Para entender a lo que se enfrentan a veces los policías, hay que ver, aunque solo sea el primer capítulo, la serie Antidisturbios, de Rodrigo Sorogoyen. En ella te das cuenta de que los agentes son humanos, por supuesto, y que, en ocasiones, se ven entre la espada y la pared cuando se les da una orden que han de cumplir a rajatabla.
Este viernes, en Murcia, varios cientos de estudiantes de Bachillerato se concentraron por la mañana ante la consejería de Educación. Se quejaban del descontrol al que se enfrentan con la EBAU. A estos chavales les ha sorprendido el fuego cruzado entre los políticos. Vamos, que les ha cogido en medio de la refriega habitual. Aseguran que andan desconcertados al desconocer cómo será la prueba a la que se enfrenten si quieren ir el día de mañana a la Universidad. Y los gobernantes, una vez más, jugando al tenis; es decir, pasando la pelota de una pista a otra, alegando que la culpa es del Gobierno central o del autonómico, del ministerio o de la consejería de Educación.
Alguien desde la propia consejería debió pensar que los jóvenes manifestantes, con edades comprendidas entre los 16 y 17 años, iban a reeditar una especie de toma de la Bastilla cuando convocaron su protesta. Y por eso avisó a la Delegación del Gobierno que, preventivamente, no dudó en desplazar hasta allí a una nutrida dotación de agentes policiales, pertrechados con el correspondiente material antidisturbios.
Al parecer, el agravio contra el orden público perpetrado por los estudiantes fue lanzar algunos huevos y cítricos a la fachada de la consejería, lo que motivó la intervención policial para despejar la zona y alejarlos de la entrada del edificio de la avenida de la Fama. Un veterano y avezado periodista de Onda Regional, Chema Díaz, se ocupó de grabar algunos pasajes de todo esto, como testimonio de lo peligrosa que resultaba la actitud de la muchachada enardecida. En alguno de sus vídeos se ve a un policía disparando, intuyo que una pelota de goma, al pie de un chaval, o a otro estudiante, con patinete a su lado, gritando con rabia a los agentes: “¡Pero ayudadnos, que somos el futuro!”.
Es de suponer la que le hubiera caído al PP si, en este caso, ostentara hoy la Delegación del Gobierno. Sin embargo, resulta que, desde 2018, ese puesto de la Administración del Estado está en manos del PSOE. Qué paradojas tiene la vida. Si al ahora senador del PP, Francisco Bernabé, se le suele recordar que pasará a la historia como el delegado que envió a los agentes a apalear a los manifestantes de las vías, cuando las movilizaciones prosoterramiento del AVE, los socialistas estuvieron este viernes en un tris de hacer lo propio si a los estudiantes les hubieran zurrado la badana más de la cuenta, si bien alguno -como el de la foto de Israel Sánchez– se ha llevado lo suyo.
Volviendo al origen de la protesta, no es de recibo lo que está pasando. Profesores y alumnos desconocen a estas alturas cómo será la prueba que tienen que preparar y a la que se tendrán que enfrentar estos últimos para acceder a la Universidad. Hablan de desamparo ante el desorden institucional. Entre tanto, los políticos siguen a lo suyo: a culpar al contrario, deporte regional por esta tierra desde hace ya tiempo inmemorial. Por cierto; hay otro de los gritos de los manifestantes de este viernes, que aún resuena en mis oídos cuando escribo esto: “¡No se puede, a porrazos!”. Todo un lema de civilidad.
Para entender a lo que se enfrentan a veces los policías, hay que ver, aunque solo sea el primer capítulo, la serie Antidisturbios, de Rodrigo Sorogoyen. En ella te das cuenta de que los agentes son humanos, por supuesto, y que, en ocasiones, se ven entre la espada y la pared cuando se les da una orden que han de cumplir a rajatabla.
Este viernes, en Murcia, varios cientos de estudiantes de Bachillerato se concentraron por la mañana ante la consejería de Educación. Se quejaban del descontrol al que se enfrentan con la EBAU. A estos chavales les ha sorprendido el fuego cruzado entre los políticos. Vamos, que les ha cogido en medio de la refriega habitual. Aseguran que andan desconcertados al desconocer cómo será la prueba a la que se enfrenten si quieren ir el día de mañana a la Universidad. Y los gobernantes, una vez más, jugando al tenis; es decir, pasando la pelota de una pista a otra, alegando que la culpa es del Gobierno central o del autonómico, del ministerio o de la consejería de Educación.