el escenario ha cambiado: esos desprecios, insultos y amenazas tienen un carácter público. Lo hacen abiertamente a través de los medios de comunicación y de las redes sociales sin ningún pudor. Como se dice popularmente, “con todo el descaro del mundo”.
El problema de la estafa financiera, que provocó la crisis económica, la tiene la gente sencilla, la gente obrera que pretendió vivir por encima de sus posibilidades. El problema de las pensiones son las personas que viven muchos años. El problema de la sanidad es que la gente se pone enferma y abusa de las recetas. El problema de la educación es que todo el mundo quiere estudiar. El problema de las ayudas sociales es que la gente se acostumbra a recibirlas y quieren vivir de ellas. El problema de los inmigrantes y refugiados es que se les ocurre venir a nuestros países para disfrutar de nuestro bienestar. El problema del orden público en relación con las protestas es que la gente no entiende que hacen las cosas para su bien, para generar prosperidad, bienestar y empleo.
Si la gente trabaja y se pone enferma es que se quieren aprovechar de las bajas. Las personas empobrecidas son gandules que no quieren trabajar…Hemos visto recientemente que la causa de que los conductores quedaran atrapados en la AP-6 era de los propios conductores, unos insensatos e inconscientes.
Nos queda preguntar ¿por qué hay políticos que desprecian, insultan y amenazan a sus ciudadanos públicamente? Creo que es porque se siente seguros, muy seguros. Creen que la gente los va a seguir votando. Y si no ganan tendrán algún escaño que les permitirá tener un buen sueldo y privilegios para seguir haciendo negocios muy lucrativos. Y cuando abandonen la política, que llamo de “lista electoral”, tendrán un buen puesto en alguna empresa en la que hayan favorecido las puertas giratorias. Sienten que sus vidas están aseguradas, las suyas y la de los suyos.
Haría otra pregunta y es ¿desde qué mentalidad se hace este tipo de política? Creo que se hace desde la persona que piensa, siente y actúa considerándose superior, por encima del bien y del mal, que todo vale con tal de conseguir su objetivo, que no es otro que pertenecer a la clase social de los enriquecidos y poner un muro infranqueable para los empobrecidos. Es una persona sin conciencia ni sensibilidad, que cambia leyes y las hace injusta. Que pretende controlar la judicatura, y que hace de la corrupción y de la avaricia su señas de identidad. Una persona que solo acepta el aplauso, la sumisión y que les voten. Los que protestan y denuncian sus motivaciones, recursos y estrategias se convierten en sus enemigos. Lo único a lo que tienen miedo es a la verdad y a la movilización social.
¿Qué se puede hacer? No votar al político que te desprecia, te insulta, te amenaza, atenta contra tu dignidad y la propia vida. ¿Qué se puede hacer? Leer publicaciones alternativas para saber cómo funciona nuestro mundo. Involucrarse en los movimientos sociales, salir a la calle. Y lo que es fundamentalísimo: no perder la esperanza, a pesar de las dificultades, de las derrotas y cuando la vida se nos oscurece.
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