El PP y el PSOE de la Región de Murcia andan a la búsqueda desesperada de votantes, ante su debacle en Andalucía, y lo hacen, una vez más, usando su tema favorito, los trasvases. Por un lado, los incondicionales del Partido Popular recibieron la visita el pasado sábado 8 de su líder nacional en el Teatro Circo (se ve que no se aseguraban el lleno en el Auditorio Regional, después del fiasco de su convocatoria el pasado mes de julio a cuenta del AVE, donde unas escasas mil personas acudieron a la cita).
Allí, Pablo Casado, además de confirmar a los candidatos murcianos surgidos a dedo, en un partido donde la democracia interna brilla por su ausencia, se lanzó a garantizar el agua para riego, blindando el Tajo-Segura y abriendo la puerta a nuevos trasvases. Como reacción, y temiendo que los regantes, actualmente firmes seguidores del PP, les den la espalda definitivamente, el delegado del gobierno y candidato socialista a presidir la Comunidad Autónoma, Diego Conesa, hizo lo propio, garantizando el suministro de agua del trasvase, en contra de la opinión del Ministerio de Transición Ecológica de la ministra Ribera.
Desde la época de Aznar (y ya han pasado 20 años) el PP adolece de falta de imaginación, queriendo aplicar las mismas soluciones a un problema que se ha ido agravando con el tiempo, como es la falta de agua como consecuencia del cambio climático. En los últimos 17 años, hemos pasado de la emisión de 25 mil millones de Toneladas de CO2 en el año 2001, a las casi 40 mil millones de Toneladas de CO2 actuales, habiéndose incrementado la demanda de agua, de petróleo y gas en todo el mundo.
Según diversos estudios realizados por el CSIC y la AEMET, la temperatura media en España se incrementará a lo largo de este siglo, mientras que las precipitaciones disminuirán, siendo más probable esa disminución a medida que nos acercamos al final del siglo. Pero, lejos de tener una visión global y a largo plazo del problema, el PP continua echando mano de las recetas desfasadas pero que tan buen resultado les han dado desde el punto de vista electoral: pedir agua de donde sea y como sea. Aunque ese agua vaya a ser un bien cada vez más escaso.
Como prueba, el PP anuncia que presentará en el Congreso una proposición de ley para elaborar un nuevo Plan Nacional Hídrico que incluirá trescientas actuaciones y que tendría una dotación presupuestaria de 20.000 millones de euros, en la que se incluye la ampliación de embalses de regulación, y diversas obras de canalización e interconexiones entre cuencas, como si de autopistas del agua se tratara. En vez de invertir ese dinero en reconvertir el sistema agrario, adaptándolo a las previsiones a medio y largo plazo reflejadas en los estudios citados, el Partido Popular insiste en ignorar los datos científicos, prefiriendo repetir los errores del pasado, en una estrategia claramente electoralista de cara a la cita en las urnas del próximo mes de mayo.
Imaginen lo que se podría invertir con esos fondos en la transformación del modelo productivo agrícola, para sacarlo de este sistema intensivo, altamente demandante de agua y fertilizantes químicos, productor de residuos cargados de nitratos que van a parar al Mar Menor. Por su parte, el PSOE murciano, llevado por el mismo afán electoralista, no ve más allá del mes de mayo de 2019 y, en vez de mirar de frente de una manera valiente la realidad, prefiere cerrar los ojos y sumarse a la carrera irresponsable de negar la evidencia.
Mientras los dos grandes partidos evitan tener en cuenta el cambio climático en la planificación futura de las actividades económicas, se está celebrando en la localidad polaca de Katowice la Cumbre sobre el Clima COP24, en la que ha quedado en evidencia que España es el país que más ha incrementado las emisiones en comparación con el año 1990, fecha que se toma siempre como referencia desde el protocolo de Kioto.
Actualmente lanzamos a la atmósfera un 17% más que entonces. También acabamos de saber que en Groenlandia se verifica un incremento del 30% en la desaparición de la capa superficial de hielo desde comienzos del siglo XX, lo que tiene consecuencias directas sobre el aumento del nivel del mar. Estos datos demoledores van en contra de la pretensión de PP y PSOE de la Región de Murcia de continuar con la política de trasvases, como si nada ocurriera, en un ejercicio de populismo hídrico, esa manera de hacer política que consiste en decir lo que la gente quiere oír, aunque sea falso. Así nos va.
El PP y el PSOE de la Región de Murcia andan a la búsqueda desesperada de votantes, ante su debacle en Andalucía, y lo hacen, una vez más, usando su tema favorito, los trasvases. Por un lado, los incondicionales del Partido Popular recibieron la visita el pasado sábado 8 de su líder nacional en el Teatro Circo (se ve que no se aseguraban el lleno en el Auditorio Regional, después del fiasco de su convocatoria el pasado mes de julio a cuenta del AVE, donde unas escasas mil personas acudieron a la cita).
Allí, Pablo Casado, además de confirmar a los candidatos murcianos surgidos a dedo, en un partido donde la democracia interna brilla por su ausencia, se lanzó a garantizar el agua para riego, blindando el Tajo-Segura y abriendo la puerta a nuevos trasvases. Como reacción, y temiendo que los regantes, actualmente firmes seguidores del PP, les den la espalda definitivamente, el delegado del gobierno y candidato socialista a presidir la Comunidad Autónoma, Diego Conesa, hizo lo propio, garantizando el suministro de agua del trasvase, en contra de la opinión del Ministerio de Transición Ecológica de la ministra Ribera.